MIGUEL CABRERA, COOPERSTOWN LEGÍTIMO
Por Andrés Pascual
Hay peloteros que, prácticamente, nacen con la inconfundible etiqueta de estrellas, solo el llamado “imponderable” puede obstruir su ascenso a la inmortalidad: lesiones, apatía, desviaciones de la conducta, distracción… ha sucedido.
Sin embargo, cuando el pelotero, fácilmente identificable como niño mejor que los demás en un grupo, se supera, ama al deporte, se mantiene respetuoso del juego y del público no lo para nadie en su carrera a la estelaridad.
Recuerdo en Cuba, época de las Series Nacionales, a Alfonso Urquiola, el original Niño de aquel beisbol que, con 14 ó 15 años, se podía decir, sin temor a equivocaciones, que a Félix Isasi no le saldrían canas como titular de la segunda base en ningún equipo en que tuviera que eliminarse contra el pinareño y lo sacó de regular cuando el matancero tenía 28 y Alfonso 20.
Cuando Omar Linares comenzó a jugar pelota con total dedicación, después de abandonar el campo y pista, tendría 12 ó 13 años y un mundo de tantas condiciones que, a los 14, se ganó la titularidad del equipo nacional juvenil.
Linares siguió desarrollándose de tal forma que, a los 17, lo reclamaron del equipo de mayores para que jugara la tercera base y lo instalaron en el 3er-5to turno en un evento internacional oficial, todavía le quedaban dos temporadas como juvenil, pero el hijo del sanjuanero zurdo que jugó el leftfield y bateó 3ero para los Indios de Araujo de la Liga Azucarera Pedro Betancourt bajo las órdenes de Andrés Fleitas, no regreso al terreno con muchachos.
A Omar Linares se le puede considerar como otro de esos desperdicios del beisbol cubano de los últimos 35 años, yo lo vi y lo mismo era una estrella en el shortstop que en el centerfield, jugador maduro de carácter desde la niñez, capaz de acomodarse a un lanzamiento “raro” si se lo tiraban dos veces y en eso se parecía a Wilfredo Sánchez allá y a Tony Gwinn y a Ken Griffith jr aquí.
Yo fui uno de tantos privilegiados que pudimos ver a Alex Rodríguez desde que comenzó en colegiales junior, no voy a exagerar con lo que diré: no tenía más condiciones que el pinareño, la diferencia era que Linares corría más, con mucho más brazo y, sin dudarlo, entre los dos, era el fildeador, como promesa al bate creo que eran similares, con Omar bateando líneas y Alex golfeando muchas veces.
Miguel Cabrera es un tipo de jugador como los anteriores, nació pelotero y lo demuestra todos los años, a estas alturas sería muy difícil que se frustre por circunstancias relativas al terreno, a no ser, como dije antes, que se lesione gravemente.
El venezolano no solo es uno de los mejores bateadores hispanos de estos tiempos, incluso entre americanos o de otras regiones, sino que su carrea va rumbo al Salón de la Fama, como la de Vladimir Guerrero, que concluyó y solo espera el tiempo de elegibilidad y la llamada que le inmortalizará.
Cuando Cabrera se retiré, posiblemente sea uno de los mejores cinco bateadores latinos de todos los tiempos con labor en Grandes Ligas.
A los 29 años y diez en las Mayores, va para su 9na campaña con 100 o más impulsadas que, si no son todas las que ha jugado, fue porque en el 2003 solo actuó en media, no obstante, empujó a 62.
El antesalista del Detroit promedia .317 (el año pasado ganó el champion bate), tiene 372 dobles (un liderazgo), 13 triples y 295 jonrones (otro liderazgo) además de otro en impulsadas y su total en este último capítulo es de 1055. Su embasamiento es un magnífico .395 (2 liderazgos) y el slugging de .556, con un total de verdadero inmortal, hasta hoy, de .950.
Bateador agresivo, de los que reconoce que su responsabilidad es más que embasarse, por eso se poncha más veces que las bases por bolas que recibe, porque llega al home con la encomienda de hacer lo que sea para que el corredor anote o avance.
Un anillo de Serie Mundial con los Marlins en el 2003 y otra participación infructuosa en Octubre con Detroit, 7 Juegos de Estrellasy la satisfacción de saberse uno de los tres mejores bateadores derechos del beisbol, son credenciales, junto a sus guarismos, que ponen a Cabrera en el rumbo seguro al máximo colofón de la carrera de un pelotero: la elección a Cooperstown.
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sam2012 -