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BEISBOL 007

CAMILO PASCUAL O EL TIEMPO EQUIVOCADO‏


Por Andrés Pascual

     Cuando empezó a jugar beisbol era “el hermano de Patato” y, en la historia del juego, tal vez haya sido el jugador más barato adquirido por un club en una liga profesional; porque la transacción que le envió al Cienfuegos desde el Marianao se concretó así: “…dame 12 bates y llevátelo…” De esa forma, los Elefantes de la Liga Cubana adicionaron a su departamento monticular a uno de los más dominantes lanzadores cubanos e hispanos de todos los tiempos: Camilo Pascual Luz.
    Patato había sido la estrella del club Ceiba en la temporada juvenil de 1947. Después vendría el champion para Carlos; el Big Spring de la Longhorn League en Texas y, en 1950, los Senadores de Washington.
   El hermano mayor era un corajudo y valioso pitcher y jugador de cuadro de inteligencia innata para el juego, aptitud que le llevó a ser un scout estrella y un manager de talla, capaz de conducir al Magallanes a la primera Serie del Caribe que ganó Venezuela en 1970.
   Durante su niñez y su adolescencia, Camilo estaba indeciso entre jugar el campocorto o utilizar la serpentina; pero, cuando firmó para los sempiternos sotaneros por excelencia de la época cuando las Grandes Ligas eran verdaderamente grandes, los Senadores de Washington, ya estaba decidido a ocupar la posición que le convirtió en leyenda. Tenía solo 17 años cuando comenzó su carrera profesional en Ligas Menores, como Patato, también con los Broncos de Big Spring en 1951.
     Luego de tres temporadas de aprendizaje en sucursales, Camilo fue ascendido, con 20 años de edad, al equipo matriz del venerable Clark Griffith. Comenzaba el calvario de fracasos de quien presentaban como “el mejor prospecto derecho junto a su compatriota y compañero de equipo, Pedro Ramos”, pero incapaces de poder ganar, porque actuaban para un club que, en aquellos años, no sabia cómo se jugaba al beisbol. El impacto de Camilo y Pedro fue tan grande que, en 1957, los Yanquis de Nueva York los compraban al precio que fuera.
     Sus primeras cinco temporadas en Grandes Ligas concluyeron con récord de 26-66 y 4.69, pésimo si se le compara con sus números finales de toda una vida: 174-170, con 3.63 clp.  2167 ponches en 2930 innings; 132 completos de 404 abiertos y 36 lechadas; pero, en sus primeras cinco en Minnesotta, con un prácticamente muy mejorado y reforzado ex Senadores, concluyó con 85-44.
     Con la franquicia de expansión, está entre los 10 primeros pitchers de los Mellizos de todos los tiempos en porcentaje de ganados y perdidos; entre los que más han ganado; en juegos abiertos y en promedio de limpias por juego; contra lo común hoy de ser sustituidos sin importar la situación del juego, también está entre los diez primeros en juegos completos y en lechadas.
     Hombre tranquilo, decente y caballeroso, según Hal Naragon, que fue catcher del Washington y del Minnesotta durante la era de Camilo en esos equipos y compañero de cuarto en los juegos fuera de la ciudad capital, el lanzador cubano temía responder al teléfono; a pesar de que ya dominaba el inglés como para poderlo hacer y fue el propio Naragon quien le dijo, “…mañana respondes tú…” rompiendo el bloqueo que se autoimponía el cubano sin razón lógica más allá de “hacer el ridículo”.
     Camilo Pascual siempre se las arregló para jugar en el invierno en Cuba; a pesar de que, por su juventud y por dolores crónicos en el hombro, el dueño de los Senadores, Clark Grffith, temía que, por el exceso de trabajo en las Grandes Ligas y en el exigente beisbol invernal criollo, sufriera de cansancio conducente a una lesión. De hecho, una vez me comentó que en el único lugar que disfrutaba lanzar era en el Estadio del Cerro.
     A finales de los 50’s, una dirigencia mas preparada, más capaz y de mucha más personalidad que la de hoy en la Confederación de Países del Beisbol Profesional de Invierno, logró un acuerdo con las Ligas Mayores consistente en que cualquier jugador nativo o importado podría actuar en sus ligas asociadas de Panamá, Cuba, Venezuela y Puerto Rico sin necesidad del permiso del equipo de Grandes Ligas a que perteneciera; pero, para regular por cuenta propia el asunto, los clubes de las Mayores comenzaron a colocar una proposición de bono en su contrato anual, que era la forma con la que la “Cláusula de Reserva” intentaba imponerse a la autorización; era la etapa sin el dañino contrato multianual y se cuenta que a Camilo Pascual, para la temporada de 1958, le ofrecieron 2000 dólares por no lanzar con el Cienfuegos; sin embargo, por dolencias reales en el brazo, el oriundo de la Virgen del Camino solo trabajó en 3 juegos en aquella campaña, 1957-58, que fue ganada por el Mariano con Bob Shaw, Miguel Fornieles y el zurdo Rodolfo Arias como “sota, caballo y rey” de la “Ciudad que Progresa”; después seguiría en la trinchera de los Elefantes hasta la suspensión del beisbol profesional en 1961.
      En 1962 Camilo perdió 34 juegos del calendario por lesiones y en 1963, 36; en 1965 ya estaba lesionado de tal forma que, aunque se mantuvo 6 años más en Grandes Ligas, no recuperó otra vez su extraordinaria forma; por lo que su actuación en la Serie Mundial de ese año contra los Dodgers de Koufax fue breve e inefectiva.
      Conocedor natural del juego como serpentinero de inteligencia intuitiva, solo le escaseó el elemento que nunca se puede dejar en el olvido a la hora cero: la suerte…a este tremendísimo monticulista, como a Ramos, a Luque, a Consuegra y a Fornieles, les tocó lanzar en el club y en el tiempo equivocados.



 Pie de grabado: Para cualquier cubano “de antes”, Camilo Pascual discute el mejor pitcher de todos los tiempos en la Isla.

 

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