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BEISBOL 007

Alderson, el refuerzo que necesitaban los Mets

Andres pascual
Claro que el nombre del pelotero mercenario, adquirido en el campo de batalla que llaman "mercado de agentes libres", interesa: puede ser el pitcher que ayudó a alcanzar la postemporada al club que, después, despreció; quizás, el artillero que colocó números competitivos con los de la figura grandiosa del "buen tiempo ido" y recibió la cantidad de votos suficientes, para MVP, como para considerar buena la inversión.
      Para los grandes fildeadores no, para este bastión de incalculable valor en lo que constituye el 70 % del juego victorioso junto al pitcher que, como dijo una vez Connie Mack, "es el corazón de la victoria", no existen los titulares matutinos ni la noticia rimbombante que señalen que "lo hicieron millonario". Un mago del guante vale menos para el fanático moderno que una entrada al MGM de Las Vegas a ver a David Cooperfield.
       Sin embargo, lo que va a estar en observación de la crítica para considerarlo un triunfo de la gerencia o un fracaso monumental de un oficinista "ciego e incompetente", será que el recién llegado pueda demostrarlo en el terreno, sin el otro flagelo del pelotero de hoy: las lesiones.
       Desde el entrenamiento primaveral, hay un escrutinio para estos jugadores que, en el 65 % de los casos, se llevan para sus casas cantidades muchas veces regaladas, porque, por una u otra molestia, requerida de intervención quirúrgica incluso, año tras años están ausentes de su puesto de trabajo hasta en el 60 % del tiempo exigido.
       ¿Por qué se lesiona tanto el pelotero moderno? ¿Cuál es la razón por la que, anualmente, la temporada comienza con más enfermos que desaparecidos en ***ón por el tsunami?
        Hasta hoy, la prensa que cubre el sector, que habituó al fanático a especializarse en matemáticas, acaso con igual dedicación que Pitágoras por las montañas de números fríos que utilizan, desnudos del comentario útil y eficiente para acercarlo a lo lógico y razonable, no dice una palabra para saber a qué atenerse.
        ¿A quién atribuirle el fracaso de los Mets de Nueva York durante las últimas temporadas? Sin discusión, al bajo nivel de exigencia de un General Manager que no tuvo ni el carácter ni la personalidad para imponer la discilina y el cumplimiento del compromiso como se supone lo exigía su función. Su intención fue lograr un club de Grandes Ligas con mayoría mucho más que generosa de latinos, especie de fusión entre el Santurce y el Licey y operar siempre en detrimento de la franquicia: Omar Minaya aplastó a los Mets, dando también la impresión de que cualquiera podía hacerlo mejor y así ningún equipo puede funcionar. Claro que fue una culpa compartida con quien lo eligió para el cargo bajo el compromiso de "el cupo latino obligatorio", bueno si la mercancía sirve, de lo contrario...
       Sandy Alderson al frente de las oficinas de los Mets quiere decir que el "ganado estuvo suelto", porque es el tipo que se identifica con la disciplina en el beisbol. Entonces, salvo imponderables ajenos al terreno de juego, desde el entrenamiento, está en su puesto de trabajo asesorando, controlando lo mucho que se desajustó con Minaya esa maquinaria. Para comenzar, Reyes dice que "primero muerto que faltar"; Beltrán no chistó por el cambio de posición y, Luis Castillo, a buscar trabajo.
      Alderson es la mejor adquisición del año, con un poco de suerte, nadie puede dejar fuera del pronóstico de contendientes por un puesto decente a los 

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Mets para el 2011. 

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