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BEISBOL 007

Jackie Robinson, Branch Rickey y la econ mía de la discriminación

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Las victorias morales no siempre tienen su origen en el altruismo. Las buenas intenciones no garantizan ni el cielo ni el infierno: son las consecuencias lo que importa. Branch Rickey permitió que Jackie Robinson jugara para los Dodgers de Brooklyn en las Grandes Ligas en 1947. Robinson fue el primer negro en hacerlo, en contra de todos los pronósticos y las convenciones de la época. ¿Pero cuáles eran las motivaciones de Rickey para permitir que se rompiera la barrera racial en el béisbol de Grandes Ligas?

En la película 42, de Brian Helgeland, Branch Rickey (Harrison Ford) informa a sus subordinados la decisión de contratar a un negro. La jugada de Rickey los toma por sorpresa y le advierten al dueño del equipo que, aunque no exista una ley contra ello, el código no escrito del béisbol obliga a mantener el juego entre blancos. Rickey responde: “La ciudad de Nueva York está llena de negros fanáticos del béisbol. Los dólares no son ni negros ni blancos: son verdes. Cada dólar es verde”.

En una escena posterior, Robinson le pregunta directamente a Rickey por qué hace esto, quien contesta con una lógica que haría sentir orgulloso a J.P. Morgan: “Contigo y con otros jugadores negros espero armar un equipo que pueda ganar la Serie Mundial. Y ganar la Serie Mundial significa dinero”.

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Ocho años después del arribo de Robinson a las Grandes Ligas, un joven y delgado Gary Becker, para ese entonces estudiante del Doctorado de Economía en la Universidad de Chicago, entregaba su tesis doctoral. No fue la típica tesis que se lee en los departamentos de economía. Becker pretendió entender la discriminación racial, de género o religiosa aplicando las herramientas del análisis económico a las conductas discriminatorias. Dos años después, su innovadora y exitosa tesis se convirtió en un libro lleno de ideas provocadoras y poderosas: La economía de la discriminación.

De acuerdo con el análisis de Becker, discriminar en el mercado laboral tiene un costo, así que independientemente del “gusto por la discriminación” que puede tener un empleador, las presiones de mercado pueden disminuir los actos discriminatorios. La motivación de la ganancia juega a favor de los discriminados. El axioma es claro: donde haya competencia y mayor presión competitiva habrá menos discriminación. En otras palabras: hasta los empleadores racistas contratan negros si el costo de oportunidad de no hacerlo es demasiado elevado (en relación con la oportunidad perdida).

Gary Becker tiene en la actualidad 82 años, ganó el Premio Nobel de Economía en 1992 y todavía enseña Teoría de Precios en la Universidad de Chicago. Su conferencia Nobelcomienza presentando sus ideas sobre la discriminación. Y si usted nunca ha oído hablar de él, pero ha utilizado alguna vez la expresión “capital humano”, probablemente ha estado utilizando sus ideas.

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La entrada de Robinson a los Dodgers benefició al equipo al hacerlo más competitivo (más victorias) y atraer más público negro al estadio, como había predicho Rickey. Los equipos que discriminaban en contra de los jugadores negros se encontraban en desventaja. La entrada de Jackie Robinson en las Grandes Ligas aumentó el costo de discriminar al resto de los equipos. Faltaría poco tiempo para que corrigieran esta situación y comenzaran a contratar a otros jugadores negros. Las innovaciones que aportan valor, en el béisbol y en los negocios, se copian rápidamente, como quedó demostrado con los Atléticos de Oakland y su Moneyball: en menos de cuatro años, la filosofía implementada por Billy Beane había dejado de aportar una ventaja significativa porque había sido adoptada por el resto de los equipos.

Rickey fue un innovador en el mundo del béisbol con un claro instinto empresarial. Algunos argumentan que la llegada de Robinson a los Dodgers, aparte del interés comercial, también guardaba relación con los sentimientos que Rickey tenía hacia los negros surgidos de atestiguar las consecuencias de la discriminación en contra de un compañero de equipo en el béisbol universitario. Puede ser. Ya no lo sabremos. Las motivaciones de la conducta humana siempre son más complejas de lo que parece. En todo caso, hay mucho que agradecerle a Rickey (y a las presiones competitivas del mercado, algo que haría sonreír a Adam Smith y a Bernard Mandeville) por abrirle la puerta a los negros al béisbol de Grandes Ligas.

En el funeral de Branch Rickey, Jackie Robinson dijo que “sólo Abraham Lincoln ha hecho más por los afroamericanos que Rickey”. ¿Qué duda puede caber? El camino del cielo también puede estar empedrado de buenas innovaciones.

Angel Alayón

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