JOSE LUIS MONERO Y RAFAEL MUÑOZ: ARTISTAS ROMANTICOS IMPERECEDEROS
Jose Luis Monerò nació en Juncos, Puerto Rico, el 6 de abril de 1921.“En aquellos tiempos me pagaban $12.00 semanales, de los cuales me quedaban seis después de pagar la pensión en la que vivía en el Viejo San Juan”, recuerda. “Aquellos bailes eran matadores. Teníamos que tocar todos los días desde las nueve de la noche hasta que se fuera el último cliente”, recordaba con nostalgia. Jose Luis Moneró, insigne cantante de singulares aptitudes vocales se labró un espacio muy particular dentro de la cultura musical popular puertorriqueña, que hizo que se conociera en todos los rincones donde se hablaba español. Con su voz melodiosa y su fraseo maravilloso, este maestro de la interpretación del más puro bolero hizo verdaderas creaciones de temas como “Di corazón”, “Enojo”, “Sin ti”, “Caminos de ayer”, “Muñequita linda”(Te quiero dijiste), “Espérame en el cielo”, ”Niebla del riachuelo”, etc., que habla de otra época, donde las condiciones naturales eran el principal atributo del cantante, ya que no existían los adelantos técnicos que mas adelante aparecieron y el artista solo podía valerse de su propia voz en forma natural, y son esas asombrosas grabaciones que oímos con deleite lo que demuestra las cualidades de aquellos artistas, que sin artificios de ninguna naturaleza sobresalían conforme a sus dotes vocales naturales propias. Habla también de los tiempos difíciles de una sociedad boricua que en medio de guerras, escasez y deseos de sobreponerse a la adversidad, vivía una revolución pacífica en sus entrañas. En un país como Puerto Rico, donde el arte florece en cada esquina, esa bella Isla exportaba al Caribe y a toda América una música distinta, que entrañaba una lánguida tristeza, un lamento desgarrador y profundo. Cada cantante era dueño de su propio estilo, de su particular forma de decir la música, marcándose así toda una época romántica muy particular, y sin embargo en aquel tiempo sobresalió de manera muy especial y de forma espectacular el inmortal Jose Luis Moneró,emblemático bolerista de la isla del encanto con un acompañamiento musical extraordinario, con una orquesta que igualmente ocupó un sitial de honor dentro del generó musical puertorriqueño, como fue la siempre recordada Orquesta de Rafael Muñoz. Introito: El Blog del Bolero.
Por ello se ha sostenido de manera sistematica que con ellos marcó toda una era acompañado por la orquesta del también inmortal Rafael Muñoz, con quien verdaderamente alcanzó todos sus éxitos convertidos para la posteridad en verdaderos clásicos inmortales del bolero, ya que con el maestro Rafael Muñoz se construyó la época de oro de Jose Luis Monerò. Al igual que muchos de sus contemporáneos en plena década del 40, José Luis Moneró emigró al Norte para establecerse en Nueva York. Allá tomó clases de trompeta con el famoso músico norteamericano Charles Colin. Tocó y cantó con leyendas como Noro Morales y José Curbelo. Hasta que un buen día fue reclutado por Xavier Cougat para cantar con su orquesta. Con el legendario músico español recorrió Europa, África y América. Participó en películas de la MGM. Hasta que, el deseo de continuar su evolución en el arte lo hizo formar su propia orquesta en la década del 50.
En aquel entonces, la historia de José Luis Moneró tomó un nuevo empuje en el pentágrama musical popular latinoamericano. Producciones discográficas como “José Luis Moneró Sings”, “Doce canciones y un millón de recuerdos”, “Una noche en el Escambrón” y otros, son, al día de hoy, clásicos que pasaron a la posteridad e infaltables en toda la discografía caribeña y en la América de habla hispana, sus discos son de auténticos ejemplares de colección y las grabaciones que actualmente se hacen en C. D. con los múltiples adelantos técnicos existentes se venden de forma tal como si se tratara de canciones compuestas en la actualidad e interpretadas por cantantes de hoy en día, eso da una idea de lo que representó y representa este especial músico romántico para todos sus admiradores. Su repertorio, ejemplo vivo de la buena casta de cantantes de aquellas épocas, demuestra un dominio innegable de diferentes géneros como: el pasodoble, la danza, el danzón y el mambo. Pero es en el bolero donde radicó la gran fuerza del cantante boricua en el pentágrama musical universal y fue precisamente ese género lo que lo catapulta hacia la inmortalidad, pues es difícil, por no decir imposible, que vuelva a nacer un interprete del bolero como José Luis Monero, único indiscutiblemente y debidamente recordado por quienes lo supieron apreciar y los que hoy se nutren de lo que representó como artista romántico.
Nuestro conocimiento de sus bellas e inolvidables interpretaciones se remonta al recuerdo de los discos de 78 rpm (Aquellos discos de pasta, mas grandes que un L.P.), que nuestros padres guardaban, entre otras reliquias, como un tesoro, de allí viene precisamente nuestro apego al bolero y a todo cuanto tenga relación con ese elocuente y concreto género. En medio de toda su fama, la década de los 60 le vio combatir una de sus más importantes batallas: la guerra contra el alcoholismo. Jose Luis Moneró, voz perfecta para la bohemia que en su niñez se nutrió de ejemplos cercanos en torno a la bebida, vio su vida sobreponerse a la adversidad. Y en 1964, en una batalla decisiva en la que los galenos lo desahuciaban, se aferró a unos versículos de la Biblia que cuando niño le leía su abuela, y hasta el sol de hoy jamás ha vuelto a probar un sorbo de alcohol. Y la vida, con esa segunda brisa de oportunidad, que supo muy bien aprovechar, le ha seguido sonriendo desde entonces, a pesar de haber transcurrido más de 43 años desde que sucedió esa nefasta adversidad. Hoy se le considera como un verdadero expositor del más rancio bolero, del más puro bolero, con esa especial forma de interpretarlo, de decirlo, como si se tratara de declamar una poesía con ritmo cadencioso, armónico, espiritual, emocional, con el acompañamiento del maestro Rafael Muñoz, dupla que generaron los boleros en Puerto Rico que hoy son considerados clásicos por quienes aman este tipo de genero musical imperecedero.
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