LOS YANQUIS DE NUEVA YORK 1921-1964: IMPERIO Y DINASTIA
Por Andrés Pascual
Los Yanquis de Nueva York no son la franquicia que mas inquilinos tienen en Cooperstown, esa distinción es patrimonio de los Gigantes, que una vez también representaron a la Ciudad de los Rascacielos en la Liga Nacional; pero "los Yanquis siempre eran los Yanquis".
Babe Ruth llegó a Nueva York porque la gerencia de los Medias Rojas de Boston se cansó de soportar la conducta irregular y díscola del gran pelotero: una noche sí y otra también, el Babe mantenía ocupada a la oficina del club intercediendo por él en cuanta estación de policía existía en la ciudad. Esa es la verdadera historia de la venta que dio origen a "la maldición" superada en el 2004.
La aparición de molestias en su brazo de lanzar, por entonces uno de los más efectivos pitchers zurdos de ambas ligas, provocó que fuera movido al outfield. Tal maniobra dio como resultado que naciera no solo el mejor bateador de todos los tiempos; sino el más grande pelotero de la historia del juego…Corría 1920 y, con la llegada de Ruth, también nacieron los Yanquis de Nueva York a la fama en el pasatiempo nacional americano.
En 1921, Babe Ruth conectó el jonrón # 121 de su carrera, con el que se colocaba a la cabeza de este departamento por primera vez entre todos los jonroneros de la historia de las Grandes Ligas; sin embargo, para la prensa, el acontecimiento fue opacado por otro resultante del mismo cuadrangular, pues la noticia la constituyó que la bola viajó 573 pies del home, un verdadero "robo de titulares".
En 1921, los Yanquis ganaron la Liga Americana; asistieron a la Serie Mundial contra sus vecinos Gigantes de Nueva York y perdieron 3-5(entonces la serie se jugaba a 8 juegos con el primero que alcanzara 5 campeón); pero, ese año, con Ruth, Home Run Baker, Bob Meusel, Rip Collins, Elmer Miller, Roger Peckinpaugh, Wally Pip, Waite Hoyt, Aaron Ward, Jack Quinn, Mike McNally, Al DeVormer, Carl Mays y Wally Schang,nació el más grande club deportivo de la historia que, en poco tiempo, ganaría los calificativos de los Mulos de Manhattan, los Bombarderos del Bronx o la Fila de los Asesinos; a partir de que fijaran residencia definitiva en la celebre barriada neoyorquina, donde inauguraron Yanqui Estadio en 1923…
Cuando los Medias Rojas de Boston ganaron la Serie Mundial de 1918, detrás del club estaba Ed Barrow quien, con su inteligencia y movilidad maestra, logró la hazaña; pero, cuando hizo lo mismo para los Yanquis de Nueva York, hizo la historia…entre 1921 y 1945, a través de compras, de cambios…moldeó el primer club de la gran etapa de los inquilinos del Yanqui Estadio, en trabajo mancomunado con el entusiata propietario de la franquicia, el coronel Jacob Ruppert, que construyó el estadio famoso.
La década de los 20's fue testigo de la fama en espiral de los Yanquis; sobre todo, a partir de 1925, cuando ingresó al club Columbia Lou, el inmortal Caballo de Hierro Lou Gehrig, un inicialista cuyo sello de distinción fue impulsar carreras, batear extrabases y conectar sobre .330, y quien formó, junto a Babe Ruth, el más grande dúo de bateadores en "el clutch" de todos los tiempos, .
La llegada de Herbert Pennock, un pitcher que también "le tumbaron" al Boston, fortaleció a los Yanquis en el departamento del pitcheo y trilló el camino del serpentinero hacia el Salón de la Fama; igual sucedió con Wayte Hoyt.
Entre 1921 y 1928, los Yanquis estuvieron en 6 Series Mundiales con saldo parejo de 3 y 3, dos de las derrotas contra sus vecinos de Polo Grounds, los Gigantes de John McGraw.
Sin embargo, en 1929, 30 y 31, los Bombarderos debieron enfrentar, con resultados perdedores, el reto de unos poderosíimos Elefantes Blancos o Atléticos de Filadelfia del legendario Connie Mack, quienes lograron establecer durante esos años un team prácticamente imbatible y que solo la incapacidad financiera de Mack para poder pagar a sus estrellas, le obligó a desbandarlo hacia Detroit y Boston Medias Rojas; nadie sabe cuál hubiera sido el curso de la Liga Americana a travás de por lo menos diez años, si ese equipo hubiera continuado unido: Jimmie Foxx, Ben Chapman, Mulo Haas, Jimmy Dykes, Al Simmons, Mickey Cochrane, Joe Boley, Max Bishop…y con el increíble Lefty Grove, Jack Quinn, Howard Ehmke, Rube Walberg o George Earnshow en la serpentina, eran la médula de aquel gran club de Filadelfia…
Posiblemento aquellos Atléticos de Filadelfia hayan sido el primer club de la era moderna en desmembrarse por problemas financieros relativos a la nómina de pagos, porque tenían una gran cantidad de superestrellas, que casi todos descansan en Cooperstown.
La última Serie Mundial de Babe Ruth con los Yanquis, 1932, en que los Mulos barrieron a los Cubs de Chicago en 4 juegos, fue en la que produjo el célebre hecho en que el Bambino señaló hacia lo profundo del rightcenter, lanzando Charles Root y allá, en lo profundo del graderío, metió la pelota de línea.
En 1936, regresaron los Yanquis a la Serie Mundial, lo hicieron con un joven recluta italoamericano que había brillado con los Focas de San Francisco de la Liga de la Costa del Pacifico, donde había hecho la friolera de 17 errores en un doble juego como shortstop; pero también bateó de hit durante 61 juegos consecutivos…
Joe Dimaggio se convirtió en el centerfielder de los Mulos de Manhattan y fue alrededor de este jugador que se hizo la verdadera historia de imbatibilidad del club, por su juego seguro y elegante y por su bateo poderoso y oportuno, que echó a rodar la leyenda, reforzada por Bob Feller, consistente en que, "…si Joe llegaba en situación comprometida, los Yanquis sabían que ganaban y tú que estabas perdido…"
Dimaggio fue el más brillante, impactante e importante jugador de los Yanquis en todos los tiempos y se rodeó de un grupo de peloteros que, algunos, están Cooperstown; el último, Joe Gordon; pero, en sentido general, aquellos Yanquis de durante cuatro décadas eran, más que constelaciones de estrellas, clubes que hicieron del juego inteligente, corajudo y del "team work", la verdadera clave de su éxito sostenido.
Jugadores como Charles "King Kong" Keller, Tommy Heinrich, Frank Crossetti, Tony Lazzeri, Lefty Gómez, Red Rolfe, Johnny Murphy, Phil Rizzuto, Jake Powell, Red Ruffing, Monte Pearson, George Stirnweiss, Nick Etten, Atley Donald… alternativamente, fueron el apoyo de Joe Dimaggio para consolidar la historia del club y la suya propia.
La importancia y la popularidad del ítaloamericano era tanta que, en 1939, cuando le robaron unos rateros de poca monta su bate, Vito Genovesse colocó en los bares del bajo mundo neoyorquino el aviso "a quien pueda interesar", que consistió en "Devuélvanle el bate al muchacho" y, a la 12 ½ de ese día, cuatro horas después de salir la amenaza, apareció el bate en el clubhouse del equipo.
Sin embargo, Dimaggio no pudo, no quiso o no supo protegerse del rumor amarillista fuera del terreno, relacionado sobre todo con que casara con dos actrices de Hollywood, una de ellas, la despampanante Marilyn Monroe, quien sintió en carne propia la derrota que le infrigió su esposo en popularidad en Japón cuando, en viaje que hicieran juntos a la tierra del Lejano Oriente, percibió que el interés por saludar y entrevistar a Joe era superior al que existía por ella. Dimaggio declaró en 1967 que Marilyn fue la única persona por la que estaba dispuesto a dar la vida y, durante toda su existencia posterior a la controversial muerte de la actriz en 1962, mandó a colocar flores diariamente en su tumba.
Sin embargo, un exagerado incidente se produjo cuando trató de demandar al dúo Simon and Garfunkel por mencionarlo en su clásica canción Pop "Senora Robinson"; aunque, poco después, retiro la demanda.
Entre 1936 y 1951, los Yanquis asistieron a 11 Series Mundiales con nueve de ellas ganadas.
Para la última campaña de Joe Dimaggio con el club, 1951, llego de Oklahoma el hijo de un minero de solo 20 años, el padre, fanático del béisbol y jugador amateur de la receptoría, le puso Mickey en honor a su héroe, el inmortal catcher Mickey Chochrane,
Mantle simbolizó la circunstancia de hacerle ver a todo el mundo que el club siempre tenía el relevo ideal en clase deportiva y en atractivo para las multitudes. Ya estaba, desde 1947, el inefable Yogi Berra, material de Cooperstown desde que entró a las Grandes Ligas y, por cinco años más, sería su compañero el pimentoso The Scooter, Phil Rizzuto; desde 1949 el ex infante de marina Hank Bauer se había convertido en una pieza valiosa para los Mulos; ese año adquirieron por cinco temporadas a uno de los más grandes artilleros de la historia y Johnny Mize, el verdadero y único Big Cat del béisbol, les ayudó a llegar y a ganar cinco Series Mundiales consecutivas con su descomunal poder; en 1950 se inició la carrera del pitcher yanqui por excelencia, el tremendísimo zurdo Whitey Ford, el más joven en ganar un juego de Serie Mundial, que concluyó su carrera en 1967 con 236-102; en 1951 comenzó a jugar en el infield de la novena Gil McDougald, a quien le regalaron el Premio al Novato del Año de la Liga Americana en detrimento del legítimo ganador, el cubano Orestes Miñoso.
Bobby Brown, Doctor en Medicina, jugó dos años de la década de los 50's en la antesala, esperando que se perfilara Andy Carey y Bill "Moose" Skowron, Irvin Noren, Willy Miranda, Gene Woodling, Allie Reynolds, Vic Raschi, Ed Lopat, Charlie Silvera, Tommy Byrne, Bobby Kucks, Bob Grima, Johnny Sain y Bob Turley, con el mediocre Don Larsen, fueron, jugadores mas, jugadores menos, los Yanquis de los cincuentas.
A Mickey Mantle le llamo Casey Stengel "El mejor pelotero de una sola pierna que haya nacido"; pero fue, más que eso, una verdadera maravilla compitiendo contra otros en condiciones de desigualdad física.
El famoso número 7 era una demoledora combinación de poder con velocidad nunca igualada en las Mayores; capaz de cronometrar 3.3 de home a primera y colocar la bola a 565 pies, que no eran 900 por los aleros de los estadios, que pararon algunos batazos que tomaban altura en ese momento.
La decencia y el alto concepto de la moral de juego, le hacían molestarse cuando le retrataban vendándose las deplorables piernas por motivo de la osteomielitis; o por las secuelas de la grave lesión que sufrió en la Serie Mundial de 1951.
La extraordinaria faceta de gran compañero de Mantle es recordada en su placa de Cooperstown con la inscripción "The Great Teammate"..
Billy Martin es una de las figuras significativas y trascendentales de su época en los Mulos de Manhattan: gran fildeador en segunda base, de inteligencia poco común para jugar la posición, del que se considera su atrapada de un fly al cuadro en 1952 contra el Brooklin como la más grande hecha por infieldar alguno en Series Mundiales.
Adicto a la bohemia y a la vida nocturna de la gran ciudad, su tendencia a la bebida arrastró a Mantle, al extremo de que el mal hepático que le costó la vida al artillero, se originó en ningún control del vicio durante casi toda su vida.
Billy Marti, debio abandonar a los Yanquis por la via del cambio, porque entendieron que le ocasionaba un gran dano al juego y a la imagen de Mickey Mantle y ni Stengel, a pesar de que lo llamaban el Muchacho de Casey, pudo parar el traslado del beligerante a otro club.
En 1955, desde el Toronto de la Liga Internacional Triple-A, llegó el catcher-outfielder Elston Howard, persona decente y excelente como jugador, quien se convirtió en el primer pelotero de raza negra en la Organización, privilegio que debió ser del boricua Victor Pellot Power, acaso el mejor inicialista defensivo de la historia y un bateador con autoridad; pero, para no forzar la situación con un negro latino, decidieron enviarlo a los Atléticos de Kansas City, entonces considerada una Organización fantasma, especie de sucursal de lujo de los Yanquis en las propias Grandes Ligas.
Elston Howard tuvo una gran carrera con el club hasta que decidieron, en 1966, enviarlo al Boston; por su parte, Victor Pellot hizo su historia con los Atléticos, con el Cleveland y con el Minnesotta
La moral deportiva de Howard y su contribución al team work, le hizo parte fundamental a la hora del recuento, de los grandes jugadores que vistieron la franela rayada.
Murió joven (49 años) de un ataque cardíaco y fue llorado por todos sus ex compañeros y por la edición yanqui de 1980.
A los sesentas entraron los Yanquis con Roger Maris como un-dos con Mantle y perdieron la Serie Mundial por el jonrón de Mazerotski; sin embargo, en 1961, se combinaron el llamado dúo MM para 115 jonrones (fue el ano de los 61 de Roger, más 54 de Mantle) y le ganaron la Serie Mundial al Cincinnatti; el relevo del boricua Tite Arroyo fue decisivo y la contribución del itsmeño Héctor López también. El infield, a base de Cletis Boyer, Tony Kubek, Bobby Richardson y Joe Pepitone era uno de los mejores en Grandes Ligas entonces.
Entre 1951 y 1960, los Yanquis estuvieron en 8 Series Mundiales con 6 de ellas ganadas. Con nuevas caras como Tom Tresh, Johnny Blanchard, Pete Daley, Steve Mikelssen, Al Downing, Bill Stafford, el controversial Jim B outon…y sus principales estrellas avejentados y adoloridos, al borde del retiro muchos, no pudieron mantener su sello legítimo e indiscutible de símbolo del béisbol para las campañas posteriores a 1964.
Entonces estuvieron en Otubre entre 1960 y 1964 y, a ganar la Liga Americana ese último año, los ayudó el cubano Pedro Ramos con 13 relevos magistrales.
En 1965 los adquirió la enpresa Times-Warner y terminaron en último lugar, invirtiendo la cifra de ganados y perdidos del derecho Mel Stottelemire quien, de 20-12 en el 64, cayó a 12-20 el siguiente. Comenzaba el calvario de 12 temporadas perdedoras de los ahora llamados Pencos del Bronx, tratamiento injusto del público más apasionado, poco conocedor y agresivo del béisbol americano, el neoyorquino…
La caída del sistema de sucursales de los Yanquis, que ocasionó la imposibilidad de tener acceso a otras estrellas jóvenes de factura casera como Dimaggio, Mantle, Berra… unido a que Charles O. Finley decidió dejar de ser una sucursal de los Bombarderos, aceleró la decadencia del club, que duró la eternidad de 12 años sin asistir a Series Mundiales 1965-76 y 13 para volver a ganar otra 1965-1977.
Los Yanquis tendrían una etapa peor que el periodo 1965-76 y se produjo entre 1982 y 1996, en que no aportaron nada de su juego tradicional al béisbol de Grandes Ligas; aunque tuvieron jugadores como Dave Winfield o Don Mattingly y, durante el inicio de los noventas, inició su carrera el último gran pelotero de los Yanquis desde Mantle y Berra: Dereck Jeter el que, como Bernie Williams y Mariano Rivera, tienen el sello indiscutible y clásico del jugador histórico del club.
Un clásico capitán desde que llegó, Jeter es un jugador más completo que Alex Rodríguez, más importante por su oportunidad y de factura yanqui de la gorra a los spikes; el alma de estos deprimentes Bombarderos de hoy que, lo mismo le elevan la adrenalina a sus fanáticos a niveles insospechados, que le dejan caer la moral tan bajo que se puede barrer.
Desde Miller Huggins, pasando por Joe McCarthy y Bucky Harris hasta el Viejo Pofesor de las cinco Series Mundiales ganadas consecutivamente, Casey Stengel, no ha habido tampoco managers que se destacaran en el sentido de grandeza como los anteriores: el espectáculo de Billy Martin fue realmente eso, a la manera de sus condiciones como jugador, opacadas por la imposibilidad de controlar su personalidad basada en la pelea, aun con los de su equipo, como sucedió con Reggie Jackson.
Como curiosidad, Bob Lemon, ex pitcher del staff de estrellas de los Indios de Cleveland 1947-1956, miembro del Salón de la Fama, en 2 temporadas dirigiendo al club nunca lo hizo en Yanqui Estadio, porque coincidió con la etapa de remodelación del coloso del Bronx que provocó que los Yanquis jugaran en Nueva Jersey. Lo mejor de las últimas 50 temporadas, a pesar del pasivo Joe Torre, fue Ralph Houk en 1961-63.
Si me preguntaran si los Yanquis de hoy existen, no tendría a menos decir que como una caricatura del gran club que es el propietario del 50 % de la historia de las Grandes Ligas, del más importante, costoso y famoso equipo deportivo del mundo.
A pesar de Alex Rodríguez, estos Yanquis, cuya única pieza valiosa es Dereck Jeter, no solo han perdido la credibilidad, sino la moral y la vergüenza deportiva, obligatorias para mantener en la cúspide semejante franquicia.
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