El Emergente
Ignacio Serrano
La tribu voló debajo del radar para una parte de la afición, pero su apuesta inicial tenía fundamento: con esa rotación, en la que sobresalían el venezolano Carlos Carrasco y Corey Kluber, cualquier escuadra debía llegar a los playoffs.
Ese quinteto era notablemente superior a lo que tenían en Detroit, Chicago y Kansas City. Por eso, cuando Carrasco y compañía demostraron lo que podían hacer sobre la loma, semana a semana, era predecible considerar adentro a los indígenas, aunque apenas estuviéramos en julio.
La sorpresa ha venido después, en la postemporada. Porque esa escuadra que el miércoles ganó su ticket para la Serie Mundial llega con una rotación devastada, un bateo que ha hecho el trabajo, un grupo de protagonistas que casi pasa agachado y un cuerpo de relevistas excepcional.
Carrasco se fracturó en septiembre, cuando los aborígenes ya respiraban tranquilos. Fue un golpe en apariencia devastador. La línea que le dio en la mano y le quebró un dedo también pegó duro en el punto más fuerte de la divisa.
Una lástima. ¿Qué habría hecho el larense en octubre? Desde hace tres zafras es uno de los mejores pitchers de la Liga Americana y la Serie Mundial iba a ser el escenario ideal para su consagración.
Danny Salazar cayó antes. El dominicano de la bola de fuego no está disponible desde el mes pasado, debido a una lesión en el antebrazo derecho.
Trevor Bauer cayó después. La imagen fue dantesca, con el meñique tasajeado, mientras trataba de lanzar strikes, días atrás, con la sangre manando, copiosamente, hacia el suelo. Una torpeza, al tratar de reparar un dron en su casa, llevó a que la hélice le cortara parte del dedo y otra parte del chance de los Indios.
Kluber quedó prácticamente, solo con Josh Tomlin. Se acababa el tiempo de la abundancia.
Lo sucedido el miércoles era la señal más clara de que el tiempo de Cleveland en 2016 ya había finalizado, cuando el novato Ryan Merritt subió al morrito para hacer la segunda apertura de su carrera, con apenas 11 innings en su carrera de las Grandes Ligas.
Vaya error de apreciación. Lo sucedido el miércoles, en realidad, fue la más clara señal de grandeza de ese grupo de jugadores, cuando Merritt acaudilló un blanqueo combinado que contó con la decisiva participación de los relevistas, una vez más.
Es cierto, Andrew Miller y Cody Allen son dos brazos de primer nivel para los innings finales; es casi imposible dañar a quienes permiten menos de medio corredor en circulación por cada episodio de trabajo. Pero esta divisa ha requerido de mucho más, para regresar al Clásico de Octubre.
Hace falta que muchos peloteros aporten para compensar tan grandes pérdidas. Hace falta jugadores como Roberto Pérez, por poner un caso, alguien cuyo average de .143 camufla su gran forma de llamar los pitcheos.
Terry Francona parece mejor manager hoy que en 2004, cuando llevó a los Medias Rojas de Boston a terminar con la “Maldición de Babe Ruth”. Es lógico, entonces tenía más presupuesto y piezas de mayor nombradía y salario.
Aquí también tiene un desafío. No hay maldiciones conocidas en Cleveland, pero sí una sequía de títulos desde 1948.
Otra sorpresa más y podrá volver a celebrar.
Publicado en El Nacional, el viernes 21 de octubre de 2016.
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