Bengie Molina, cómplice en el recital de Lee
Nueva York.- Bengie Molina se percató que la noche de Cliff Lee iba a ser especial mucho antes que hiciese su primer lanzamiento.
“Desde cuando estaba calentando se veía que estaba con entusiasmo”, dijo el receptor puertorriqueño de los Rangers de Texas y compañero de batería de Lee.
“No quise decirle nada, pero en la mirada se le notaba que venía encendido. Por la misma forma que le respondía a los insultos de los fanáticos”, añadió.
Y así fue para el zurdo, a quien tildarle como el gran as de octubre le queda corto.
Lee recetó 13 ponches y diseminó apenas dos sencillos en ocho innings rumbo a una victoria el martes por 8-0 sobre los Yanquis de Nueva York en la serie de campeonato de la Liga Americana.
La peor paliza por blanqueada propinada a los Yanquis en postemporada dejó a Texas en ventaja 2-1 en la serie al mejor de siete partidos.
Texas explotó con seis carreras en la alta del noveno inning, pero antes el gran protagonista del juego fue Lee, quien maniató por completo a la temida ofensiva de los Yanquis.
Alex Rodríguez, Robinson Canó y Mark Teixeira lucieron sin brújula y Molina tuvo mucho que ver en ello con una intervención notable detrás del plato.
“Todo le salía, la recta cortante, la curva bajita, el cambio se le movía. Los bateadores no sabían qué hacer. Los tenía fuera de balance y estamos hablando de grandes bateadores”, comentó Molina.
“Ese muchacho es increíble”, agregó.
Alguien le preguntó a Molina si creía que esa actuación fue una de las mejores en las que le ha tocado trabajar con un lanzador.
“Diría que sí. Tuvo el control desde que comenzó hasta que terminó”, resaltó.
“Nunca vio una situación en la que no creía que no podía hacer el pitcheo”.
“Lo mejor que tiene es la confianza. No le importa la clase de juego que sea, no le importa quién está bateando. Está concentrado en hacer su pitcheo”, añadió.
Lo curioso para Molina es la fortuna que ha tenido para ser el catcher de lanzadores fuera de serie. Lo fue en su único año en Toronto con Roy Halladay en 2006 y después en San Francisco con Tim Lincecum hasta mediados de esta campaña.
“Para mí es honor, he tenido una carrera muy especial, he sido muy afortunado de tener los pitchers que he tenido, trabajar con ellos y hacer que sean mejores”, destacó.
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