LAS CRÍTICAS DE HERMANOS, NI CONSTRUCTIVAS NI CONTRA PUIG
Por Andrés Pascual
Todo el mundo se tapa como puede ante el caso cubano. Resulta que Jesús Rubio comentó en su columna “at bat”, del sitio La Estufa Caliente de nuestro inmortal René Cárdenas, que los “voceadores” de ESPN habían considerado el error de Puig, que costó un par de carreras contra los Dodgers, una novatada…
El cronista e historiador mexicano lo llamó “anti Dodgers o pro Cardenales”, pero yo voy más lejos: porque hemos aprendido a interpretar las señales del “más allá” durante 54 años de lidiar con esta gente a través de la lucha contra la tiranía castrista, el objetivo de la política de censuras contra el outfielder cubano, que comenzó por Mattingly dentro del dugout de los Esquivadores, es menos contra el jugador que contra la presencia antillana en Grandes Ligas.
Pese a ser casi incipiente en el firmamento del Beisbol Organizado, la posibilidad de que se amplíe el número de peloteros de la mayor de Las Antillas comienza a inquietar a estos enemigos que tenemos los cubanos libres en la crónica hispanoamericana de este país.
Por ejemplo, al trabajo en el short o en la segunda de José Iglesias, los americanos lo están tratando como “la leyenda que crece”.
Hoy voy a hacer una referencia de algo que nunca se menciona: el mejor shortstop defensivo de Hispanoamérica, hasta hoy, ha sido el cubano Willy Miranda, nadie ha hecho lo que el torpedero oriundo de la provincia oriental durante la época de más exigencia del beisbol en su historia: jugar con los Yankees de 1953-54, con promedios inferiores a .250 al bate como pelotero no americano.
A Willy lo adquirió el Baltimore, porque Paul Richards consideró que su fielding funcionaría como el necesario imán de taquilla para complacer a un público novato, ávido de grandes sensaciones en el juego.
El propio Luis Aparicio, en respuesta a una pregunta mía en presencia del increíble Sarvelio del Valle, comentarista de clase y prestigio ya fallecido y de Orlando Peña, que boga por este mundo sin oído claro, nos dijo, “hasta donde llegaba Willy se podía, desde donde tiraba fue lo que nadie hizo…”
El suplente de la maravilla del Almendares, único mago de la posición en Cuba hasta hoy, pudiera ser ese joven que adquirió el Detroit para que levante de sus asientos a un fanático que tiene la mejor batería y el mejor pitcheo del joven circuito en su club, con filigranas defensivas de sello cubano indiscutible.
También me voy a referir a otro jugador de los nuestros del buen tiempo ido que nadie le hace justicia: NINGÚN CENTERFIELDER HISPANO FUE COMO TONY “HAITIANO” GONZÁLEZ A LA DEFENSIVA, NI CON SU SEGURIDAD NI CON SU BRAZO NI CON SU RANGE, así que continúen tomando nota.
El caso es que a muchos de ellos les tocó brillar de forma relativa, porque el beisbol que jugaron fue 100 veces más fuerte, organizado, serio y responsable que esta caricatura de hoy que le dicen Grandes Ligas sin que nadie entienda la razón.
Puig tiene cosas que molestan, porque no se toma en cuenta del basurero que procede, todavía tiene que pensar como big leaguer, porque es un novato que llegó directo de la primera liga profesional en que jugaba, con solo meses de adaptación a la categoría, pero entró con 42 millones y ya le pagó ese dinero a los Dodgers al meterlos en los playoff, aunque no batee un hit más.
El caso Abreu debe tener espantados a “nuestros hermanos”: 68 millones como contrato sin haber recibido nunca un centavo por jugar, cuando el resto del Caribe necesita 5 años de matar a palos sostenidamente a medio mundo para ganar la mitad; a pesar de que muchos scouts están cuestionando la cantidad porque “solo puede batear” y no saben cómo se podrá adaptar al pitcheo cerrado, además de cuestionar la velocidad a que saca el bate.
Algunos lo comparan con Viciedo, bateador que no sigue la bola y todos, con lo que yo concuerdo, afirman que el mejor bateador llegado de Cuba es Kendri Morales, sin rango ni posibilidades de alcanzar el estrellato por la lesión que mermó su desarrollo. A pesar de todo, incluso de ponerse en duda a Chicago como la mejor plaza para el recién llegado, la gerencia cree que podrá batear más de 30 jonrones por temporada.
Cualquier inteligente debe reconocer que esos salarios no se los están “regalando” a un jugador que pudiera ser otro Oliva o Miguel Cabrera, sino a un nombre prestigioso y responsable del éxito hispano en Grandes Ligas en etapas mejores de su historia, al que tienen que agradecerle todos los latinos, incluso Clemente, por haber jugado aquí: CUBA.
Por esa razón y contra ese valladar es que se está atacando a Yasel Puig, que ha sido el primero que, hasta cierto punto, ha comenzado a brillar en el nivel de Miñoso, de Campy, de Versalles o de Tani, a pesar de las críticas y de las marfiladas mentales.
Si el agua toma su nivel y comienza a correr hacia abajo, van a ver lo que es bueno.
Y eso que estamos en la época peor de la cantera del beisbol cubano, cuando se está coqueteando con su fin como deporte de mayorías en la Isla esclava.
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