Fin de semana para “Car—go”
Carlos González pudo ser, con todos los hierros, el hombre de la noche del jueves, en Phoenix.
Claro, si a ver vamos, su desempeño fue lo máximo para las estadísticas de los Rockies y en el recuento de las páginas relevantes escritas por el fulgurante talento de Latinoamérica más, en rigor, el impacto de su grand slam (su jonrón 33 de la campaña y la derivación de 113 impulsadas y el promedio de .342 que lo consolidó lider en las parcelas del poder en la Nacional) no tuvo el efecto radicalmente devastador que pudo ocasionar en otras circunstancias: Arizona, a la postre, se alzó con la victoria (10-9) para llevarse la serie de tres encuentros en su reducto.
Eso no es justo, piensa cualquiera al repasar los titulares de los periódicos. Colorado apostó, durante ese triduo, a convertirse en huracán. No en balde había ganado 13 de 15 para aproximarse a la punta en el Oeste del viejo mapa beisbolero pero finalmente se ubicó a tres pasos de San Francisco. Trecho cercano más no lo suficiente.
Total que, entre la seguidilla fatal y el impresionante trancazo (desperdiciado) de Carlos, los rocallosos están erizados de furia. Terrible eso de tener el santo de espaldas.
“Si llegáramos a los playoffs…”
Está de sobra, convencido el tercer garrote criollo de Colorado:
“Con la fuerza que hemos demostrado, si llegáramos a los playoffs nuestro juego sería mucho mejor, más peligroso de lo que se ha visto. Es una lástima que, en mi caso por ejemplo, las seis carreras que remolqué contra Arizona a la larga no sirvieran de nada. La lección está a la vista: el equipo necesita jugar bien parejo.”
Puede, sin embargo, que el panorama de los Rockies cambie significativamente durante este fin de semana durante la (crucial) serie ante San Francisco en las alturas —muy favorables para el bateo de largo alcance— del Coors Field.
Más allá de lo que pudo haber sido —aunque, lamentablemente, no fue, en Phoenix— el matracazo limpiabases, dicho a lo criollo, de Carlos González contra el relevista Blaine Boyer, anteanoche en el séptimo episodio,reveló la rompedora constancia del leñador venezolano cuando pesca envíos relativamente altos.
Frente a un bateador de semejantes características los serpentineros no pueden olvidar algunos detalles acerca del manejo —y control— de la zona de poder.
Cuando hay corredores en espera…
En especial peligroso cuando hay corredores en las almohadillas. Carlos González tiene suficiente inquisición para manejar su mecánica de bateó en función de la táctica sin que el manager se dedique a monitorearlo.
“Yo tengo la tendencia a colocarme un poco por delante del home. Es un movimiento que realizo automáticamente. Y si el pitcher me toma de sorpresa, no pierdo tiempo para recuperar el predominio en el cajón” revela este gran bateador, sin duda la más impresionante revelación del contingente latinoamericano en la temporada.
Colorado necesita batear mucho. Igual —o más— que San Francisco y San Diego.Y, lo dicho, jugar de manera consistente. Esto último equivale a atacar —y anotar— temprano.
Allí estuvo la diferencia, grosso modo, contra Arizona en esa serie tan reciente. Y dar lo máximo amparándose en la energía bateadora de hombres como Spilborghs, el propio González, Tulowizki, Giambi, Fowler y Melvin Mora, cuyas propiedades ofensivas se ven claramente reflejadas en los porcentajes de victorias.
En el contorno de esa vieja liga —excepción hecha de los contundentes Filis— la más notable acumulación de triunfos es atributo de pocos pero escogidos: Atlanta, Cincinnati, San Francisco, San Diego y Colorado.
Sin duda, la carga diferenciadora, en lo que respecta a los Rockies, ostenta nombre y apellido venezolanos.
Colorado tiene que ganar esta serie contra los Gigantes en su reducto. Carlos no puede quedar (solamente) como referencia en la estadística individual.
Tiene razón Don Marcial Torres. Donde vibra una estaca como la de Car—go —significa eso “carga pesada y siempre por los aires”—es necesario activar una buena calculadora… por si las distancias siderales que su guadaña suele abarcar.
COLUMNA PUBLICADA EL 25/09/2010 
Autor: Jose Visconti / diario Meridiano |
0 comentarios