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BEISBOL 007

ESO NO ES UN HOMENAJE, ES UNA PROFACION‏


Por Andrés Pascual

       Miami se ha desbordado de cubanos de “la comunidad”, que son los que llegan bajo una sola condición personal: “mi problema no es político”, cuestionable de arriba abajo, pero discutible en otras instancias.
       Como que no conocen la historia patria ni les interesa, pues tampoco tienen identidad, sino una etiqueta de ciudadano impuesta para representar y defender intereses de otro orden de cosas, que para vivirla con el orgullo que merece.
       Por estos días hay una convocatoria a un juego-homenaje al pitcher zurdo del Almendares Miguel Cuellar y a un catcher de la pelota castrista nombrado Pedro Luis Rodríguez (de quien nunca he escuchado quejas o denuncias por actividades castro-comunistas, vale la pena decirlo), que jugó para el equipo llamado Provincia Habana (o Habana campo) y que logró integrar la novena del dictador a eventos internacionales.
       Cuando de un pitcher como Cuellar se trata, supongo que muchos invitados duden entre asistir o no, sobre todo los ex peloteros que pertenecen a la Federación, porque, “figúrate, pudiera verse como una acción” al recientemente fallecido estrella del Baltimore, cuando lo que se debe tener bien claro es que lo que significaría una ignominia, que incluye a todos los muertos y vivos que jugaron pelota desterrados de su patria en el período 1961-1986 (año del retiro de Tani Pérez), además de a Cuba, a la lucha por su libertad y a los luchadores que han muerto tratando de lograrla, sería unirse a Marquetti y compañía para semejante escarnio.
       Gracias al creciente número de fanáticos de “la comunidad” de nueva edición es que  se posibilita este tipo de eventos, no solo de mal gusto, sino politizados en su objetivo que, a la manera como hace años el tirano autorizó en la Isla a que se invitara a peloteros que él mismo hizo abandonar el país, para hacer “un gran juego del recuerdo entre hermanos”, se busca dar una imagen de unión que no es posible por el abismo ideológico que separa, hasta dentro de Cuba, a las dos bien definidas nacionalidades que ya logró la tiranía.
       El carácter del juego que se organiza es mercantilista, en nada patriótico ni sublime por sus ideas, mucho menos que busque imponer ni el orden ni recuperar la hermandad entre dos públicos bien diferentes y separados de una ciudadanía.
       Cuéllar es un gancho de atracción para convencer al ex jugador de la Federación a que asista, sin embargo, el público único y natural de este tipo de jugador es el exiliado, que hace poco por recordar y atender a estos atletas promocionalmente ni investiga por qué las instancias patrioteras reclamantes que lo representan en la lucha, no toman al deporte en el carácter con que lo hace el castrismo: como un arma importante en la confrontación ideológica, útiles para contrarrestar actividades como esta o como el veneno que tratan de inocular desde MEGA-TV o AMERICA-TEVE; ni por recuperar la celebración de la fiesta anual del Salón de la Fama del Beisbol Profesional Cubano que, a lo mejor, ni conocen.
      Tal vez habría que investigar qué creen que es patria y, sobre todo, lucha por la libertad de Cuba entre todos ellos, desde congresistas hasta activistas radiales y/o líderes de organizaciones anticastristas, a ver cuál es la razón por la que se interesan tanto en Pablo Milanes; mientras Marquetti se bandea a como le dé la gana en cualquier terreno de Miami, con una fiesta cada dos semanas y las glorias del beisbol cubano, las verdaderas, sin recuerdo ni reconocimiento ni en la cafetería del Versalles.
      El público de Marquetti y el otro “homenajeado” está asegurado, ese sí responde a los llamamientos de “reafirmación socialista”, aunque lo quieran disfrazar con el anuncio de los nombres de Mike de la Hoz, Tony Taylor o Casanova haciéndola pasar como muestra de que “lo político no se debe mezclar con el deporte”. Es el mismo público que no sería capaz de identificar al Haitiano González en una foto ni le es familiar su nombre, lo peor y motivo como para que se rechacen este tipo de actividades, es que tampoco le interesa.
       La provocación, a pesar de cuidarse para poder tomarle el pelo al incauto, siempre está ahí, como símbolo de lo que cree el organizador que es el beisbol cubano: “Pedro Luis Rodríguez, considerado el catcher más bateador de la pelota cubana de todos los tiempos…”, lo anterior que, además, compromete al ex pelotero con algo tan sagrado como la leyenda del besibol cubano de forma negativa, eso solamente, es la  advertencia sobre la peste que debería alejar del lugar a los cubanos decentes y patriotas, fanáticos o ex peloteros.
      El miembro de la Federación que haga acto de presencia allí debería ser reconsiderado como miembro y, si pertenece al Salón de la Fama del Beisbol Profesional, expulsarlo; si hubiera que crear un estatuto al efecto, que se cree; a fin de cuentas, la Confederación del Caribe, para invitar a la tiranía al evento, viola constantemente uno que impide la participación de países cuyos gobiernos efectúen intervención capital en sus campeonatos de beisbol.
      La atmósfera, tan peligrosa para la libertad de Cuba, exige medidas radicales de este tipo; o, en poco tiempo, no habrá espacio ni para la resignación.



Pedro Luis pago los platos rotos y es lastimoso

 

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