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BEISBOL 007

LA SERIE MUNDIAL YA NO ES LO QUE ERA

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Sin los Yanquis, la Serie Mundial es menos de la mitad de lo que debe ser.

Por Andrés Pascual

Ya la Serie Mundial no es lo que fue; este año, si regresaran los Yanquis, pudiera tener un nivel aceptable de audiencia…tal vez sea por eso que los eruditos creen que una Serie Mundial sin los Mulos no es tal, porque lesiona los niveles de competitividad y de sintonía.

Si algo ha conspirado contra el Clásico de Octubre ha sido la expansión, que ha generado la asistencia de clubes que no son tradicionales y que gozan de pocos seguidores más allá del barrio: San Diego, Marlins, Colorado…no tienen el fanatismo fuera de sus Estados que mantenga saludable la transmisión del evento, que se logra si van contra los Yanquis. Además, tantas series de pretemporada asfixian el interés por el choque entre ambas ligas.

Al evento, que será de octubre-noviembre de forma permanente, el fanático llega saturado y con una perspectiva ajena al embrujo que le cautivó hace años. Como solución, el Comisionado promete “tres tazas de caldo” para el 2012.

Incluso la agencia libre, provoca un peligroso detalle negativo que ocurre rutinariamente y afecta el apoyo y el reconocimiento a un club: de un año para otro, puede perder 4 jugadores en el mercado, como ha ocurrido con Minnesotta y, cuando sucede, por supuesto que no es el mismo que salía al terreno un par de años atrás.

Cuando la era de la cláusula de reserva, un pelotero podía ser canjeado o puesto en waivers; pero no tomaba las de Villadiego, en su mejor momento, detrás de El Dorado financiero, como estos de ahora que, por tal situación, no pertenecen a ninguna franquicia, convirtiéndose en mercenarios del juego, por lo que el fanático nunca los podrá identificar como suyos.

Ese amor por el traje, estilo antiguo, se enterró para siempre en el beisbol de Grandes Ligas junto con la decencia y el buen gusto al vestir de los jugadores. Los cambios hechos al beisbol han debilitado la confianza en el deporte y la clase profesional: el contrato multianual produce un jugador que, por lo general, juega el primero y el último año y, en el medio, se cuida más que una candidata a Miss Universo la cara.

Si el Comisionado fue capaz de decretar blackout para un Juego de Estrellas; si decidió retrasar el inicio del juego inaugural de un Clásico de Octubre por una promoción de campaña política; si tenemos un Presidente de la nación y un Comisionado de Grandes Ligas que destaparon lo poco que les interesa el fanático al participar en esos acontecimientos (aunque el Presidente solo en el último), ¿Qué se puede esperar?

El problema es grave con respecto a la Serie Mundial; porque cada temporada lucha contra números en baja perpetua en los ratings televisivos y, el intento por expandir los participantes en la postemporada para el año próximo, tiene como objetivo recuperar, en parte, lo que dejan de ganar con la competencia que, una vez, llamaron Clásico de Octubre. De esa forma, reconocen también que el tradicional encuentro final ha perdido casi todo el brillo y el interés que, alguna vez, lo caracterizó.

Por tal razón es que se hace necesaria la presencia de la vieja y gloriosa franela a rayas en el terreno; porque, por la cantidad de público que arrastran, a favor o en contra, en todo el mundo, es la única medicina que le asienta al antiguamente considerado plato de primera del beisbol mundial, en medio de este peligroso flú por el que atraviesa.

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