En el documental Las Lágrimas del Polo Sur, podemos ver cómo los pingüinos se arremolinan entre ellos formando un círculo para guardar el calor. El frío extremo del polo sur supera nuestra imaginación, más aún si vives en un país tropical, ya que cuando sientes frío es simplemente una muy pequeña muestra del frío del polo sur. ¡Este puede llegar a 60 ó 70 grados bajo cero! En 1968 se registró un descenso de la temperatura de 88 grados bajo cero. Algo a tomar en cuenta, es que en el invierno no recibe luz solar en absoluto, y se levantan fuertes vientos huracanados. Eso hace que cualquier observador se quede impresionado ante la sabiduría de los pingüinos, que han logrado adaptarse a las inclemencias del clima. Cuando llega el invierno y la temperatura desciende, los pingüinos obedecen a sus instintos y a esa ley interna y comienzan a trasladarse a lugares más cálidos, pero los pingüinos emperadores, por el contrario, buscan los lugares más fríos, ya que en estos no se encontrarán con sus depredadores. Al llegar al lugar adecuado las aves se agrupan, pegándose unos a otros, cuerpo a cuerpo y forman un gran círculo. De esta manera, los que se encuentra al borde del círculo, protegen a los de adentro del frío. Lo interesante es la dinámica que surge, ya que luego cuando los que están afuera pierden su calor corporal, cambian su posición de los de adentro, y así se protegen unos a otros. Y así pasan el frío y oscuro invierno. Es maravilloso ver cómo este momento que conduciría a la muerte a cualquier especie, es superado apoyándose mutuamente, no peleando por el mejor lugar, por el contrario comparte su temperatura corporal con otros. Cuánto podemos aprender de la sabiduría del pingüino emperador. Cuando surgen diferencias, cuando se traviesa por momentos de frustración, cuando se experimenta la obscuridad de la desesperanza, y el frío del dolor. Cuando das calor a otro, te calientas a ti mismo.
Las cosas malas que te acontecen
El psicólogo y escritor Henri Cloud dice: "Lo contrario a lo malo, no es lo bueno, sino las relaciones en amor”. Cuando en tu dolor te conectas con otros y sientes su apoyo y comprensión lo malo que te ocurre va disminuyendo. Cuando compartes tu dolor con otros tu carga se vuelve menos pesada, ya que otros sostienen parte de tu peso, sin embargo, lo más grande es que tu dolor pasa a ser un potenciador de la esencia de la vida, como lo es vincularse. Hay mucho poder en el compañerismo, Dios nos creó como seres relacionales. El alma en soledad se marchita en el frío invierno de la desconexión. Es necesario ser intencionales en las relaciones estructuradas, estas son cruciales para el progreso espiritual y dichas relaciones deben ser abiertas, honestas y de aceptación. Ese es el tipo de ambiente nos impulsa a ser todo lo que Dios quiere que seamos. Todos nosotros tendremos la inclinación de rendirnos y renunciar lenta y progresivamente, esa es la inercia de la vida. Es tan común que si no somos intencionales en aquello que nos edifica volvemos a los viejos patrones de donde venimos. Un ejemplo que has visto en tu vida es con las dietas y el ejercicio. Esa es otra buena razón para vivir siendo parte de una comunidad o grupo auténtico. Cuando comenzamos a salirnos del camino, cuando el compromiso y la convicción comienzan a desvanecerse, necesitamos estar rodeados de personas que nos ayuden a regresar. ¿Puedes recordar alguna vez en la que, aunque estabas realmente comprometido a hacer algo, no lo hiciste? ¿O alguna vez has tenido una convicción muy fuerte de no hacer algo, y de todos modos lo hiciste? Debemos mantener nuestro compromiso. Debemos permanecer fieles a nuestras convicciones. Pero de algún modo nos quedamos cortos. Usualmente no nos levantamos en la mañana con planes de abandonar un compromiso o desechar una convicción. Es más bien un alejamiento lento. Somos tentados a hacer algo indebido. Primero nos convencemos a nosotros mismos del porqué no debemos hacerlo, y después terminamos haciéndolo de todas maneras... pero sólo por esta vez. Somos increíblemente expertos para engañarnos a nosotros mismos. Nunca es nuestra intención que el «sólo por esta vez» se convierta en la norma. Pero antes de que nos demos cuenta, nos hemos alejado de nuestro programa de ejercicio, nuestra dieta, nuestro horario balanceado, nuestro presupuesto, nuestras convicciones morales, entre otras. Es así como comienza una aventura amorosa, es así como un hombre de negocios honesto se vuelve deshonesto; es así como el beber socialmente se convierte en alcoholismo; es así como un noviazgo sano se deteriora llegando a un punto al que no se planeaba llegar.
Conexión con Dios y otros
El autor de Hebreos nos alerta sobre el peligro de estar desconectados y el valor de las relaciones al decirnos: Hermanos, cuídense de que ninguno de ustedes tenga un corazón tan malo e incrédulo que se aparte del Dios viviente. Al contrario, anímense unos a otros cada día, mientras dura ese «hoy» de que habla la Escritura, para que ninguno de ustedes sea engañado por el pecado y su corazón se vuelva rebelde. (Hebreos 3:12-13) Si no tienes a alguien que te esté animando en el camino, de seguro desmayarás. Si no hay un grupo que te dé calor y camine contigo, lo más probable es que nos rindamos en el momento oscuro y frío de nuestras vidas. Enfrentémoslo; tú y yo somos propensos a fluctuar. El compromiso y la convicción, por sí solos, no nos alcanzan para guardarnos del desvío. Si así fuera, nos conservaríamos delgados, seríamos más prósperos económicamente, tendríamos menos equipaje emocional con qué lidiar; no tantos pesares y dolores, y muy pocos, secretos que nos mantienen ocultos, si acaso los tuviéramos. Piense en un banquillo de tres patas en el cual su vida espiritual se sostiene, una de ellas es compromiso, esta se relaciona con la disciplina, dominio propio y constancia; la otra es convicciones, se relaciona con tu fe, conocimiento de los principios que guían tu vida y firmeza. Sólo dos de las tres patas de funcionamiento de nuestros proverbiales «banquillos espirituales», no son suficientes para soportar el peso de nuestras vidas. Necesitamos la tercera pata de la conexión si queremos permanecer parados verticalmente.
«El ingrediente que hace falta se llama conexión»
Debemos comprender que los compromisos sólidos y las convicciones profundas a pesar de ser imprescindibles, no son suficientes. Necesitamos de igual manera lazos fuertes de compañerismo. ¿Quién, además de tu familia, tiene permiso de hablarte y retarte si es necesario, sobre las cosas que suceden en tu vida? ¿Quién es lo suficientemente cercano a ti, como para darte una señal de alarma si comienzas a perder el rumbo? Los amigos y relaciones estructuradas que edifiquen nos llevarán más lejos de lo que solos podríamos hacerlo. Hay mucho poder en las conexiones de amor y amistad. ¿Qué tipo de personas necesitas en tu vida para que te ayuden a mantenerte en el camino correcto? Hazte vulnerable, da permiso a otros para que te edifiquen y disfruta del sentido de la vida por medio de la conexión.
Escrito por Esfuérzate y Hazlo. Sígueme en Twitter en: @reajose