ORIGEN Y FRUSTRACION DE LA DIPLOMACIA BEISBOLERA
Por Andrés Pascual
En 1969, el cubano Pedro “Preston” Gómez fue nombrado manager de la franquicia de expansión de la Liga Nacional Padres de San Diego, el primero en funciones designado “a tiempo completo”, no solo de Cuba, sino de América Latina; incluso, el primero del tan llevado y traído sector “de las minorías” en este país.
Una vez convertido el piloto cubano en una personalidad de las Grandes Ligas, el tirano no perdió ocasión y comenzó a establecer contactos con el debutante; ni por simpatía personal ni porque dirigió a los Cubans cuando el triunfo de 1959 en la Pequeña Serie Mundial ni, mucho menos, por algo que resultara en beneficio para Cuba; sencillamente, quería tener cerca al nuevo triunfador criollo en Estados Unidos, dándole cumplimiento a su política de “por si mañana me hace falta”.
Con Preston Gómez tenía un problema o varios: no era un delincuente ni un individuo al que pudiera ofrecerle el plato de decadencia a “lo romano en tiempos de orgía” con mujeres, bebida, homosexuales, mariguana… donde se originan las fotos y películas peligrosas para las víctimas, útiles para el chantaje posterior; en el caso del manager, estaba ante una personalidad real del beisbol americano: decente, pulcro, caballeroso, por lo tanto, respetable.
Pero Castro tenía en su poder algo preciado para un hombre que, hecho en los moldes de la tradición cubana, consideraba el concepto familiar en el justo nivel de reconocimiento cristiano: su hermano llevaba varios años injustamente preso por circunstancias políticas con una sanción de 20, en las mazmorras criminales del régimen. Luego, como ha hecho durante los 52 tenebrosos años que tiraniza a la población, consideró que Preston Gómez clasificaba como uno de sus rehenes de nuevo tipo con base en Estados Unidos.
A finales de 1969, vía México, llegó el recién estrenado director de los Padres de San Diego a Cuba…como cubanos que se resistieron a aceptar la maldad manipuladora de Castro, Preston Gómez creyó que lograría la liberación del hermano, sin tener en cuenta que el dictador nunca lo haría, para tenerlo a él, durante el mayor tiempo posible, en sus manos. Además, el oriental podría ser de utilidad en tiempos futuros, una vez que Nixon planteó abiertamente, ese año, el proyecto de pragmatismo político realista, en el que expresaba que “Estados Unidos no utilizaría nunca la fuerza ni la influencia bajo su mandato para deponer un sistema ideológico diferente, aceptado por un país latinoamericano que apoyara el pueblo”, semejante criterio era dirigido a Cuba y Chile fue un ejemplo demoledor, Castro podía dormir tranquilo…”
A través de Preston Gómez estableció relaciones con el Ingeniero Alejo Peralta, dueño de los Tigres de Méjico de la Liga Mejicana, quien se mantuvo más de 10 anos engañado, creyéndole al dictador la promesa de que sería el único autorizado a firmar jugadores cubanos como profesionales para su club.
Peralta fue utilizado para otras relaciones necesarias, a la vez que algunos jóvenes, con poder político sobre el beisbol cubano de la época, pasaban 42 días de vacaciones anualmente en Méjico, abasteciéndose de útiles como ropas y electrodomésticos necesarios en una Cuba que, desde 1961, nadie, como no fuera la nomenclatura o ese tipo de elemento protegido, podía disfrutar: Servio Borges, Jorge Fuentes, Martín, Menéndez Miñoso…viajaban rotativamente desde 1971 a la Academia de los Tigres en Pastejé para hacer como que se adiestraban en la doble matanza entre un segunda base y un campocorto, para luego transmitirle “la experiencia laboral” a Félix Isasi y a Rodolfo Puente; o para enseñar a pitchear a Manuel Hurtado, a Julio Rojo o a Roberto Valdés…
De no haberse constituido en la célula originaria de la decadencia del beisbol nacional, era argumento del mejor sainete posible: hombres que nunca habían jugado pelota, enseñando los mejores jugadores del momento en la Isla a jugarla.
En 1975, bajo la Administración Ford, Preston Gómez inició lo que se conoció como “la diplomacia del beisbol”, que consistió en la proposición de tres juegos en La Habana entre los Yanquis y los Dodgers en spring trainning, ya en ese momento, el cubano trabajaba para la Organización de los O’Malley; además, los Yanquis celebrarían un juego contra el equipo de Castro. Sin embargo, Bowie Khun, Comisionado de Grandes Ligas en esa época, no aceptó que se enfrentaran a los Yanquis, sino que propuso un Todos Estrellas, lo que no fue aceptado por La Habana, porque el dictador quería pisotear a los Mulos en plena fase de entrenamiento, luego con todos los jugadores fuera de forma. La serie sería en la primavera de 1976.
La documentación de la intervención mercenaria de Castro en Angola y su posterior aceptación públicamente, llevó a Jimmy Carter, nuevo presidente elegido el año anterior, archiliberal y pusilánime, a suspender los encuentros que muchos creyeron que abrirían una puerta de distensión bilateral y que posibilitaría encuentros capaces de desembocar en el restablecimiento de unas relaciones que al dictador nunca le han interesado; porque ha sido y es la beligerancia contra Estados Unidos no solo la justificación de la incapacidad, de la ineficiencia y de la represión política del régimen, sino la razón de su existencia: no pueden dirigir en paz porque no son administradores competentes, de respeto; entonces lo hacen como el general, desde una cabaña en el teatro de una guerra imaginaria permanente que es contra el pueblo, aunque se justifique con “la amenaza imperialista”
Hasta finales de los 90, no se produjo otro ensayo de “diplomacia beisbolera”, cuando un cabildero y gran aportador de fondos del partido demócrata, millonario el tipo, Pete Angelos, llevó a La Habana al Baltimore. A muchos de esta gentuza americana no les interesa el pueblo cubano; sino la ideología autoritaria criminal sobre la República, que es vista como incapaz de nada positivo por lo económico, pero excelente para que se comporte como el mayoral de la finca que pretenden; es decir, ellos piensan engullirse a Cuba en inversiones de todo tipo, no para cambiar a Castro y su régimen explotador, sino para solidificar su dictadura: nadie mejor pudiera cuidar de sus propiedades que, además, usaría al ciudadano nacional en total mano de obra esclava sin ningún tipo de reclamación. Aquel viaje fue consentido y apoyado por la administración Clinton y por el desprestigiado gangster del beisbol, Bud Selig.
Después de ese ensayo diplomático, Castro fusiló tres ciudadanos de raza negra que pretendían escapar del infierno antillano; condenó a sanciones increíbles a casi un centenar de otros por solo opinar diferente; ha enfrentado a la oposición al estilo progromista; le ha pedido más austeridad a una población que, desde hace 50 años, desconoce no la palabra consumo, sino mínimo esencial de vida; reforzó con leyes criminales el código penal contra la oposición pacífica, entre la que se encuentra la traición a la patria bajo aplicación de la ley mordaza y, así…
Pete Angelos piensa volver con sus Orioles a La Habana para continuar dándole cumplimiento a aquel aborto que inició Preston Gómez hace 40 y según rumores, los Cubs de Chicago también comentaron sobre el particular, sin embargo, nada se ha concretado.
El hermano del ex manager de los Cubans fue puesto en libertad junto a otros 3,000, bajo condiciones de indulto, después de 19 años preso, en 1979; es decir, Castro no le devolvió el gesto a Preston Gómez.
El 26 de marzo del 2008, una camioneta golpeó a un anciano en una gasolinera de California mientras abastecía de gasolina a su auto; el 13 de enero del 2009, el beisbol cubano amanecía de luto por la noticia infausta de la muerte del legendario manager cubano Preston Gómez, que nunca se repuso de las graves lesiones del accidente. Su hermano Rafael regresó a vivir a Cuba porque “este país es más injusto que el gobierno de la Isla”.
Y todavía Castro les mantiene cerrados “los libros diplomáticos” a esta caterva de interesados y oportunistas americanos de ambos partidos, que ven al país como una fruta, sin tener en cuenta que, además de no estar “on sale”, lo que está es envenenada.
Castro puso en ridículo y hasta en duda moral el nombre glorioso de Preston Gómez. |
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