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BEISBOL 007

EL RECURSO DE LA HUELGA EN EL DEPORTE PROFESIONAL

Por Andrés Pascual

       A raíz de la huelga de jugadores de las Grandes Ligas en 1994, un amigo me escribió desde Cuba lo siguiente: "Que vengan pa'cá, pa'que vean lo que es bueno…" criterio equivocado, pero utilizado allá a la hora de desacreditar el paro con su tragedia como experiencia. 
      Lo que se le olvidó a muchos cubanos; otros, ni lo saben, es que la huelga es un derecho del trabajador capitalista, por mucho que cueste llamar así a millonarios en toda la extensión de la palabra.
      Lo que mi amigo debió cuestionarse fue ¿Por qué los de aquí no hacen eso? Bueno, porque el dueño de los equipos, de los bates, del público, del estadio, del MININT  y de las FAR es el mismo; por lo tanto no hay libertad de expresión ni de asociación, tampoco el Sindicato de Peloteros y la dictadura no les paga por jugar. Hace 50 años que aceptaron entusiasmados la etiqueta de amateurs y la tiranía, respetuosa al máximo del ideal del Barón Pierre de Coubertein, no contamina al aficionado pagándole por jugar pelota, que queda en el marco de "actividad sana y desinteresada para prepararse ante la tarea mayor de un revolucionario: enfrentar al imperialismo yanqui cuando invada".
      Sin embargo, la huelga en el beisbol desembocó en una casi catástrofe, porque, para recuperar al público airado, se produjo el contubernio Sindicato-Beisbol Organizado con el Comisionado como llave capaz de abrir una gaveta llena de cucarachas, que trajo como consecuencias "la vista gorda" ante el uso de las sustancias prohibidas para favorecer las atractivas carreras de jonrones, mácula que manchó el expediente de muchos peloteros por la evidencia o por las sospechas y, todos juntos, la credibilidad de una era del beisbol.
       La NBA está en huelga, la Liga Española de balompié, durante las dos primeras fechas, también; hace poco lograron acuerdos en la NFL y, como si no alcanzara el postre, el boxeador Kelly Pavlik se negó a pelear hace dos semanas, porque "se siente abusado por sus manejadores"; pero ¿Qué es esto?
        Sin ánimo de socavar el espíritu de libertad de todo tipo que tienen los obreros capitalistas, nadie puede negar que una huelga erosiona la base moral, incluso económica de las entidades en pugna, con afectaciones graves a terceros que se encargan de asegurar la marcha exitosa del espectáculo, pero que necesitan el dinero en pago por el servicio, desde la hotelería al sector de los viajes; además, le crea un malestar especial a quien no puede lesionarse de ninguna manera: el publico.
         Cuando el fanático del beisbol, del baloncesto, del balompié…se decida a hacerse sentir por el abuso de las huelgas, no será necesario "que los manden pa'lla" como solucionó el dilema mi socio cubano, desde ese momento van a entender los implicados, del deporte que sea, que este peligroso asunto no es de "tío, pásame el río".
El recurso de la huelga en el deporte profesional

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