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BEISBOL 007

Barry Larkin es un verdadero Inmortal del Béisbol‏

Yo pasé 14 años en la oficina central de los Rojos de Cincinnati, de 1990-2003, los últimos 11 como vicepresidente y gerente del equipo y me sentí bendecido de observar a Barry Larkin dominar el lado izquierdo del diamante como campocorto regular durante toda mi estancia. Fue un honor no solo porque Larkin era un futuro miembro del Salón de la Fama, sino porque él representó todo lo que era correcto en el béisbol dentro y fuera del terreno. Un hombre de gran carácter, Larkin fue un líder, un maestro, un motivador, gran hermano, y por encima de todo eso, un ganador. Todas esas cualidades se ven recompensadas hoy con la noticia de que Larkin ha sido electo al Salón de la Fama del béisbol.

En el terreno, ganó el JMV de la Liga Nacional en 1995, participó en 12 Juegos de Estrellas, se ganó nueve Bates de Plata y cuatro Guantes de Oro. En 1996, Larkin se convirtió en el primer torpedero en la historia del béisbol en conectar 30 cuadrangulares y robarse 30 bases en una misma temporada y solo otros dos torpederos han jugado en más Partidos de Estrellas -- Cal Ripken Jr. y Ozzie Smith.
Los Rojos de Cincinnati lo escogieron en el séptimo turno de la primera ronda del sorteo de 1985 procedente de la Universidad de Michigan. El escucha que lo firmó fue Gene Bennett, quien se refirió a él como un jugador de "siete herramientas", contrario a lo que usualmente dicen los escuchas de "cinco herramientas". Esto fue así porque Larkin lucia por encima del promedio en las siguientes categorías: correr, batear, batear con poder, lanzar, y fildear, al igual que presencia y liderato. De hecho, Larkin lo tenía todo en términos de forma física, control del cuerpo, alcance, rapidez en su primer paso, contacto con la zona buena, ritmo, seguimiento a la pelota, intelecto de béisbol e instintos.

A pesar de todas las estadísticas avanzadas y la sabermetría, todavía hay ciertos elementos del juego que no pueden definirse sin ver los partidos. Con un corredor en segunda y nadie fuera, y con Larking en el plato, yo siempre me podía ir a tomar una taza de café en mi suite de gerente, sabiendo que si Larkin no podia conseguir un hit, por lo menos podia hacer que se moviera el corredor a la tercera base con una roleta por el lado derecho.

Y su desprendimiento era evidente también en el camerino. Larkin fue un mentor para prácticamente todos los jugadores jóvenes durante su estancia, desde Aaron Boone a Sean Casey a Mike Cameron a Dmitri Young, entre otros. Él sabía cuando darle a un compañero una patada en el trasero, una palmada en la espalda, un discurso de motivación, una lección sobre la ética del trabajo o consejos para mejorar su fildeo, bateo, mecánicas de envíos o corrido de bases. Era un líder tan natural que lo nombré capitán del equipo.

Se tomó dicho nombramiento bien en serio y lideró con su ejemplo. Cuando se necesitaba que su voz fuera escuchada, ahí estaba él. Y cuando él sentía que necesitaba otra voz, su compañero Lenny Harris hablaba por él en algunas reuniones en el camerino. Cuando un jugador joven no sabía que ropa ponerse, Larkin se lo llevaba al centro comercial mientras estaban en la carretera y le compraba ropa nueva. Cuando un jugador no sabía como comportarse como profesional, Larkin le enseñaba. Cuando un jugador necesitaba trabajar con sus destrezas, ahí estaba Larkin temprano para trabajar con él. Como me dijo una vez Casey: Larkin era como tener un coach extra y un maestro en el terreno; siempre era el equipo primero, y Larkin segundo.

Como su gerente, Larkin me ayudó en muchas maneras. La franquicia siempre tenía problemas financieros y para poder competir tuvimos que firmar agentes libres baratos. Así que él me ayudó a reclutar agentes libres como Ron Gant, Tony Fernández y Benito Santiago y muchos más que terminaron firmando con los Rojos.

También yo consultaba con él algunas movidas de jugadores con el pasar de los años, porque siempre quería estar seguro que los jugadores que yo estaba pensando traer encajarían en el camerino, al igual que las evaluaciones básicas de los jugadores. Recuerdo una instancia temprano en mi mandato como gerente donde nos debatíamos por el valor de un jugador joven en particular porque nosotros tuvimos la oportunidad de hacer un cambio, pero yo no quería poner a ese jugador en la transacción. Larkin dijo que estuvo de acuerdo con mi evaluación inicial de que el jugador era un defensor por encima del promedio, capaz de conectar 25 jonrones y de remolcar 100 carreras en un año.

Sin embargo, él me djo que observara cuidadosamente al jugador en la octava y novena entradas en los partidos de una carrera para que viera lo que el jugador podia hacer tanto a la defensive como a la ofensiva, sugiriéndome que el jugador no podría hacer las cosas necesarias cuando más contaba. Observé a ese jugador con mucho cuidado por dos meses luego de nuestra conversación y eventualmente cambié a ese jugador. El acuerdo ayudó mucho a nuestro equipo, gracias al conocimiento y consejo de Larkin.

La lealtad cuenta
Larkin firmó una extension de contrato de cinco años y $25 millones con los Rojos durante el pico de su carrera aún cuando sabía que su valor en el mercado estaba cerca de los $30 millones. Él prefirió que el equipo invirtiera dicha diferencia en otros jugadores para darle a los Rojos mejores oportunidades de ganar. El campeonato de la Serie Mundial para los Rojos en 1990, junto con los banderines divisionales en 1994, 1995 y 1999 no habrían sucedido de no haber sido por el desprendimiento de Larkin.
Además mantuvo su character y siguió siendo leal al equipo, cuando en 1993 la dueña del equipo Marge Schott hizo unos comentarios racistas. Schott fue suspendida por esos comentarios, y Larkin, siendo de raza negra, fue asediado por varias organizaciones, como la NAACP, Major League Baseball, los fanáticos y la prensa.

De los 206 ex jugadores que han sido exaltados al Salón de la Fama, solo 47 de ellos pasaron toda su carrera con un solo equipo, y solo dos de ellos con los Rojos de Cincinnati, Johnny Bench y Bid McPhee. En dos ocasiones por separado yo traté de que se pusiera otro uniforme. Hacia el final de su carrera, con los Rojos sin esperanza de subir en la tabla de posiciones, el presidente del equipo me pidió que cambiara a Larkin. Orquesté un cambio con los Mets de Nueva York y dejé la decisión en manos de Larkin. Él adora a Nueva York; incluso le puso el nombre de Shea a uno de sus hijos en honor al viejo estadio de Queens. Luego de mucho pensamiento, rechazó el cambio por su lealtad a Cincinnati. Se graduó de la secundaria Moeller, que queda a 20 minutos del Riverfront Stadium.

Cuando me uní a los Nacionales de Washington en el 2004 como su gerente, fui donde Larkin para ofrecerle la oportunidad de finalizar su carrera como torpedero en la capital de la nación. De nuevo, tras darle serio pensamiento, decline la oferta, y en cambio se unió a mí como asistente especial del gerente, una posición que mantuvo hasta que se fue de comentarista para ESPN. Yo me alegro de que rechazara ambas ofertas; él se merece entrar al Salón de la Fama con una sola camiseta, una sola gorra y un solo legado para un solo equipo.

AUTOR:  Jim Bowden/ ESPN

http://espndeportes.espn.go.com/blogs/index?entryID=1445094&name=jim_bowden&cc=5800

 

 

 

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