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BEISBOL 007

NO SE PUEDE DESCUBRIR LO QUE YA EXISTIA

Por Andrés Pascual
       Tanto se han ido a pique los valores “instinto, intuición e inteligencia” en el beisbol americano que conceptos manejados hasta en “la manigua” en Cuba se convierten en una especie de noticia superior a la que recibió Fernando de Aragón cuando Colón le hablódel descubrimiento de Améica. Manigua en Cuba significa mala pelota, técnicamente hablando.       El asunto es que el periodista Ben Walker, reportero de AP, se quedó pasmado cuando Ron Washington le habló de “secretos” que estaba aplicando para un mejor desempeño en el terreno, aspectos que pertenecen al histórico “juego inteligente” de las Grandes Ligas.        Según el director de los Vigilantes de Texas, gracias a la tecnología, están al tanto de aspectos como el árbitro que trabajará en el plato en el juego del día; la zona que le gusta para cantar strikes y la que no procede a decretarlos; así como del temperamento y la disposición para expulsar jugadores y al tiempo que las ejecuta.         ¿Cuál es la razón por la que un cronista deportivo escribe un material así? Bueno, tal vez sea porque el fanático de hoy, atento solo al jonrón, desconoce no ese aspecto; sino muchos más que han hecho del beisbol una joya deportiva; segundo, porque a fuerza de no usarse como complemento para ganar en la pelota de hoy, hasta algún que otro director haya olvidado que eso de nuevo no tiene ni la “n”; a pesar de, como dijo Washington, la tan llevada y traída tecnología, buena para algunas cosas e improcedente en otras, por lo menos en el beisbol.         En el curso de la historia, los lanzadores “inteligentes” han usado todos los recursos que les proporcione dominar. En la Cuba castrista y hasta finales de los 70’s, los serpentineros eran inteligentes, un residuo conceptual del profesional, porque habían alcanzado a ver la Liga Cubana por lo menos el último año.         Jesús Guerra, un monticulista derecho que jugó para Pinar del Río y para el equipo Cuba, era capaz de actuar con el árbitro del plato ese día; este pitcher no solo conocía las debilidades y el temperamento de bateadores como Antonio Muñoz, al que le demoraba los envíos, lo desesperaba y lo ponía out con facilidad; sino que mantenía control sobre la zona de strike del árbitro que actuaba en un juego y, como Guerra, casi todos los lanzadores de su generación en Cuba.          Varios de los directores de aquellos años en la Isla tenían la chispa para adivinar si un umpire era capaz de expulsar rápido o no en medio de una discusión, como también que Panchito Fernández Cortón hacía valer la máxima de la pelota profesional histórica (hoy olvidada por los magistrados de turno) de “el público no paga para verme; sino al jugador estrella” (palabras del Hall of Famer Babe Pinelli cuando, alguna vez, no botó a Williams) expulsando, si lo necesitaba, a alguien del banco de ningún nombre ni trascendencia del equipo problemático; porque “¿Cómo vas a sacar a Armando Capiró?” “¿Quién crees que eres?” y, realmente, expulsar un jugador que no decidiera calmaba los ánimos; pero, ¿Expulsar un estrella? Y hay árbitros que les gusta expulsar a ese tipo de pelotero para robar protagonismo y debilitar el pasatiempo.          La entrevista que le descubrió a Walker como comentarista estos “secretos matusalénicos del beisbol” se titula: “En las Mayores dan seguimiento a los árbitros” y se publicá el ante-pasado 11 de mayo.

 

Armando Maestri

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