SI LOS MARLINS CONSIGUEN A ZAMBRANO GANAN
Por Andrés Pascual
Ahora mismo son el perfecto club capaz de inspirar el más absoluto respeto, porque su plantilla va tomando una tonalidad diferente, que quiere decir decente para la competencia; pero, como que en el beisbol existen cosas raras, factores casi esotéricos que influyen hasta convertirse en saga histórica, entonces el problema es serio, porque los de casa nacieron con el sello de competitivos siempre, más o menos como que, si le abres un huequito perdiste. Nadie sabe por qué sucede en el beisbol, pero ocurre, que un club no tenga coraje a la hora cero y a otro le sobre.
Por ejemplo, los Yanquis tienen a Alex Rodríguez, el símbolo de la derrota prefabricada por el miedo a quedar mal ante el público y ante una gerencia que botó un dineral, solo para exhibirlo y para que ponga números que ayudan poco a lo que se supone que sea el objetivo del jugador y de una franquicia como los Mulos: más que ganar, barrer.
Con Ossie Guillén se acabó el relajo en los Marlins, se acabaron los vagos y los consentidos y eso lo sabe hasta el perrito Maxi de mi nieta Aileen, a partir de ahí, empieza la espiral ganadora inevitable de esta novena.
La combinación de short-segunda del club es de las mejores de ambos circuitos y el cuadro en general es defensivamente apto para empeños superiores, capaz de proteger con eficacia un gran staff de pitchers; los jardines, igual.
El bateo, que va a sonar la macana este año, por lo menos para mí, se centra en Mike Stanton, en los jonrones que va a meter, en el slugging que conseguirá y en las carreras que impulsará, con suerte o sin ella, entre 40-45, 110-125 y .550 ó más, porque tendrá gente delante en bases siempre y eso ayuda, sobre todo corredores veloces.
Ya tenían un staff casi como el de los años que ganaron: su carta principal de la baraja, Josh Johnson, es acaso el lanzador más dominante de la Nacional, aunque el menos bendecido entre los grandes con la suerte necesaria para lograr guarismos impresionantes, por lo que me arriesgo a decir que nunca el club tubo un lanzador de clase superlativa tan demoledora como el joven de 6’6.
Con Buehrle, Aníbal y Nolasco se pueden convertir en una rotación que cierre Octubre en el terreno como competidor por el viejo circuito; pero si traen a Zambrano, “apaga y vamos…’
El venezolano, que ha tenido problemas de concentración que le han afectado desde la localización hasta la velocidad, que no esta liquidado ni mucho menos, es uno de los pitchers más difíciles y trabajadores de ambos circuitos; con Guillén se supone que vuelva a recobrar su forma y el sendero del éxito personal. Además, el tipo puede batear mucho mejor que mediocre.
Desde el primer juego se sabrá lo que trae Zambrano, si llega como puede y bajo el ojo supervisor de su paisano, esto se llama “a recoger los bates que la temporada se acabó y a los Marlins no les gana nadie en el Este”, pero la carrera concluirá en la Serie Mundial. Cuestión de sentarse a esperar, solo eso.
Si lo traen ganan
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