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BEISBOL 007

Luis Castillo y su doble hazaña en el boxeo azteca

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San Luis Potosí, San Luis Potosí.- Siempre pensó ser campeón de box y guiado por la Luz de Dios para no caer en la oscuridad y esclavizarse en vicios que destruyen el alma, fue diariamente positivo venciendo malos pensamientos dando alegría al corazón imponiéndose a los problemas que presenta a diario la vida al no olvidarse de la Santísima Virgen de Guadalupe que le dio fortaleza para convertirse en titán del ring, siendo durante cada día entusiasta y triunfador dejando ser mediocre.

Luis Castillo del barrio de La Merced en el Distrito Federal, hijo de humildes comerciantes, que solo tuvo estudios primarios para dedicarse a la venta de jitomates es este titán del ring que tiene hazañas deportivas al ser doble campeón de México en peso mosca y gallo pudiendo ser monarca mundial no permitiéndoselo el entonces invencible Manuel Ortiz, californiano hijo de madre potosina con quien sostuvo tres reñidos combates sin lograr el triunfo.

Castillo murió el 25 de julio del año 2000 a la edad de 82 años. Nació en agosto de 1918. Casado con una cubana que conoció cuando hizo brillante campaña en La Habana, Cuba, ganando a los mejores de la isla caribeña haciéndose ídolo donde se ganó el mote de "El Acorazado de Bolsillo" por su baja estatura y tremenda pegada. Junto con Bernabé "Babe" Vázquez y Kid Anáhuac son los boxeadores mexicanos que han conquistado la tierra de Fidel Castro.

Tengo las satisfacción de haberlo entrevistado y recordarlo hoy al dar a conocer en anterior reportaje la vida de otro enorme campeon mundial, Manuel Ortiz con quien tuvo memorables peleas. Castillo se retiró en junio de 1957 en el "Toreo" noqueando a Julio Escobedo y en la estelar Ricardo"Pajarito" Moreno noqueó en cuatro a Frankie Campos.

Luis tuvo dos hijos que le sobreviven. Ganó buen dinero y vivió modestamente. Se metió al boxeo por iniciativa de su papá porque en el mercado de "La Merced" diariamente había pleitos y quiso que Luis aprendiera a defenderse.

A los 19 años de edad conquistó el cinturón mosca de México al derrotar por nocaut en siete rounds a Jaime "Chato" Laredo en 1939, quien fue el primer campeón de México en ese peso. El título gallo se lo arrebató al maestro del ring Memo Valero en 1948 y lo perdió ante del que fue grandioso ídolo del Politécnico, Edel Ojeda, actual ingeniero en refrigeración.

La corona de los moscas la perdió con Bernardo "Monito" Flores para invadir el peso gallo. Luis permaneció en el boxeo cerca de veinte años y su mayor satisfacción es que nunca sufrió un nocaut efectivo solo técnicos debido a sus cejas maltratadas. Se distinguió como tremendo ponchador, siempre adelante apoyado en su gran condición física porque estaba dedicado de lleno al boxeo venciendo amistades dañinas y alejado del alcohol.

Luis fue un campeón sencillo y modesto que no se dejó marear por el éxito. Tuvo una Fe profunda en la Virgencita del Tepeyac siendo bondadoso porque ayudó a sus amigos que no tenían con que comer. En su rostro aparecen las huellas de la tremenda carrera deportiva que llevó (orejas de coliflor y narices chatas). Antes no había tanta condición ni protección médica como hoy se les brinda a los pugilistas.

Sus managers fueron José Palafox, Pancho Rosales, quien dirigió al ídolo Raúl "Ratón" Macías, José Becerra, etc., y don Lupe Sánchez, ex-dirigente de otros monarcas como José Medel, José Pipino Cuevas, etc.

Lo máximo que llegó a cobrar en los años de 1940 a 1954 fueron dieciocho mil pesos exponiendo su título y en pelea de revancha con Memo Valero a quien volvió a noquear en siete episodios. Valero era favorito y estaba considerado como el mejor maestro del ring por su gran clase pero se impuso el valor del "Duende de La Merced", quien ya contaba con miles de partidarios faltándole únicamente "la chispa" para ganarse la idolatría como la tuvo: José "Toluco" López, quien murió a los cuarenta años a causa del alcohol.

Castillo siempre estuvo agradecido con el boxeo porque conoció los Estados Unidos, Cuba y otras partes del mundo además de haber derrotado a Manuel Rivera, que era campeón nacional de peso ligero en 1952.

Antes peleaban cada quince días y no se fijaban en que los rivales fueran de más peso. Hoy es diferente. Ya no autorizan combates donde los rivales superan al contrincante en tonelaje. Su secreto para ser campeón en dos diferentes divisiones fue haberse entregado por completo a esta peligrosa disciplina deportiva, llevando vida ordenada.

Castillo también reconoció que la vida desordenada acaba con los boxeadores al recordar al inolvidable "Nevero de La Merced" Rodolfo "Chango" Casanova, gran ídolo que tuvo todo para ser campeón del mundo pero el alcohol y aduladores de cantina lo acabaron llegándose a quedar dormido en las calles por sus excesos "Rodolfo nunca aceptaba consejos", comentó Castillo.

Los primeros campeones de peso mosca de México fueron Jaime "Chato" Laredo (1926), Tomás Dorantes, Gonzalo Rubio (1930), "Chato" Laredo, Luis Castillo (1940); Bernardo "Monito" Flores (1940); Jorge "Pulga" Herrera (1950); Otilio "Zurdo" Galván (1952); Memo Díez (1954); Mario de León (1960); Ernesto Barrera (1961); Chucho Hernández (1961), Carlos Gómez (1962), Efrén "Alacrán" Torres, (1963), etc.

En peso gallo el primer monarca fue "Chicho" Cisneros (1926); posteriormente: Julián Villegas, Kid Pancho, Babe Arizmendi, Ricardo Manzanillo, "Pachuca Kid Joe", Tobe de la Rosa, (potosino), "Panchito" Villa, Ernesto Aguilar, Leonardo López, "Monito" Flores; Memo Valero, Luis Castillo (1949), Chebo de la Torre, Edel Ojeda, Raúl "Ratón" Macías, José "Toluco" López, José Medel, etc., etc.

Breve historial de Luis Castillo triunfador arriba y abajo del ring porque evitó los excesos del alcoholismo e imponiendo récord de doble monarca nacional como lo fueron Memo Valero (gallo y pluma), Rodolfo Casanova (pluma y ligero), Juan Zurita, Joe Conde, etc., etc. Una enorme virtud de Luis Castillo es haber pensado cada día positivamente evitando malos deseos como el ir a las cantinas a tratar de solucionar problemas como lo hacen los que no pueden vencer el vicio olvidándose siempre de Dios ¡Descanse en Paz!

Lic. Tomás Kemp 

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