Crónica de una carrera que agoniza
¿Será Óliver Pérez capaz de callarle la boca a muchos críticos?
En los pasados días, a través de Twitter, hemos conversado con algunos colegas y fanáticos sobre las posibilidades que se le presentan al zurdo de Culiacán de cara a la temporada 2011 y francamente, las conclusiones no son nada halagüeñas, como cuando viene ese momento crudo, difícil de una película que hemos visto más de una ocasión y que nos trae sentimientos amargos. Todo esto a raíz de las informaciones que de él se han suscitado en los pasados días.
Pérez está en el umbral de perderlo casi todo. Al menos profesionalmente hablando. Debido a la apuesta de Omar Minaya, ex gerente general de los Mets, éstos tendrán que pagarle 12 millones de dólares al mexicano después de que en 2009, el 3 de febrero para ser exactos, firmara un pacto por 3 años y 36 millones de dólares. Se dice que antes del opening day, los Mets lo dejarían libre.
Para Óliver, desde el arranque de 2010, hallar la zona de strike y algo de confianza, resultó tan difícil como para aquellos gambusinos fue encontrar el preciado metal dorado en la parte final de la llamada Fiebre del Oro en el remoto siglo XIX.
El primer recuerdo que tengo de Óliver, es de ese pitcher lleno de ilusiones, ambiciones y sueños cuando debutó en 2002 en la Gran Carpa con los Padres de San Diego, el inicio de lo que parecía ser una carrera bastante promisoria.
Después, su paso a los Piratas de Pittsburgh donde empezó a llamar la atención por sus cualidades encima del montículo. En 2004 su recta de 95 millas por hora, que era intimidante, la gente no dudaba en pagar un boleto por ir a verlo lanzar por las noches y se convirtió en una razón esperanzadora para la atribulada y perdedora franquicia de los filibusteros. Ese año fue el mejor que tuvo en Pittsburgh con foja de 12-10.
Recordemos que el zurdo de Culiacán tuvo una lesión en junio de 2005 tras perder un juego ante los Cardenales de San Luis y en el túnel del dugout, pateó un carrito de la limpieza y se fracturó un hueso del pie, en específico el dedo gordo del pie derecho. Se perdió dos meses y medio debido a esa estúpida, absurda reacción para un profesional.
Después, viene la gran oportunidad de su carrera, cuando fue traspasado a los Mets de Nueva York en 2006 con la novena del Flushing Meadows, justo antes del límite de cambios. Con un equipo que no escatimaba en invertir para firmar peloteros de alto calibre que les ayudaran a llegar a la Serie Mundial, Óliver tenía ante sí una gran ventana para poder destacar.
Esa misma campaña, en 2006, los Mets llegan a playoffs y es la única ocasión en la que el de Sinaloa ha tenido oportunidad de jugar en playoffs. Dos salidas, un triunfo. Del triunfo en el juego 4 no nos acordamos mucho, quizá porque los neoyorquinos lo ganaron fácil, pero el juego 7, que pierden y en el cual Óliver se va sin decisión tras seis sólidas entradas, me parece que es el mejor juego que le he visto tirar al mexicano de 29 años de edad.
No sólo había dudas sobre quién sería el abridor de ese decisivo juego 7 ante los Cardinals, sino que darle la pelota a Pérez para tan crucial momento era una altísima apuesta, pero el entonces piloto Willie Randolph se la jugó con el zurdo sinaloense y en mi humilde opinión, es el mejor juego que le vi lanzar.
En 2007 tuvo la que ha sido le mejor campaña de su carrera, cuando finalizó la temporada regular con marca de 15-10 con 3.56 de efectividad y 180 ponches, la segunda cifra más alta en cu trayectoria, sólo superado por lo que hizo en 2004 con 239 abanicados.
Después de poner esos buenos números, absolutamente todos pensábamos que la carrera de Óliver finalmente había comenzado a despegar. Quizá era como cuando un avión no puede despegar por una cosa u otra, el clima o cualquier problema técnico. Igual Pérez, pero finalmente parecía emprender el vuelo hacia mejores horizontes.
En el trato con la prensa, hasta donde me da la experiencia de haber conversado con él, es bastante bueno. Nunca me ha negado una entrevista, siempre se ha mostrado cordial, dispuesto. Ojalá que su situación mejore radicalmente, pues sería duro, para todos los fanáticos al beisbol en México que lo han apoyado, verlo desmoronarse sin que pueda evitarse.
Hoy día, estamos viendo cómo se le van a Óliver como agua entre las manos las escasas oportunidades que están presentándosele en 2011. Puede ser el momento de atesorar los mejores recuerdos e instantes de Pérez en las Mayores y guardarlos para la posteridad o recordaremos esta mala racha sólo como eso y después de este trago amargo, el zurdo renacerá de sus cenizas para convertirse en aquél que en algún momento, pensábamos que no tardaría en levantar el vuelo.
AUTOR: Israel German / A 90 pies blog de MLB
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