ESE DINERO NO ES DE TRIPLE-A
Por Andrés Pascual
Apreciaciones fanáticas al margen, con respecto a Aroldis Chapman, todavía no he leído una sola opinión de gente de prensa en cuanto a las razones que tuvo el Cinci para subir de Triple-A, el viernes pasado, al prometedor zurdo cubano; maniobra que sugiere un nervioso apuro de oficina, tomando en cuenta el desastroso promedio de limpias que tuvo en las Menores y el evidente problema de mecánica que afecta su control.
La prensa americana, que le presta poco interés a Chapman de un tiempo a esta parte y la de Miami, que reproduce cables, solo se han dedicado a informar sin mucho comentario y, yo diría, que ninguno.
Aroldis Chapman tiene condiciones para triunfar en Grandes Ligas, yo no sé hasta dónde y no es verdad que tenga tantos cambios y curvas que repleten un baúl como leí hace poco; tiene el recurso de una gran recta y un par de lanzamientos que todavía no domina, porque no los puede controlar y esto no es la serie nacional, aquí se necesitan tres lanzamientos o no triunfa. Y, si con esa velocidad no se tira un cambio perfecto o casi, no hay forma humana de que pueda lucir, incluso mantenerse, en el nivel de Grandes Ligas, que Hendrickson la envía a 100, 102 y salió más rápido que su recta de los Marlins, aun sin pitcheo profundo ni bullpen de confianza.
El éxito impresionante, rápido y demoledor de Stephen Strasburg silenció a la crónica el año pasado con respecto al cubano, que la está obligando a asumir un compás de espera resignado (ahora sucede igual con el americano de los Nacionales por la intervención en su brazo) por un futuro que, como tal, nadie sabe cómo pintará.
La vida es como es y todo el mundo es diferente en su personalidad. Pero Chapman no salió del beisbol colegial, sino de la rotación del equipo castrista como uno de sus tres primeros lanzadores abridores; eso ratifica la diferencia entre un beisbol y otro que, por el triunfalismo prefabricado que hoy se pisotea, muchos cubanos de estos tiempos creyeron superior al de Triple A, incluso que a las Grandes Ligas, lo que no deberían decir donde lo escuchen; a pesar de Alexei Ramírez con lo de que “no veo ninguna diferencia entre un beisbol y el otro”, colmo de la insensatez militante de la Cuba de hoy.
Chapman fue reclamado otra vez porque, si no da la talla, lo bajan otra vez hasta que cuaje o reviente y le cambien el cartel a descarte; porque gana mucho dinero y la Triple A es un nivel de salario decoroso, nunca millonario.
Esos 30 millones los tiene que justificar como política de trabajo capitalista; aunque tenga que lavar a mano todos los autos que parquean en la ciudad de Cincinnatti diariamente, comenzando por los del estadio. Por eso el club se esta moviendo rápido con el criollo en una sola dirección, por descabellada que parezca: trabajas en el nivel por el que ganas el dinero, o vamos a ver qué hacemos.
Apreciaciones fanáticas al margen, con respecto a Aroldis Chapman, todavía no he leído una sola opinión de gente de prensa en cuanto a las razones que tuvo el Cinci para subir de Triple-A, el viernes pasado, al prometedor zurdo cubano; maniobra que sugiere un nervioso apuro de oficina, tomando en cuenta el desastroso promedio de limpias que tuvo en las Menores y el evidente problema de mecánica que afecta su control.
La prensa americana, que le presta poco interés a Chapman de un tiempo a esta parte y la de Miami, que reproduce cables, solo se han dedicado a informar sin mucho comentario y, yo diría, que ninguno.
Aroldis Chapman tiene condiciones para triunfar en Grandes Ligas, yo no sé hasta dónde y no es verdad que tenga tantos cambios y curvas que repleten un baúl como leí hace poco; tiene el recurso de una gran recta y un par de lanzamientos que todavía no domina, porque no los puede controlar y esto no es la serie nacional, aquí se necesitan tres lanzamientos o no triunfa. Y, si con esa velocidad no se tira un cambio perfecto o casi, no hay forma humana de que pueda lucir, incluso mantenerse, en el nivel de Grandes Ligas, que Hendrickson la envía a 100, 102 y salió más rápido que su recta de los Marlins, aun sin pitcheo profundo ni bullpen de confianza.
El éxito impresionante, rápido y demoledor de Stephen Strasburg silenció a la crónica el año pasado con respecto al cubano, que la está obligando a asumir un compás de espera resignado (ahora sucede igual con el americano de los Nacionales por la intervención en su brazo) por un futuro que, como tal, nadie sabe cómo pintará.
La vida es como es y todo el mundo es diferente en su personalidad. Pero Chapman no salió del beisbol colegial, sino de la rotación del equipo castrista como uno de sus tres primeros lanzadores abridores; eso ratifica la diferencia entre un beisbol y otro que, por el triunfalismo prefabricado que hoy se pisotea, muchos cubanos de estos tiempos creyeron superior al de Triple A, incluso que a las Grandes Ligas, lo que no deberían decir donde lo escuchen; a pesar de Alexei Ramírez con lo de que “no veo ninguna diferencia entre un beisbol y el otro”, colmo de la insensatez militante de la Cuba de hoy.
Chapman fue reclamado otra vez porque, si no da la talla, lo bajan otra vez hasta que cuaje o reviente y le cambien el cartel a descarte; porque gana mucho dinero y la Triple A es un nivel de salario decoroso, nunca millonario.
Esos 30 millones los tiene que justificar como política de trabajo capitalista; aunque tenga que lavar a mano todos los autos que parquean en la ciudad de Cincinnatti diariamente, comenzando por los del estadio. Por eso el club se esta moviendo rápido con el criollo en una sola dirección, por descabellada que parezca: trabajas en el nivel por el que ganas el dinero, o vamos a ver qué hacemos.
Demasiados millones por lanzar en Triple A |
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