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BEISBOL 007

El lamento de los Mets‏

Ed Kramery Bob Apocad son nombres poco familiares. Y se preguntaran ustedes, amigos lectores ¿quiénes son estos dos hombres? Bien, les aclaro esa duda. Ellos son los únicos dos peloteros que jugaron toda su carrera con los Mets de Nueva York. Sí, increíble pero cierto.

¿Por qué traigo esto a colación? Sencillo, porque se suponía, al menos en la mente de muchos, incluyéndome a mí, que finalmente los Mets iban a tener un o un par de ídolos y superestrellas desarrollados en su sistema de ligas menores y que jugaran toda su carrera con el equipo, y esos ídolos y superestrellas que se suponía cumplirían esta misión eran el dominicano José Reyes y David Wright.

Pero no será así. Los seguidores de los Mets se acaban de llevar una desilusión, de las tantas que han sufrido, tras la partida de Reyes a Miami, para jugar a partir del 2012 con los renovados Marlins luego de firmar un lucrativo contrato de seis temporadas y $106 millones, con una opción de un año y 14 millones de los verdes que elevaría a $120 millones el total del acuerdo.

Se suponía que José era intocable, que su destino era ser el rey de Queens por muchos años. Pero no será así. Los Wilpon no hicieron nada para asegurarle el "futuro de su familia" al campo corto quisqueyano.

Esto deja, por el momento, a Wright como la última esperanza de que finalmente se cumpla el sueno de miles de seguidores de la novena de ver a un jugador de lo suyos retirarse vistiendo la casaca blanca, azul y naranja. Los dueños de los Mets y el gerente general Sandy Alderson han dicho que el antesalista no es pieza de cambio, lo que alimenta esa ilusión. Pero ojo, que no se fíen mucho, ya que en la situación económica en la que están metidos y el proceso de reconstrucción que llevan a cabo podría obligarlos a ejecutar un cambio ya sea a mitad de la venidera temporada o durante el próximo invierno.

La partida de Reyes demuestra la poca habilidad y capacidad que tienen los Mets de mantener a sus superestrellas que ellos mismos han desarrollado. Un ejemplo claro de esto es el legendario lanzador y miembro del Salón de la Fama Tom Seaver (1967-1977, 1983), quien los ayudó a ganar el primero de sus dos únicos cetros de Serie Mundial en 1969.

Todos los que siguieron la carrera de Seaver pensaron que el serpentinero sería un mets durante toda su carrera, pero no fue así. Lo cambiaron a los Rojos de Cincinnati el 15 de junio 1977. Regresó al equipo en 1983, para sorprendentemente dejarlo ir otra vez y conseguir su victoria 300 con el uniforme de los Medias Blancas de Chicago el 4 de agosto de 1985 en Nueva York ante los Yankees.

El era y ha sido lo mejor que han cosechado los Mets, sin embargo no fue un met durante toda su carrera. Dejo huellas y números impresionantes en el equipo.

Reyes, al igual que Seaver, era ídolo y dejó sus huellas, dejando marcas de anotadas (735) y robadas (370).

Otras grandes luminarias que en su momento se pensó que jugarían también toda su carrera con la novena de Queens fueron el toletero Darryl Strawberry y el ponchador Dwight Gooden, quienes fueron la piedra angular de los Mets que ganaron la Serie Mundial de 1986. Ambos finalizaron su carrera en Nueva York, sí, pero en El Bronx con los Yankees. Para los sufridos seguidores de los Mets resulta frustrante ver que los Yankees sí se pueden dar el lujo de decir que los Lou Gehrig, Earle Combs, Joe Dimaggio, Mickey Manttle, Whitey Ford, Don Mattingly y Bernie Williams terminaron sus ilustres y legendarias carreras como miembros del equipo.

Estos mismos seguidores veían a Reyes como el Derek Jeter, el Carl Ripken, el Tony Gwyn o el Stan Musial de ellos. Pero todo quedó ahí, en una visión, un espejismo, una ilusión.

Ahora cruzan los dedos para que Wright sea ese mesías, el elegido. Pero quién sabe, tal vez como Jesús en la tierra, tiene sus días contados en Queens.

AUTOR:  Sadiel Lebrón/ ESPN

 

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