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BEISBOL 007

UN MAGALLANERO PREOCUPADO‏

La Familia Magallanera
Luis Cisneros Cróquer

SE EXTIENDE LA PREOCUPACION. Desde las filas de la Fundación, entre miembros de la Junta Directiva, hasta entre los trabajadores participantes en labores de mantenimiento del estadio, pasando por los adquirientes de abonos y de aquellos que se escudriñan el bolsillo para reunir las monedas necesarias para pasar por las taquillas, hay una enorme preocupación y, la pregunta es la misma: ¿Cuándo va a recuperar el Magallanes su esencia de campeón? ¿Qué hacer para cambiar las estrategias de negocios de los que tienen a su cargo la conducción del equipo en cuanto a su fortaleza y corrección de acciones fallidas? Conocemos de mucha gente que comenta con insistencia sus aspiraciones de que el equipo se someta a una revisión a conciencia para mejorar en lo inmediato su fortaleza, y regrese a aquellas inolvidables tandas de certeras victorias.

Que algo hay que hacer, no hay duda, pero lo grave es no hacer nada, permanecer como que si nada hubiese pasado en estos últimos años, a pesar de que el Magallanes ha tenido buenas entradas y que goza del prestigio fomentado en toda su historia, con una afición envidiable. Duele a gente que nos escribe cosas que han ocurrido y que inciden en el ánimo de la afición, en la confianza y en la credibilidad. Estamos en tiempos de los hechos y no de las simples palabras y de las ilusiones. Y hay tristeza en muchos porque se pierde esa enorme dosis de entusiasmo que se respira en todos los ámbitos. La Fundación fue una gran y útil iniciativa, pero es preciso -comenta la sociedad deportiva- revisar, actualizar, no encerrarse como en una empinada e inalcanzable fortaleza, cuando la cunde el desaliento en los aficionados y se exigen respuestas, medidas, humildad, e inteligencia. En una fundación los cargos que se ejercen por voluntad propia, por amor a la misión, no por vanidad, por lucir, reclaman amor, sinceridad, sacrificios y sensatez. Son caminos llenos de dificultad, y no de premios personales y serán siempre los resultados las pruebas de la capacidad y la eficiencia, lo demás son especulaciones, el mirarse en los espejos y no frente al sol que alumbra cada día. De otro lado en organizaciones de este tipo no deben existir rivalidades y envidias, como en la política, por el contrario tiene que permanecer latente la amistad, la solidaridad y la sinceridad para decirse y no guardarse las cosas, para no andar defendiendo lo indefendible, creando así una estado de fatal encubrimiento de la verdad. Cuando no se está en condiciones de atender las obligaciones contraídas, dice el hábito sereno y responsable, que es mejor dejar paso a otro.

Nadie debe caer en el error de creerse dueño del Magallanes, pero sí de ser el mejor servidor. Nadie debe servirse del Magallanes para aprovecharse de su luz, al contrario debe esforzarse por rendir una labor en lo personal y sumarse a la colectiva, para que el equipo brille más. De estas cosas se habla en la calle y posiblemente el error de nosotros los periodistas sea -como siempre lo criticaba Pepe Faja- en convertirnos en voceros sociales del deporte y abandonar el sentido crítico. Pepe decía que precisamente a los amigos había que advertirles de los errores para que rectificando lo hicieran mejor y para que en caso de persistir en fracasos, unos más y otros menos graves, abrieran paso a otras inteligencias y a otras capacidades para que el fin se cumpliera. Ese fin no es otro que devolverle al Magallanes la organización y la gestión que requiere para regresar en la búsqueda del trapo campeonil, para enderezar entuertos, para liquidar los malos negocios peloteriles, para limpiar al conjunto de peloteros mal agradecidos e impulsar la camada de jóvenes que son la verdadera esperanza y la más firme realidad de la divisa. MAGALLANES VIVE.

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