Blogia
BEISBOL 007

LA CARRERA QUE HIZO LA DIFERENCIA

Por Andrés Pascual

Cuando el pitcher Raúl Sánchez anotó la carrera decisiva en el juego entre los Cubans y el Minneapolis que le daba la victoria a los antillanos en la Pequeña Serie Mundial de 1959, el club de Bobby Maduro se convertía en mucho más que otro campeón por el Circuito Internacional Triple A del Beisbol Organizado…

El primer esfuerzo se convirtió en éxito a mediados de los 40 cuando, dese 1946, los Havana Cubans le cambiaron el nombre a la Liga de la Florida convirtiéndolo en Liga Internacional de la Florida Clasificación B. Este equipo, manejado en sus inicios por Merito Acosta y Joe Cambria, hizo una dinastía sus años en el circuito.

Maduro también participó como propietario de los Havana Cubans, sin embargo, el emprendedor urbanista iba mucho más allá que mantenerse en niveles inferiores a Clase Triple A.

Cuando fue aprobada la sede habanera para los Azucareros, Bobby era el dueño del Estadio del Cerro y de los Elefantes del Cienfuegos de la Liga Cubana, club que vendió a Cucho Rodríguez Gali y a Guille Alonso Bermúdez para dedicarse por entero al tremendísimo empeño de la franquicia en Triple A.

A diferencia de los demás equipos de la Liga Internacional, los Cañeros no eran un equipo sucursal en el sentido tradicional del término, sino que mantuvieron, hasta su desaparición, un Acuerdo de Trabajo con los Rojos del Cincinnatti que les permitía recibir refuerzos del club de la Nacional y venderles jugadores que serían promovidos a las Grandes Ligas.

Por tal razón, los Cubans se abastecían de jugadores cubanos o hispanos de otros países que no estuvieran bajo contrato con ninguna Organización, además de recibir el tipo de refuerzo permitido bajo el acuerdo con el club del Viejo Circuito.

Durante 6 campañas y media se mantuvieron los Havana Sugar Kings (nombre oficial para la Liga, una vez que en el Beisbol Organizado no se bautiza con el del país ni con el del Estado a un club) en la Liga Internacional con un buen par de buenos años, el primero, por una clasificación a los playoffs y el segundo, ganándolos e imponiéndose también en la Pequeña Serie Mundial.

Únicamente la política de intervención terrorista antiamericana del castro-comunismo podía liquidar el sueño de Bobby Maduro, que no concluía con los Cubans: el slogan “Un paso más y llegamos” representaba la posibilidad de recibir la garantía, por las expansiones de los sesentas, de que un club de Liga Grande pudiera trascender la frontera norteamericana e instalarse en el Mar Caribe.

Todavía ni a Bobby Maduro ni a los Cubans se les ha hecho la justicia que merecen como la más grande iniciativa del beisbol en la historia del deporte en Latinoamérica: por la osadía, las relaciones y la visión de Maduro se logró para La Habana el símbolo de la grandeza de la ciudad, porque un club de categoría Triple A solo era posible en una que cumpliera las muchísimas garantías y requisitos que exigían, tanto las Ligas Menores como el Dpto de Estado y el Beisbol Organizado en pleno.

Definitivamente, los Cubans Sugar Kings representan aún la diferencia entre una Habana magnífica, alegre y capaz, que tenía un prometedor futuro como posible asentamiento de un club de Grandes Ligas, lo que hubiera colocado a aquella capital en los niveles máximos de desarrollo de cualquier ciudad americana. Eso, a fin de cuentas, representaron los Reyes del Azúcar en el firmamento deportivo americano.

 

 

Nadie ha igualado el empeño todavía

Nadie ha igualado el empeño todavía

0 comentarios