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BEISBOL 007

GANARON LOS YAQUIS ¿ POR QUÉ HAY TAN POCA NOTICIA?

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Por Andrés Pascual

Uno de mis hobbies con respecto al beisbol es analizar a fondo el “espíritu de batalla, el carácter competitivo y la pasión por el juego de los peloteros”, incluso de las oficinas, de los managers y de los coaches.

A veces un club pierde consuetudinariamente en Grandes Ligas y los americanos, tan decentes para muchas cosas como lo contrario para otras, por no decir “se arratonan a la hora cero”, inventaron lo de las maldiciones.

En la historia del juego, Boston, por ejemplo, estuvo una eternidad sin ganar, porque no balanceaban al club: con Williams bateaban y tuvieron un pitcheo aceptable, pero solo fueron a una Serie Mundial y los detuvo un staff de zurdos de los que ninguno está en Cooperstown.

La novena de Tom Yawkey era una yarda de rastras cargadas hasta los topes y, si no se corre como Dios manda, no se puede ganar, porque el impacto del destructor de cercas se puede anular por la cantidad de batazos necesarios para anotar una y los jonrones no se dan cada vez al bate.

En 1948, a la gerencia de los Medias Rojas les sugirieron que observaran a un joven negro de 17 años que jugaba short stop en el circuito sepia.

El dueño envió a un scout que ratifico lo que el manager del club de Ligas Negras, Dick Lundy, había reportado: muy rápido, excelentes manos, batea con poder asombroso y buen timing… pudieran convertirlo en un outfielder sensacional.

Sin embargo, aquel señor optó por llamar a la prensa y declarar que “no acopla con nuestro sistema de juego…” ¿Cómo se iba a acoplar Willie Mays a un “sistema” hecho para perder? Y así forzaron el desperdicio de la oportunidad de tener juntos en la alineación a Williams y a “Say Hey”.

Como se sabe, el club rompió la barrera racial con el mediocre Pumpsie Green en 1959, 12 años después de que los Dodgers la derrumbaran con Jackie Robinson, dos después de que se había retirado y 9 de que Mays debutara con los Gigantes.

La maldición que encubrió el miedo a “perder otra vez”, duró hasta que un grupo de peloteros brillantes, encabezados por Pedro y Schilling en la serpentina y por Manny Ramírez como bateador, decidieron demostrar que no temían perder, porque nadie les podría ganar.

Al Chicago Cubs no hay forma que lo exorcisen, aun con clubes bastante equilibrados, el pánico popular es tan grande que se lo transmiten a cualquier pelotero, aunque se haya bajado del avión “orita mismo”, por lo que un error, aunque tengan ventaja, los derrumba: “no vamos a poder” y… no ganan ¿Cuándo se impondrán? Cuando decidan que da lo mismo ganar que perder, o cuando tengan un club tan superior que ni el miedo pueda acabar con su moral.

Porque es la moral que se pierde lo que genera los complejos de “cobardes” en el juego, como decir que “un zangaletón” grita y se exhibe para intimidar a niños, hasta que uno le quita la careta, entonces le da hasta el cojo que le falta un brazo.

Dominicana y Venezuela se comportaron como el “zangaletón” del cuento en esta Serie del Caribe que se jugó en Hermosillo, pero ganaron los mexicanos por intermedio de los Yaquis de Ciudad Obregón.

En los últimos 13 eventos, los paisanos con refuerzos de Celerino han sido considerables en el rango competitivo siempre, porque, a diferencia de otras competencias en que lucen tan mal que dan lástima, en el evento regional juegan a matarse, como se supone que deben hacer profesionales, casi todos de Triple A o con experiencia en las Mayores.

Los aztecas, aparentemente, no toman en serio calendarios como, digamos, el fraudulento Clásico Mundial, de lo contrario no fuera posible que luzcan tan mal contra Cuba, por ejemplo, equipo inferior a cualquier selección mexicana posible.

Dentro de las posibilidades del pésimo desempeño de los peloteros mexicanos, el quebrantamiento de la disciplina individual obligatoria pudiera ser un factor importante en la forma como pierden en ese evento malo, de peor rimbombancia impuesta por Bud Selig.

Este año los Yaquis pusieron la 7ma raya mexicana en el casillero ganador de las Series del Caribe, sin embargo, raro y sospechoso, no se trabajó en los medios esa victoria como debió.

En Miami, el principal diario de la ciudad, El Nuevo Herald, no tuvo en cuenta ni a la población mexicana del Estado ni a la de otras nacionalidades que siguen el evento, lo que no hubiera sido igual si, en vez de los Yaquis, ganan los venezolanos o los dominicanos.

¿Por qué sucedió eso en la llamada Capital del Sol? Porque su editor en español es cubano, ola castrista, que no tiene idea de lo que representa ese evento, porque desconocen todo sobre el mismo y porque no está presente el beisbol de Castro.

Entonces abruman con los comentarios sobre el venidero fraude mundial, organizado para pisotear al jugador de Grandes Ligas; o con noticias de las Mayores que destaquen, mayormente, a venezolanos o a jugadores del beisbol castrista convertidos al profesionalismo.

Algo raro que sucedió en Hermosillo: el manager Todos Estrellas fue el de la selección quisqueyana, que era el supuesto trabuco, pero no ganó.

Al modo mío de ver la selección, debió ser el de Ciudad Obregón, porque ganó sin ser considerado el super favorito. El club colocó 6 jugadores en el All Stars, entre estos, a Douglas Clark (en la foto en swing ganador del juego), que decidió la Serie en el inning final con un jonrón 4-3 y al pitcher Luis Mendoza, MVP y carta ganadora del equipo durante el campeonato.

Cuando un club super-valorizado no gana, al primero que botan es al manager y si la cosa es de selección de estrellas, primero dejar desierto el casillero antes que elegirlo, digo, así fue siempre, pero, como los tiempos están como están…

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