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BEISBOL 007

EL ELOGIO TIENE QUE SER CAUTELOSO…‏

Por Andrés Pascual

 

Ningún jugador que llegue de Cuba debe tener el exagerado “dossier” de virtudes para el juego como el que han rellenado para Yoenis Céspedes algunos cronistas, tradicionalmente cabilderos de la tiranía castrista varios, en lo que casi aparenta una bien engrasada campaña pagada. Hasta americanos han repetido lo que “vieron o salió” de República Dominicana.

¿Qué el pelotero es talentoso? Aceptable, ¿Qué casi es, como lo han descrito, un superestrella del juego capaz de emular a Willie Mays? Por favor…

Pero los tiempos son diferentes en todo a la etapa gloriosa del pasatiempo, cuando una estrella no tenía que justificar por medio del WAR, o de otros sofisticados parámetros que lo era, sino batear bien, fildear bien, tirar bien, correr las bases bien y, lo que no tienen muy en cuenta los “sabiométricos”, pensar mejor, saber cómo se juega y jugar con decencia y honestidad para el único que juzga con razones demoledoras: el respetable público. Todo lo demás es bobería.

Hasta las Grandes Ligas se están deslizando por este canal a ningún lado cuando basan sus argumentos en que “bateó tantos jonrones en la Liga Cubana (que no cumple un solo requisito para llamarla así), que promedió tanto, que corrió más cuanto…”

Yo quisiera saber la razón por la que los scouts, que se supone que estén al tanto de la decadencia de la pelota castrista; de su perdida sostenida de clase para empeños mayores, en la que el pitcheo del equipo que hacen para eventos internacionales no tiene la mínima clase competitiva profesional por el desconocimiento y la mala práctica técnica, valoran a Céspedes por lo que hizo en las seriecitas de allá, donde se supone que el desastre sea más evidente, porque si un pitcher de su equipo mal llamado nacional es como luce de incapaz, ¿Cómo será el 2do, 3er o 4to abridor de una de las novenas provinciales, precisamente contra quienes el oriental bateó la barbaridad que dicen?

Ojalá el muchacho sea mejor que Willie Mays, a fin de cuentas, nunca algo necesitó más de un palo efectista como el beisbol de la Cuba de hoy, el que, como la sociedad castrista, no solo ha perdido la clase histórica, sino la moral, la credibilidad y la honra que necesita para mantenerse como influencia de algún nivel de importancia en el circuito caribeño.

Sin embargo, después de 10 meses sin jugar, se le ocurre a algún inteligente que está detrás del pelotero, que no juega ni sabe cómo funciona el boomerang del juego de pelota por muy “agente estrella” que sea, permitir que las Aguilas Cibaeñas, en medio de la lucha por la clasificación en el beisbol Invernal de Dominicana, le incluyeran en su plantilla.

Hasta hoy, el jugador no había hecho nada notable, sino recibir 4 ponches en 7 veces al bate y un golpeado por lanzamiento.

Se supone que a las Grandes Ligas se llegue a jugar, no a aprender, lo que debe quedar para la trayectoria de Liga Menores, sin embargo, como que todo ha cambiado para mal del juego, pues un pelotero está solo dos meses, 3 o un año, entonces lo suben sin saber cómo se juega; es decir, lo envían a la “academia mayor”, al sitio que, se supone, su objetivo sea jugar para contribuir a la victoria.

Posiblemente a Céspedes le sugirieron que jugara para que fuera relacionándose, aprendiendo, al lado de Tejada y compañía, los secretos de un juego que es muy diferente al que acostumbraba en Cuba; sin embargo, el momento, porque es de competencia final con vistas a ganar el campeonato, le quita solidez a la idea: esta no es la época de hacer debutar a un aficionado de pelota clase mala en el profesionalismo caribeño, no procede.

A lo que sí exponen al jugador es a que los buscadores de las Mayores hagan lo que no hicieron antes, ni más ni menos que, luego de observar detenidamente al cubano con las Aguilas Cibaeñas, concluir que, posiblemente, Willie Mays le quede un poco más lejos que lo que les dijeron o vieron “haciendo sombra” sin la presión del juego.

 

 

 

Yoeni Céspedes, demasiada propaganda repugna

 

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