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BEISBOL 007

Por los que no pudieron; por los que no pueden jugar aquí

Por Andrés Pascual

 

Fue durante la década de los 80’s del siglo antepasado que Adrian “Cap” Anson, inicialista y principal estrella blanca del bateo del béisbol de la época, se negó a jugar contra el pitcher negro canadiense George Stovey, así se sembró la semilla de la barrera racial, que tomó forma cuando los hermanos negros Fleet y Mooses Walker fueron separados del béisbol grande norteamericano.
Sin embargo, ningún capítulo político constitucional; ningún decreto presidencial acondicionaba a efectos legales de aplicación la segregación en el país, pero el racismo estaba ahí, Jim Crow estaba ahí y la maquinaria del Ku Klux Klan engrasaba su motor de criminal histórico dispuesta a manchar el expediente de la nación americana con sangre inocente de igual color pero bajo piel de matiz diferente.
¿Cómo fue posible que, sin apoyo constitucional, se desarrollara la oposición al jugador negro en el béisbol de los blancos? Sencillamente, por el conocido “Pacto de Caballeros del Béisbol”, que fue la aprobación, por los dueños de clubes, de no permitir negros en sus rosters; el convenio, que fue sellado solo con un apretón de manos, pasó a conocerse como el pacto infame popularmente, lo más lejos de la palabra caballero que haya probado suerte entre los propietarios en el deporte de las bolas y los strikes…

 

Un caudillo entre los miembros del clan de constructores del muro racial, fue el propietario de los Medias Blancas de Chicago Charles Comiskey, que hizo cuanto pudo en vida para evitar la entrada del jugador sepia al Béisbol Organizado: fue el principal opositor a la contratación de Charles Grant (jugó en Cuba), segunda base a quien trataron de imponer los Gigantes como “de sangre india cherokee” y del pitcher cubano José de la Caridad Méndez, a favor de los que hizo presión el manager del club neoyorquino, residente invernal en La Habana, John McGraw.
Sin ánimo de justificar moralmente el hecho, el arreglo de la Serie Mundial de 1919 por ocho jugadores de los Medias Blancas fue de total responsabilidad de Comiskey, porque muchas de sus estrellas, entre estas el mejor pelotero de la época, Joe “Shoeless” Jackson, jugaban por menos de la mitad de lo que valían; incluso Comiskey fue alertado del asunto por el propio Jackson y dejó que se produjera la entrega de juegos para, así, acabar con aquellos peloteros como escarmiento en lo que trascendió como el Escándalo de los Medias Negras.

En 1918, sin embargo, el pitcher negro Jimmy Claxton logró “colarse” en los Oaks de Oakland por dos meses, en lo que, quizás, pudiera considerarse, sin el reconocimiento que tuvo Jackie Robinson en 1947, como la verdadera entrada de un jugador negro al béisbol Organizado; pero, por lo efímero del intento ni que generó una posición de derrumbe de la barrera racial, no es considerada oficialmente como de importancia en el asunto.
La barrera racial, además de amoral e injusta, privó al Béisbol Organizado de su época de ser más fuerte y competitivo por la ausencia del brillante jugador sepia; tan así es que Babe Ruth consideraba a un short stop que actuó 13 temporadas en Cuba, John “Pops” Lloyd, apodado “Bemba de Cuchara” en la Isla, como el mejor jugador que hubiera visto jamás y, cuando le compararon con él, Honus Wagner, la más rutilante estrella del periodo 1899-1919 como jugador de posición desde el campo corto de los Piratas de Pittsburg, declaró que se le  honraba con tal declaración.
Aquellos jugadores negros que tienen un legado histórico para el béisbol americano que cada día sorprende más en magnitud e importancia, dejaron huella trascendental en todo el mundo beisbolero americano, incluso en Japón.

¿Cuántos jugadores negros, desperdicio intencional del muro racial, hubieran estado en condiciones de competir por un puesto en Cooperstown? Nadie lo sabe, pero hay una media por los que integran el recinto y, posiblemente, queden más de 20 con condiciones, entre ellos, por lo menos 3 cubanos, encabezados por Alejandro “El Caballero” Oms, el outfielder villareño que escolta a Torriente por un punto en el promedio de bateo de todos los  tiempos en la Liga Cubana con .350 por .351 del Herrero de la Perla del Sur. Oms se cansó de dar palos en Ligas Negras también.
Pero Valentín Dreke bateó .300 varias veces y quedó sobre el difícil guarismo en promedio de por vida en Ligas Negras; al pitcher derecho Ramón Bragaña acaso se le igualaba, pero, con seguridad, muy pocos le superaban en efectividad; Pablo “Champion” Mesa, considerado junto a Oscar Charleston y Oms como el mejor trío de outfielders que poseyera un club cubano jamás, era un pelotero que pertenecía al firmamento.

Bienvenido Jiménez, “Pata Jorobá”, hubiera pernoctado en estadios de Grandes Ligas quién sabe por cuánto tiempo de no haber existido la prohibición.
Silvio García bateaba más que algunas estrellas blancas de su época y algunos descansan en el Templo de Inmortales.
Pelayo Chacón, Bombín Pedroso, Luis “Anguila” Bustamante, Luis Tiant, Basilio “Brujo” Rosell, Rodolfo y José María Fernández o Julio Rojo,    ¿Quien sabe qué hubieran podido hacer en el béisbol Organizado?

La cantidad de peloteros negros privados de jugar en las Mayores con posibilidades de optar por la inmortalidad absoluta que les ocasionó el racismo a muchos de ellos, solo se compara con esa otra barrera política que le impuso el castrismo al jugador cubano que, deberían hacerlo oficial ya, ha sido una de las causas del debilitamiento general del juego en Grandes Ligas, no solo por la cantidad de jugadores que accedían al Beisbol Organizado desde Cuba; sino porque, el jugador de otros países del Caribe, que se aprovecharon de la circunstancia convertida en decreto político arbitrario, jamás ha igualado al cubano en sentido general de juego.
A pesar de todo, hay que hacer un aparte a la hora de evaluar la fabulosa cantera que perdió el béisbol americano desde el mes de febrero de 1961; porque, nadie lo dude, en el período comprendido entre 1964 -debut de Felix Isasi en Series Nacionales con Occidentales- hasta 1988, en que inician con rango estelar su derrumbe como posibles estrellas de las Mayores Juan Padilla, Germán, o el Duque…dejaron de actuar mil peloteros cubanos en Grandes Ligas los que, a fin de cuentas, posibilitaron que más de la mitad de otras nacionalidades, las que sean, hubieran jugado y jueguen aquí.
Incluso peloteros que no menciona el fanático cubano del béisbol hecho descender a la fuerza y con traspiés de estos tiempos como Eusebio Cruz, Sixto Hernández, Juan Luis Baró, Lázaro Contreras, Lázaro Madera, Ubaldo Alvarez, Florentino Alfonso, Roberto Valdés, Emilio Salgado, Enrique Rossell, Gaspar Legón, Oscar Romero, Evelio Hernández, Lázaro Santana, Felipe Sarduy, Owen Blandino, Enrique Oduardo, Julián Villar, Luis Barreiro, Oscar Rodríguez, Sergio Quesada, Ricardo Ramos, Navajas González, José Luis Alemán, Vicente Díaz, Osvaldo Oliva, Reinaldo Fernández, Fernando García, Alfredito García y muchos más, eran material de grandes ligas de haber tenido la oportunidad que, como cualquier ser humano, merecían.

De igual forma que se trata el asunto del jugador negro durante la prohibición por la barrera racial, se solicita apoyo para manejar el caso cubano; o, ¿Acaso es diferente en injusticia y abuso de poder la barrera socio-político-económica que le impide al pelotero cubano actuar aquí?  ¿Por que no se establece un capitulo de recordación anual sobre la tragedia cubana en el beisbol? ¿Acaso temen una estampida legal del jugador cubano hacia acá que haga peligrar el status de cantera de algunos por ahí?
Yo creo que un día calendariado para la tragedia del béisbol cubano se impone; de lo contrario, no es ni moral ni decente ese número de Jackie Robinson retirado de todos los clubes de Grandes Ligas.

Claro, una fecha así sería otra de acusación al régimen que segrega en la Perla de las Antillas.
Por todos los que por amor al juego han hecho grande el pasatiempo; por aquellos cubanos a los que la barrera racial les impidió actuar en el Béisbol Organizado y por los otros, a los que un tirano y dictador, por designios fatales y propietario de la Isla de Cuba les prohibió y prohíbe, bajo imposición de intereses puramente personales en el asunto jugar en las Mayores, el más grande aplauso y reconocimiento y la promesa, que es deber de cualquier cubano librepensador, de hacer por lograr un día de reafirmación del béisbol nacional, herencia máxima de la identidad nacional, que trascienda como protesta y acusación contra la decadencia hecha gobierno que, en Cuba, aunque lo ha ensayado, no ha podido liquidar de la tradición criolla.

 

 

VALENTIN DREKE AL CENTRO IZQ. JOSE M. FERNANDEZ Y DERECHA MA

VALENTIN DREKE AL CENTRO IZQ. JOSE M. FERNANDEZ Y DERECHA MA

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