LA ÚNICA SOLUCION POSIBLE
Por Andrés Pascual
Si una de las justificaciones que provocaron la salida del beisbol del calendario olímpico fue, según cronistas autorizados, la imposibilidad de “controlar el uso y/o abuso de sustancias prohibidas en el Beisbol Organizado”, lo que escribió Jeff Passan recientemente pone a la vieja e hipócrita Europa (catedral de la Inquisición que liquidó para siempre el espíritu del amateurismo para imponer el profesionalismo en el evento) en plano digno de calificarse tan duramente que la palabra es impublicable…
Según Passan, en el Viejo Continente se emplean recursos muy avanzados para aliviar dolores de roturas de huesos o de cualquier lesión que no produzca la perdida de la movilidad irreversible, incluso aceleran la curación. En Estados Unidos hay renuencia a utilizarlas, continúa el cronista, “lo que se debe hacer rápidamente en cualquier momento”.
¿Qué hay de malo en apresurar la cura de lesiones o el alivio de dolores? Nada, en realidad debería verse como un paso de adelanto en los estudios de la medicina deportiva; sin embargo, el puritanismo, yo entre ellos, siempre replicaremos contra el super-rendimiento, porque “ni Ruth ni Mantle ni Dimaggio tuvieron semejante tratamiento a su alcance…”, pero el que murió por una tupición de arteria, fácilmente tratada hoy, en 1930, 40, 50, 60…tampoco pudo continuar viviendo como un enfermo cardíaco de esta época.
¿Debo contribuir a crearle un complejo de culpabilidad a un “curado del corazón en estos tiempos, incluso por un trasplante”, porque, en 1954, no existiera el desarrollo de la medicina como hoy? ¿Por qué nadie toma en cuenta esto y lo trata como al pelotero o al atleta de cualquier disciplina ante el fenómeno de las sustancias de crecimiento? Porque es el deporte, expresión máxima de la pasión más absurda a través del fanatismo, a fin de cuentas, en muchos lugares, una derrota de un club de balompié produce suicidios, homicidios y destrozos dignos del capítulo barbarie social, mientras que el servicio puramente humano, en instalaciones médicas, es todo lo contrario, comenzando por la higiene mental.
Alex Rodríguez, según Passan, “fue a Alemania a recibir un tratamiento de sustancias de crecimiento llamado Orthokine, que requiere centrifugación sanguínea”. Además, para hacer más hipócrita la posición de la crápula que manda en el olimpismo, el columnista dijo que “igual hubiera podido ir a Italia, Francia que Israel…”, lo que sugiere que en Europa, hasta en una cantina de mala muerte, además de cerveza con longaniza, te pueden aplicar el tratamiento “prohibido” si te tomas dos laggers.
No hay otra forma de solucionar lo de las sustancias prohibidas que autorizando su uso regulado por especialistas, porque, posiblemente, ya existan algunas que no se puedan detectar en conteos de ningún tipo y porque, quizás en 20 años, deje de ser tan perseguida su aplicación como un miembro de Al Qaeda al borde de explotar un artefacto homicida para ser colocada en su justo lugar: otro paso de desarrollo de la medicina que alargue y mejore la calidad de vida de cualquier ciudadano común y corriente.
Sin embargo, siempre quedaremos los puristas inconformes, que arguiremos qué hubiera podido hacer Mantle si… y para nada tendremos en cuenta que Alex, Palmeiro… no tuvieron la culpa de nacer en esta era, de más desarrollo en todos los órdenes; pero, sobre todo, de mucho más dinero.
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