Razón y Pasión /Ramón Guillermo Aveledo
ELOGIO DE LA FIDELIDAD
Acaba Kevin Youkilis de anotar, desde la segunda, la octava carrera de Boston que arrollan a los Angelinos, y en seguida Drew la novena gracias a triple de Lowell y otras dos por jonrón de Adrian Beltré sobre el Monstruo Verde. Sigue la fiesta y por ahí mismo la botó Pedroia para llegar a catorce en esa interminable parte baja de la sexta que finalmente culmina cuando Youkilis vuelve a consumir turno. La nación Media Roja goza el momento, porque en la recién comenzada zafra de 2010 sus (nuestras) alegrías andan como el servicio eléctrico venezolano, son vulnerables e intermitentes.
De seguro teniendo presente lo mal que la estoy pasando en este penoso inicio de temporada del equipo que empecé a seguir en mis años juveniles, un buen amigo se acordó de mí cuando en una librería de viejo tropezó con Red Sox Triumphs and Tragedies (“Medias Rojas, triunfos y tragedias”) de Ed Walton, publicado en 1980 por Scarborough, en medio de una época dolorosa, a flor de piel las heridas de la Serie Mundial de 1975. Por entonces reinaba Yaz, y estaba a punto de tronar en el viejo parque el bate de Antonio Armas. Se lo agradezco. Él comprende los dolores de la fidelidad deportiva a prueba de decepciones continuadas, porque en el futbol es hincha del Atlético de Madrid que ya es mucho decir.
Y es que ser fanático de los Medias Rojas llegó a ser, como escribiera el ejecutivo del equipo Bill Crowley en prólogo a otro libro del mismo autor, “como dar un paseo en aplanadora”. Acaso porque uno disfruta tanto la vista que no se da cuenta de la duración del viaje. Los triunfos y tragedias que Watson reúne en esas páginas, forman un libro que se lee con nostalgia y se disfruta con el gusto agridulce de recuerdos que teniendo notas tristes, cierto, pero formaron parte de la emoción en un período más sencillo de nuestras vidas. La histórica, épica temporada de 2004 fue contada día a día por dos notables narradores norteamericanos, fanáticos Medias Rojas. Stewart O’Nan y el laureado Stephen King, autor de cuarenta novelas y doscientos cuentos. Ese es Faithful (“Fieles”), editada por Scribner a fines de ese año que todos llegamos a pensar que nunca veríamos, de puro elusivo que eran el banderín, y sobre todo el trofeo de octubrino para el equipo de nuestros tormentos. Los otoños son más fríos en Boston, y no solo por su septentrionalidad, sino por la soledad de su Fenway cuando todavía gritan las gradas y se sienten el crujido de la madera y el choque inconfundible de la pelota en el cuero en otros cosos del circuito.
Que nos pregunten pues, qué es la fidelidad a nosotros. Nadie puede darnos lecciones de esa alegre resignación, de esa esperanza tenaz hasta la invencibilidad, de ese grueso repertorio de explicaciones que van desde la ciencia hasta la superstición, desde la historia hasta la filosofía. Fidelidad que es como un estandarte, una seña de identidad, un código genético.
COLUMNA PUBLICADA EL 05/05/2010
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