RIGONDEAUX LE DA UNA LECCIÓN DE BOXEO A NONITO DONAIRE
Si algo volvió al tapete con la victoria del cubano Guillermo Rigondeaux sobre Nonito Donaire en Nueva York anoche es que veneno, lo que se llama elemento demoledor en el boxeo es la velocidad y que el paisano de ‘Mantequilla’ (Nápoles) es dos veces más veloz que el asiático, lo que he escrito tal vez en 10 materiales previos.
Con la estrategia de anularle el gancho de zurda, único golpe efectivo del boxeador de Arumy de moverse constantemente a la velocidad que el paisano de Pacquiao ni vio ni acaso verá otra vez enfrente en ‘side-steps’, entrando y saliendo cada vez que quiso con autoridad, Rigondeaux golpeó a mansalva a Nonito al extremo de que le dejó la cara hecha una masa sanguinolenta.
Wilfredo Vázquez y Mathebula fueron el prefacio de esta novela: ni un rayo en el ring ni la pegada de ‘nocao punch’ que le promocionaron, sencillamente, un boxeador que esperaba que alguien con determinación y clase lo moviera, lo desmoralizara y le ganara.
Donaire no pudo cortarle el paso al antillano porque ese apodo de ‘Flash’ le queda grande, entonces se vio frustrado, desbalanceado y fuera de distancia durante los doce ‘rounds’ que duró el combate.
El dominio del cubano fue tal que, con la excepción del décimo, en que Rigondeaux cayó producto de un gancho de zurda al parietal derecho que no tuvo consecuencias aunque le contaron, el pupilo de Pedro Luis Díaz ganó todos los otros con, quizás, el 11 como único relativamente apretado.
Los magistrados, que votaron unánime por el cubano, vieron la pelea 114-113, 115-112 y 116-111, por lo que habría que preguntarle a dos de ellos dónde estaban durante el pleito, que fue sino una exhibición de boxeo con dominio absoluto del cubano del 1 al 12.
Quizás Rigondeaux suba de división, pero, si decide quedarse en supergallo, nadie en el horizonte está autorizado a ganarle, y hablo de lo que vale y brilla en las 122.00 libras. Supongo que el público no cubano reconozca que no tiene algo más que demostrar.
Campeón unificado en estos tiempos es muy buen palmarés para optar por el mejor boxeador del año, porque, a mi modo de ver, de lo que queda por delante nadie debe ganarle, incluso ni asustarlo.
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