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BEISBOL 007

Núñez: La prueba decisiva para el Salón

Llegó la hora: esta es la prueba decisiva para la era de los esteroides.

Los miembros del Salón de la Fama del béisbol le dieron la espalda a las candidaturas de Mark McGwire, Rafael Palmeiro y Jeff Bagwell por sospechas o pruebas de que utilizaron sustancias para mejorar el rendimiento, pese a que los tres cuentan con las credenciales para estar en Cooperstown.

Pero la próxima votación constituye el examen de rigor más fuerte, al aparecer por primera vez un grupo de nombres prominentes como Barry Bonds, Roger Clemens y Sammy Sosa.

Más de 600 miembros de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Estados Unidos tienen un mes para decidirse en torno al dilema si el consumo de drogas –ya sea por admisión, un control que dio positivo o la sospecha por parecerse a Popeye de un día al otro– debe cerrarles las puertas al templo de los inmortales del béisbol.

La tendencia marcada por las últimas votaciones no favorecen al trío Bonds-Clemens-Sosa.

Pese a ser décimo en la lista histórica con sus 583 jonrones, McGwire nunca ha alcanzado un cuarto de adhesiones tras haber reconocido que consumió esteroides y hormona del crecimiento humano.

El cubano Palmeiro se encuentra dentro de un grupo de cuatro jugadores con al menos 500 vuelacercas y 3.000 imparables. Hank Aaron, Willie Mays y Eddie Murray son los otros tres y todos están en el Salón de la Fama. Pero Palmeiro dio positivo a dopaje en 2005 y en los dos años en los que su nombre ha aparecido en la papeleta no ha pasado del 12,6% de los votos.

Sin que su nombre fuese salpicado en una investigación, mucho menos con un resultado positivo, Bagwell no ha podido alcanzar el 75% de los votos necesarios para ser exaltado en sus dos primeros años de elegibilidad. La mera apariencia de sus robustos músculos ha valido para marginarlo, si bien más cerca que McGwire y Palmeiro, puesto que obtuvo un respaldo del 56% en el último escrutinio.

¿Qué va a pasar cuando en enero próximo se anuncien los resultados de la nueva votación?

Bonds, encontrado culpable en 2011 por un cargo de obstrucción a la justicia, posiblemente no entrará en la primera vuelta, pese a ser el rey histórico de jonrones con 762.

La misma suerte debe acompañar al dominicano Sosa, quien protagonizó con McGwire un memorable duelo de jonrones en 1998. Pero el dominicano, según una versión del diario New York Times, habría dado positivo por dopaje.

Otro tanto ocurre con Clemens, siete veces laureado con el premio Cy Young.

A la mayoría de la masa de 600 votantes les importa poco los reiterados desmentidos de los tres, cuyas estadísticas sobran para colocarles en el Olimpo del béisbol de Grandes Ligas.

Y es aquí es donde encontramos el dilema, uno en el que se debe tomar en cuenta la razón de ser de un Salón de la Fama.

Imagínese irse de excursión a Cooperstown, dar un recorrido a los pabellones del recinto y no encontrar los nombres de Bonds o Clemens, ambos metidos en la discusión sobre el mejor bateador y el mejor lanzador en la historia del deporte.

¿Se debe borrar la historia del deporte?

La respuesta es no, por más que uno puede tener la razón al decir que estos personajes cometieron trampa.

Como miembro de la BBWAA (las iniciales en inglés de la asociación) y reportero de The Associated Press, me toca votar por primera vez en 2014.

Mi inclinación es declinar ejercer el voto al considerar que cubro diariamente los pormenores del béisbol y no deseo bajo ningún concepto poner en conflicto mis tareas.

Pero mi juicio sobre la era de los esteroides es que existió y no se puede tapar el sol con la mano. Los Bonds, Clemens, Sosa y Mike Piazza (otro más bajo sospechas) consiguieron sus números y los mismos existen. Ellos, al final de cuentas, serán los que deberán afrontar las consecuencias si al ser electos reciben el rechazo de los fanáticos, tal vez con abucheos en la ceremonia de exaltación.

Así de simple se debe afrontar el asunto. Los votantes no deben asumir el papel de fervientes defensores de la moral al escudarse con los requisitos de “integridad” y “carácter” que se resalta en la papeleta. Es absurdo ponerse a votar en base a la suposición o presentimiento de que tal pelotero se dopó o no.

Lo que se debe dejar a un lado es seguir machacando n el mito de que el consumo de esteroides antes que se comenzaran a realizar las pruebas antidopaje no era “ilegal” o estaba “prohibido”.

Los esteroides habían sido poscritos desde muchoo tiempo atrás, específicamente en 1991. El que mucha gente, desde los jerarcas de Grandes Ligas, el gremio de jugadores y hasta la prensa, se hizo de la vista gorda, es harina de otro costal. Y los peloteros sabían que estaban obrando mal, lo cual se infiere en la forma en la que se espantan cuando se habla del tema.

Eric Núñez / MLB.com

 

 

 

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