El maestro Vizquel está lleno de ganas de jugar y vivir
DUNEDIN, Florida -- Cuesta creerlo, pero el teléfono de Omar Vizquel estuvo mudo durante todo el receso de campaña. Desesperado, el legendario campocorto venezolano pareció resignarse, y convencido de que había llegado el final de su carrera, empezó a armar los planes que desde hace un tiempo revoloteaban en su cabeza.
“Me puse a hacer mis planes vacacionales, Europa, Africa, ir al Serengeti, todo lo que uno quiere hacer. Tirarme en paracaídas, lanzarme en parapente en Margarita [Venezuela]”, confesó Vizquel en las afueras del clubhouse de los Azulejos de Toronto en el Florida Auto Exchange Stadium.
Pero a pocos días de abrir los campos primaverales recibió la llamada de los Azulejos, equipo que le extendió sólo una invitación, nada garantizado, con el objetivo de ganarse un puesto como utility del club.
Y hasta ahora, el hombre considerado uno de los mejores torpederos defensivos en la historia y ganador de 11 Guantes de Oro, se siente satisfecho con lo que ha mostrado a los Azulejos.
“Me evalúo bien. He tenido la oportunidad de jugar en la tercera, segunda y el campocorto y le he enseñado a esta gente que puedo hacer el trabajo defensivo que ellos están buscando. Y las cosas me han salido bien con el madero”, sostuvo. “Me siento seguro”.
Aunque parezca una herejía no siempre Vizquel se ha sentido de esta manera. Sobre todo, en los últimos años cuando perdió su estatus de titular y de ser adjetivado como una maravilla defensiva pasó a ser un tutor para los jóvenes.
“Cuando llegué a Texas y empecé a ser un mentor a darle consejos a los muchachos comecé a dudar que pudiera seguir jugando pelota. Tenía 41 años. Sin embargo, ese año me fue bien y luego estuve dos años más con Chicago. Y todavía estoy aquí, cogiendo rollings”, relató.
No obstante, el tiempo en los diamantes se agota para él. Vizquel lo sabe y lo reconoce.
“Estos días me han confirmado que todavía tengo las condiciones para hacerlo [jugar] y quitarme las dudas que tenía en la cabeza. Pero éste sí será mi último año. Creo que he jugado bastante, no tengo nada más que enseñar y estar en el banco y ser un pelotero suplente, ya no es lo que quiero. Sería importante empezar una nueva profesión, y a lo mejor ver si puedo ser mánager en las Grandes Ligas”, expresó.
Aún no está claro cuando dará el paso de ser jugador a estratega, pero si bien su chance para quedarse con los Azulejos parece claro, también existe la posibilidad de que eventualmente sea dejado libre por la organización canadiense antes de que concluya el spring training.
De ser así, habría llegado la hora definitiva de guardar el guante.
“Sí, creo que así sería. Esperaría quizás un período de dos semanas para ver si otro equipo me necesita, y si no sucede, entonces sí me iría a mi casa”, dijo.
Su próxima casa deportiva sería Caracas, en donde lo esperan los Leones, el conjunto en el que jugó en la liga invernal, que le tiene una invitación abierta para que sea el mánager del club apenas él lo decida.
Mientras, sigue enfocado en los Azulejos, en donde espera quedarse a lo largo de toda la campaña y así ponerle punto final en el 2012 a lo que ha sido una trayectoria que, para muchos analistas, lo pudiera colocar algún día en el Salón de la Fama, algo que jamás si quiera soñó cuando empezó a enamorarse de la pelota cuando era apenas un niño en Caracas.
“Nunca me imaginé que estaría 23 ó 24 años en Grandes Ligas, que iba a tener estos numeritos ni las cosas que he hecho”, admitió.
Por ahora ya no quedan más metas en su carrera. Pero todavía quedan otras cosas por hacer fuera de ella.
“Quiero ir a Egipto, ver las ruinas de una de las culturas más interesantes y de las que más me gusta. Me gustaría ir a Machu Picchu, quisiera agarrar un cocodrilo con las manos. Ir a una Triple Corona [del hipismo estadounidense] y montarme en un avión F-16 [un jet de guerra]”, reveló.
AUTOR : Luis E. Rangel en Twitter: @luirangel
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