¿A DÓNDE QUIEREN LLEGAR?
Por Andrés Pascual
Axioma # 1 del beisbol: "No gana el mejor en la plantilla; sino el que mejor juegue en el terreno…" Principio y final de cualquier discusión sobre el tema.
Muchas veces, a través de su historia, las ediciones de los Yanquis no fueron "el mejor club con más estrellas que las que tiene el firmamento…" pero eran los que mejor jugaban al beisbol en todas las Grandes Ligas: máquinas de pensar y actuar, si se pudiera considerar así, "a la perfección", para un empleo que siempre se ha pagado bien y que hoy es una grosería en la que nadie puede equilibrar lo que se gana con la clase profesional ni, a veces, con el esfuerzo personal de una cantidad que alarma.
Chuck Manuel es un manager que se vale de lo que sea para ganar, no tiene en cuenta el constante manoseo de la media sobre los Filis en base a "una constelación de superestrellas" que, en el caso de esta novena, nadie sabe la razón por la que califican a todo el club con un concepto que está lejos del alcance del 90 % de los jugadores que han vestido uniforme de equipos de liga mayor en la historia. Posiblemente, en los anales del Beisbol Organizado, el fanático haya podido disfrutar de un verdadero super-estrella luego de digerir 100 estrellas, 200 buenos peloteros, 300 mediocres y 1,000 paquetes, incrementado (o disminuido) con la expansión por el mercantilismo nocivo y el relajo de oficinas sin amor ni pasión por el deporte y con un equipo de picapleitos favorable a los peloteros que mejor ni hablar.
Hace pocos días leí en el Diario las Américas, escrito por John Holmes, una crítica a la forma como maneja a sus jugadores el director del Filadelfia, nada más y nada menos que de parte del General Manager Rubén Amaro jr, al que respaldaba su padre, de igual nombre.
Según "el gerente", Manuel no quiere descansar a sus regulares y no se explica la razón. Amaro quiere que los titulares lleguen bien descansados a los play-offs y que los reservistas tengan juego ¿obligado?
Incluso le sugiere que mueva la rotación de picheo de forma contraindicada, porque eso sería, para que Halladay no tenga que actuar de día por las altas temperaturas, sobre todo en Miami.
Las cosas del deporte profesional moderno están de ampanga: un boxeador que modela trajes de baño al borde de la pelea mas importante de su carrera; peloteros que piden lentes de contacto de colores por afectación del sol (Whitey Lockman, ex inicialista de los Gigantes durante la primera mitad de los 50's, era albino y ni espejuelos oscuros usaba) y gerentes que piden que se alteren los turnos de pitcheo por caprichos del modernismo poco serio y menos responsable para un fanático en nada comparable al del "buen tiempo ido" por la forma como se deja manipular.
Revise la historia de los clubes que ganaron su liga con antelación más que prudente y descansaron a sus peloteros principales para que compruebe que se impusieron menos veces que los que lo hicieron sobre la raya, con sus jugadores no cansados, sino en juego y mejor preparados (activos, calientes y enfocados) para el compromiso posterior; aunque enfrentaran a "un trabuco de super-estrellas".
Regrese a los anales del beisbol y podrá comprobar que lo de la rotación de pitcheo es un asunto tan delicado para las posibilidades de un club que, una alteración obligada por circunstancias razonables como enfermedad, lesión o ausencia de un juego por motivos familiares, puede afectar no solo al pitcher involucrado, sino a otros del departamento, porque "un cualquiera" tal vez tenga que enfrentar al mejor de la oposición con el posible desastre para el equipo que experimenta; en el caso de Halladay, no es "uno ahí", sino lo mejor con que cuenta ese staff realmente profundo.
Amaro conoce esto, ahora ¿Por qué se lo trató de imponer como crítica ácida, a través de la prensa, a un manager que lo está haciendo bien, como la lógica indica? Eso fue lo que no dijo y sería lo interesante conocer.
Amaro quiere "double platoon" en los Filis
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