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BEISBOL 007

Sólo un Chipper

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Chipper Jones ha sido la constante de los Bravos por casi dos décadas. Tyler Kepner. The New York Times. 19-05-2012. Atlanta. Es único en su clase. De todos los peloteros en la historia registrada del béisbol, Grandes Ligas y ligas menores, el único que se llama Chipper es Larry Wayne Jones Jr. de los Bravos de Atlanta. “Mi papá siempre dijo mientras yo crecía, ‘Cuando la gente dice el nombre Mickey o Cal, o hasta en el caso de Jordan, Michael, ellos saben de quién están hablando’”, dijo Jones la semana pasada antes de un juego en Turner Field. “¿Quién va a recordar a Larry? A excepción de Nueva York. Ellos me querían dar un apodo único”. Fue una elección inspirada, evocaba la felicidad y la eterna juventud, y su contraste con un apellido tan común sonaba como algo de fábula. Un muchacho del sur, es seleccionado de primero en el país por el único equipo de la región, gana un campeonato como novato, y nunca se va. Hasta ahora. Jones cumplió 40 años el mes pasado, cuando se dirige a su posición en tercera base, dice, “Podría caminar en el aire”. Pero el resto del tiempo, después que el flujo de adrenalina de los juegos desaparece, siente la edad. Esta será la última de sus 18 temporadas completas, y dondequiera que vaya, parece que los equipos le rendirán tributo. En Chicago, los Cachorros le dieron una bandera de los Bravos que flameaba sobre la pizarra de Wrigley Field. En Denver, los Rockies le dieron una cámara para que la agregue a su equipo de cacería. Los Astros de Houston le dieron un sombrero vaquero, y los Cardenales de San Luis, le entregaron una camiseta firmada por Stan Musial. “Fue muy especial el momento en San Luis cuando vino a batear”, dijo el relevista de los Bravos Craig Kimbrel. “Pararon el juego. Ya perdían en el primer inning, pero él vino a batear y recibió una ovación de pié”. Kimbrel, 23, se viste en una casilla que está debajo de una fotografía gigante de Jones sosteniendo el premio de Jugador Más Valioso de la Liga Nacional que ganó en 1999. Kimbrel estudiaba en la escuela primaria en ese momento, y Jones era su jugador favorito. Era joven y jugaba duro, recordó Kimbrel, y usaba las medias bien arriba. Ahora usa las medias bajas, y la chiva de Jones tiene una tonalidad grisacea, pero todavía juega duro, y bien. Jones, quién se lesionó la pantorrilla izquierda el viernes 18 en Tampa Bay y se perdería el resto de la serie, bate .307 con 5 jonrones y 24 carreras empujadas. Todavía es un factor en los Bravos, quienes tienen marca de 25-16 y lideran la división este de la Liga Nacional, buscan sacarse la espina del pasado septiembre cuando perdieron el pase a los playoffs el último día. “Es muy gratificante porque los muchachos se fueron a casa para el receso entre temporadas y tomaron lo que pasó en septiembre como un motivador”, dijo Jones. “Siempre he dicho: si terminamos ganado el campeonato de la división este o el campeonato de la Liga Nacional o la Serie Mundial en los próximos años, te garantizo que estos jugadores miraran ese septiembre y diran que aprendieron mucho”. Jones es un maestro en ayudar a los novatos a vencer a los oponentes. A principios de mes, cuando los Bravos perdían ante Roy Halladay de Filadelfia por seis carreras en el quinto inning, Jones les recordó a sus compañeros que no podían remontar ese juego esperando por bases por bolas ante un pitcher de control. Muevan los bates, le dijo, luego empezó el inning con un sencillo al primer lanzamiento para empezar un rally de seis carreras. Cinco innings después, Jones terminó el juego con un jonrón de dos carreras. Para John Schuerholz, el presidente de los Bravos y gerente general del equipo que ganó 14 títulos divisionales entre 1991 y 2005, fue otro momento indeleble para la franquicia. “Lo que él ha hecho este año es un microcosmos de lo que ha hecho desde 1995″, dijo Schuerholz. “Él ha bateado el hit importante, en el juego decisivo, contra el mejor pitcher, contra todos los pronósticos, cuando más lo necesitábamos. Al pasar la película de los últimos 20 años en mi mente, él es el pelotero que más logró esas hazañas”. En sus últimas cinco series de postemporada, todas infructuosas para los Bravos, Jones bateó sólo .220 con tres jonrones. Pero en lineas generales, Schuerholz está en lo cierto. Jones es virtualmente el mismo pelotero oportuno que en otras circunstancias, con un promedio vitalicio de .303 con corredores en posición anotadora y .304 en total. Para un equipo que existe desde 1876, Jones es segundo de Hank Aaron en casi todas las categorías ofensivas. Necesita solo 12 carreras empujadas para pasar a George Brett como líder impulsador de carreras para defensores del tercer cojín. Entre los bateadores ambidiestros, sólo Mickey Mantle y Eddie Murray tienen más jonrones de por vida que los 459 de Jones, y sólo Murray tiene más imparables que los 2646 de Jones. “Le dije, ‘¡No seas estúpido, te vas a retirar, y podrías ganar otros 120 millones de dólares!’” Ozzie Guillén, el manager de los Marlins de Miami y antíguo compañero de equipo le dijo el miércoles. “Pero Chipper es muy profesional, hace su negocio, se faja con las lesiones de la manera adecuada. Si miras los números de Chipper, dice: ‘¿Caramba, son reales?’ Todo lo hace calladito”. Tal vez es así, pero el impacto de Jones ha sido profundo. Los Bravos lo escogieron en 1990, cuando eran el peor equipo del béisbol. Pronto evolucionaron hacia la franquicia modelo del béisbol, y mientras todos sus pitchers abridores han ido a lanzar con otros equipos, Jones ha sido la constante, cargando la pancarta de un equipo y un deporte.

 

Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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