PANICO EN EL AVION O EL SLOGAN TEMIBLE DEL ALMENDARES
Por Andrés Pascual
El Cienfuegos ganó la temporada de la Liga Cubana 1955-56 con un formidable club que tuvo uno de los mejores staffs de pitcheo nativos de todos los tiempos: Sota, Caballo y Rey de los Elefantes o Látigo Gutiérrez, Pedro Ramos y Camilo Pascual, quienes, junto al amendarista Orlando Peña, a Raúl Sánchez y al marianense Miguel Fornieles, son de lo mejor de la serpentina criolla de todos los tiempos, activos en la década de los 50’s.
Sin embargo, el enorme fanatismo favorable al Habana y al Almendares, que incluía a cronistas como Fausto Miranda o Manolo de la Reguera, no le abrió espacios a la sensatez, que es actitud juiciosa, por lo que las derrotas de los “eternos rivales” las ocasionaron “errores en la selección de jugadores o sustituciones a destiempo”, inclusive muchos hablaron de “la mala suerte” por lo de los “breacks en contra”.
Como siempre, para poner en orden las cosas y establecer los límites de la justicia por la victoria del club que dirigió Oscar Rodríguez, se necesitó que el mejor cronista deportivo cubano de todos los tiempos, Eladio Secades, hablara a través de su columna de editor en Bohemia, Tres Verdades, desacreditando con juicios demoledores cualquier opinión que no premiara la victoria del Cienfuegos por el tremendísimo equipo que lograron y por la forma como supo lograr el team-work el veterano manager; en “Cuando no gana nuestro equipo”, Eladio llamó a aplaudir a un club que, porque había ganado jugando mejor que todos, había que respetarlos.
Sencillamente, el mismo sentido, la misma actitud de sportsmanship que fue capaz de escribir en “Hogueras en San Juan, cuando Puerto Rico venció a Cuba”, en 1954 que, “…hay que aplaudir al Caguas, porque, al vencernos y coronarse campeones, demostraron que saben serlo en el más respetable y estricto sentido del término”.
Pero el Almendares tenía un slogan peligroso, generado en la batalla contra el alacrán por el veneno que puede inocular el dichoso animalito aun en los estertores finales: “El que le gane al Almendares se muere”.
La 8va Serie del Caribe tuvo por escenario a Ciudad Panamá y, como dato curioso, fue la que inició el despegue de Cuba en victorias en el evento con respecto a Puerto Rico: ganó el Cienfuegos (5-1) por su juego superior y porque poco pudieron hacer ante sus lanzadores los bateadores contrarios. Camilo Pascual obtuvo 2 victorias sin derrotas; Pedro, iguales guarismos y Látigo 1-0; para el curveador de la Virgen del Camino, fue el principio de su impresionante récord de 6-0 en este tipo de competencia, no igualado hasta hoy, que tiene como segundo en la lista a Orlando Peña con 5-1.
En 1960, también en el Istmo, los Elefantes de la Liga Cubana lograron la 5ta victoria consecutiva para Cuba, su 7ma en general y la segunda como club; también fue el cierre de lo que hoy llaman “primera etapa del evento”.
El viaje en avión desde La Habana a Ciudad Panamá transcurría sin contratiempos, algunos jugadores, como Juan Vistuer y el Cura Roberts, dormían; otros, como Pedro Ranos y Milton Smith, cantaban y un par más jugaban a las cartas; el resto, en silencio, por el respeto que, por lo general, se le tiene al viaje por aire.
De pronto, sin previo aviso, cuando estaban a menos de media hora de Panamá, el avión comenzó a perder altura por una condición meteorológica inmediata; con los jugadores y la prensa en un tipo especial de pánico que enmudece en vez de crear histeria, se oyó la voz del veterano Sandalio Consuegra desde el fondo del avión, que gritó lo que nadie quería escuchar en ese momento: después digan que no es verdad que “el que le gane al Almendares se muere…” El experto piloto logró sortear la dificultad y, a las 5 de la tarde del 10 de febrero de 1956, el Cienfuegos salía al terreno contra los anfitriones para el segundo del doble juego inaugural del campeonato.
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