FALLECIÓ UN LEÓN DE LOS AZUCAREROS DE LA HABANA
Por Andrés Pascual
Acaba de fallecer en Venezuela uno de los jugadores más “joseadores”, como se les llamaba en Cuba a quienes representaban el coraje, el entusiasmo contagioso y la invitación constante a ganar a sus compañeros, que vistieran la franela tricolor de los Cubans Sugar Kings.
El caso es que Pompeyo “YO-YO” Davalillo se despidió de este mundo por un fallo cardíaco producto de complicaciones renales a los 84.
Caso parecido al de algunos peloteros cubanos de posición de estos tiempos (Ramírez y Céspedes, que no vieron acción en las ligas menores), al venezolano lo firmaron como amateur agente libre y, sin completar su primer año como profesional, debutó a los 25 con los Senadores de Washington en 1953 desde el Charlotte clase A de la Tri State League, para los que bateó .309 en 455 veces al bate como campo corto durante 105 juegos. Con el club de Griffith solo actuó en 19 partidos y 58 comparecencias al home plate.
En 1954 no vio acción en el Besibol Organizado, pero en 1955 apareció en 147 encuentros en su primera temporada con los Cubans y batea .278, mayormente como segunda base, porque el club de Bobby Maduro tenía en el short stop a Johnny Lipon, con experiencia de Grandes Ligas.
En los Cañeros de 1955 jugó al lado de sus compatriotas Julián Ladera, Emilio Cueche, Camaleón García y Carrao Bracho.
Sin embargo, en 1956 fue readquirido por el Washington, que le enviaron a la Asociación Americana con el Louisville, para los que actuó durante 79 juegos en tercera y en segunda base.
A mediados de la campaña de 1956, los Filis de Filadelfia se hicieron del contrato del valioso infielder y lo enviaron a los Marlins de Miami como utility de segunda y campo-corto en menos de 40 juegos.
En 1957 regresó a los Cubans para quedarse durante todo el tiempo hasta que la franquicia le fue retirada a La Habana (julio de 1960), campaña que terminó con los Jerseys de New Jersey, donde fue reasentada. El año siguiente, 1961, también jugó con este club.
Con los Cubans de 1957 ocupó la antesala, porque el shortstop le pertencía a su compatriota y prometedor novato del Cincinnatti Elio “Pelayito” Chacón.
Las temporadas de 1962 y 1963 jugó en la Liga Mexicana con los Tigres y en 1964 como manager-jugador del Salamanca de la Liga Central. Ya tenía 36 años.
En 1976 y 1977 regresó a la Mexicana como manager del Aguascalientes y en 1978 dirigió al Coahuila.
Se ausentó del circuito azteca hasta 1997, en que volvió para dirigir al Tabasco esa y la siguiente temporada, concluyendo su paso por esa liga con el Unión Laguna en 1999.
El pimentoso infielder, una leyenda del beisbol caribeño, tuvo una destacada actuación en el beisbol de su país, pero se ha visto opacado porque era hermano de uno de los mejores peloteros hispanos en Grandes Ligas de todos los tiempos: Vic, que también jugó con los Cubans como pitcher de menos de 19 años en 1960 y en Grandes Ligas como outfielder y bateador de prestigio y efectividad.
De 5’3 de estatura y 140 libras de peso, Davalillo fue un antesalista de pie en tierra, capaz de parar con el pecho los bombazos que disparaban los mastodontes americanos del circuito internacional, en una época que no era frecuente que los latinos rebasaran los 6’ pies.
Que descanse en paz uno de los peloteros que contribuyó a hacer la leyenda del beisbol cubano defendiendo los colores de los Cubans Sugar Kings.
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