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BEISBOL 007

DISCIPLINA Y HOMBRES FUERTES EN EL BEISBOL‏


Por Andrés Pascual

       Al margen de que, para poder salir de una racha de juegos perdidos nunca se ha botado ni a uno ni a dos ni a veintidós jugadores, sino al manager, hay que analizar que, a veces, la blandenguería, el paisanismo o cualquier otro tipo de “ismo” tolerante, puede ser la causa del derrumbe de un club.
       Por ejemplo, sin esconderse, a puertas y ventanas abiertas, tal vez porque creyó lo que escribían sobre él algunos cronistas hispanos borrachos del peligroso protagonismo regionalista, Omar Minaya se constituyó en la más formidable 5ta columna de los Mets de Nueva York; su aparente única preocupación fue competir con aquel Pittsburg de principios de los 70’s que salieron al terreno, un solo día, con una alineación de jugadores negros.
      El horizonte del dominicano era más amplio: no un line-up, sino un club “latino” completo. Para tan “progresista” idea, daba lo mismo un jugador hispano, preferentemente boricua o dominicano cojo, que un manco, que otro anciano, que alguien a quien le quedaran 2 días de aceptable rendimiento y sobre todo, acostumbrar “al nuestro”, “al hermano latino”, porque, a fin de cuentas “somos uno”, a la vagancia, a la apatía, al desgano y a la más inaceptable falta de respeto posible al público…si el americano se molestaba, bueno, era su problema y David Wright cayó afectado por la irresponsabilidad y la inefectividad asfixió su desempeño considerablemente.
      Entonces botaron a Minaya y contrataron a Alderson, que tuvo que enfrentar una casi conspiración de algunos como Reyes y Beltrán, que no se resignaban a perder el beneficio de hacer lo que les diera la gana y aguantaron el juego y tuvo que intervenir el dueño y hablar duro, con amenazas… que todo esto fue verdad lo refleja el cambio de actitud en esos dos jugadores y en otros.
       En los Marlins ocurrió igual con Hanley Ramírez y Edwin Rodríguez: el shortstop tenía vía libre para jugar como quisiera y, como lo que le interesaba era el salario, con un manager consentidor, pues, a vivir la vida tipo resort, sin muchas complicaciones ni responsabilidades… ¿El promedio? Si tiene permiso, especie de patente de corso en la relación entre “buenos socios” manager-jugador, ¿A quién le importa? ¿Que el equipo no gana? no te preocupes, que la epidemia del bajo rendimiento se expandirá a otros jugadores que se van a afectar por lo que se le permite a alguien y la culpa será colectiva y de todos los departamentos.
      La llegada de Jack McKeon y el jarabito de “o te compones o vamos a ver” que le dio a Hanley Ramírez y la recuperación paulatina de su juego, que se supone que sea el de una estrella, que justifique su salario, no dejan margen a dudas.
      Ahora, todo es posible por el “desarrollo y las concesiones del entorno laboral de hoy”: la agencia libre, el Sindicato, el contrato a largo plazo, la obligada colocación de gente poco eficiente y de carácter ajustado a patrones inaceptables para el cargo por lo del “cupo de las minorías” y, sobre todo, porque las oficinas de las Mayores no aguantan más desmoralización. Así de sencillo.


 Reyes y Beltrán, “más tranquilos que estate quieto”

 

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