¡AH, JULIO ROMERO CARÁ !
Por Andrés Pascual
Un comentario con visos de síntesis biográfica, redactada2 por el amigo e historiador del beisbol cubano Juan A Martínez Osaba y publicado por el inmortal (si Cooperstown creyó que no tenía peso, perdón, conozco a varios de ellos y no creo en el 80 % de los que votan) René Cárdenas, en el popular y extraordinario sitio LA ESTUFA CALIENTE, me relacionó con los números y la personalidad de uno de los mejores pitchers cubanos de la era castrista, Julio Romero Socarrás, donde los hubo con etiqueta estrellas, de muy buenos, de buenos, de regulares y de paquetes y me refiero a la agudeza con que un exigente scout los hubiera valorado como prospectos.
Quien vio a los jugadores cubanos en una serie internacional, en dos o en tres no está capacitado totalmente para opinar con justicia sobre sus condiciones para el juego, salvo el escucha, que lo es por el 6to sentido de quienes cobran para ver en un pelotero lo que el ojo fanático común y corriente no alcanza.
A los peloteros del período 1964-1989, es decir, entre el debut de Hurtado (poco antes, como Rosique), Félix Isasi y los de Germán Mesa, Ajete, Faustino Corrales… se les hace muy poca promoción, que a estas alturas resultaría inservible e improcedente, sobre todo al de 1964-1980, porque no tuvieron la atención mediática y la difusión, incluso televisiva, desde 1995 hasta hoy.
Ahora se puede ver por la pequeña pantalla un juego de pelota desde Pinar del Río o Las Tunas en Miami, sentado cómodamente en su hogar, o en Dominicana, Puerto Rico… por el canal LAS (LATIN AMERICAN SPORTS), que sigue la serie nacional igual que a la liga mexicana o puertorriqueña. Incluso juegan contra profesionales en eventos dentro o fuera de Cuba.
A los mejores peloteros de la era castrista del beisbol no se les conoce, por lo que, para poder catalogarlos en toda la extensión de super-prospectos que fueron muchos, o de posibles jugadores de Grandes Ligas muchísimos otros, fue necesario seguirlos juego por juego, año tras año, de otra forma no se puede tener la idea clara y exacta para juzgarlos y yo los vi…
¿Qué hubiera pasado si…? Resulta un sonsonete nada gracioso con respecto al beisbol y al boxeo cubanos, sino una reflexión trágica y amarga, que debe contemplar otros argumentos originados fuera del terreno de juego, pero responsables directos, causantes de todos los problemas de la relación juego-jugadores-público desde 1962 hasta hoy: ante el caso Cuba no hay autoridad ni moral para que alguien separe el entorno político del deporte, sobre todo, en la pelota y en el boxeo, que han pagado las consecuencias de la debacle por su propia esencia de deportes de preferencia, cuyo escenario de triunfos internacionales está indisolublemente ligado a los estadios y arenas de los Estados Unidos.
Todos los países del área caribeña juntos no tenían en 1970, 71…hasta 1990, la cantidad de figuras promisorias que hubiera podido aportarle Cuba al Beisbol Organizado, no solo los conocidos a través de las selecciones, sino los que quedaban sin poder hacerla por causas como un solo team para tantos, o porque no tenían los “requisitos” políticos exigidos por el PCC y el DSE, dentro de estos, la fiabilidad para no “TRAICIONAR A FIDEL”, quedándose en el exterior como asilados.
Durante los 60’s, los 70’s y los 80’s, todavía se jugó buen beisbol en la Isla, a pesar del bate de aluminio. Tengo la impresión de que si Vladimir Núñez lanzó aquí durante algunos años, si Alain Soler también, si Escobar es figura en esta pelota, entonces Evenecer Godínez, Sergio Quesada, Fernando García o Adalberto Herrera no solo los hubieran imitado, sino con más atención mediática y más dinero, porque era mejores, igual que Ricardo Bent, Ricardo Ramos, Max Gutiérrez, Rogelio García González, Pablo Hernández, Tony Suárez que ¿Los conoce o recuerda alguien?
Si esa gente nunca hubieran sufrido la tragedia, no solo hubieran jugado en Grandes Ligas hasta hoy quizás mil cubanos, sino que el 70 % del resto de otros países nunca hubieran puesto un pie en un terreno de las Mayores, incluso con poca presencia en las Menores, territorios absolutos, históricamente, del atleta, del coach y del manager cubano. Y se sabe de la perspectiva de un club habanero en la Liga Nacional, que cerró el ciclo por decreto forzado con uno en triple A.
Las Grandes Ligas tuvieron esperanzas con respecto a Cuba hasta la década de los 80’s, cuando el ejecutivo Rafael Ávila, habanero del Cotorro, ex manager y oficial de la Liga de Quivicán, además de gurú y artífice del desarrollo masivo del beisbol en República Dominicana, convenció a los Dodgers de lo imposible del regreso, les propuso la academia para para Santo Domingo y desencadenó el boom; a fin de cuentas, otra rama de la economía y la fuerza de trabajo que perdió nuestro país, como con todo, especie de robo preparado por la tiranía al imponerle al pueblo la gestión esclavista sin ningún derecho ni opción, incluso ni protesta., dejando huérfano y desprotegido al juego y a sus jugadores.
Y viene Osaba y desempolva a Julio, el pitcher serio, decente, dedicado, cortés, responsable y con tantas condiciones para el oficio “si hubiera…” que no veo a ningún pitcher del área, que logró llegar a las Grandes Ligas durante su era, ni con el 80 % de las habilidades, del promisorio talento que tuvo el orgullo pinareño (uno de ellos), para el juego.
El caso de Julio Romero es uno de ¿cuántos?, nadie puede decirlo a ciencia cierta, por eso voy por arriba; porque, todavía en 1974, estuvieron en el Juego de Estrellas 4 cubanos y un dominicano (César Cedeño), como en 1965 seleccionaron a 4 de los verdaderamente “nuestros”: Oliva, Versalles, Cárdenas y Rojas, contra dos boricuas, Moret y Clemente; un dominicano, Marichal y un venezolano, Vitico Davalillo.
Si, Julio Romero, otra víctima de la política destructora del castrismo en Cuba, fue un pitcher extraordinario, que no pudo ratificarlo en Grandes Ligas porque la tiranía no lo dejó, solo por eso.
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