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BEISBOL 007

LOS SALONES DE LA FAMA Y EL AGRADECIMIENTO AL AJENO

Por Andrés Pascual

Todavía no acaban de entender quienes votan para el llamado Salón de la Fama del Deporte Cubano que famoso significa ampliamente conocido, que incluir a un atleta o a un cronista que no es trascendental por relaciones con terceros que “lo recomienden” es una actitud indecorosa.

Fabricar una leyenda por quedar bien con un socio, por vender dos mesas o por quién sabe qué, es una señal de la falta de seriedad que se necesita para mantener en niveles de aceptación patriótica semejante empeño.

¿Quién es Jesús Feliciano? ¿Qué ha hecho con calificación ni de aprovechado para estar en un Salón de la Fama que represente a Cuba? ¿Quién es un trainer de pitcheo de apellido Chinea? Por cierto, alrededor de este individuo se han tejido historias que dan pena. Abelardo Fleitas, además de ser hermano de Andrés y de Angel, ¿Qué más hizo en el beisbol para merecer un nicho?

Todavía a ese Salón, si hay honestidad y conocimiento de la historia del boxeo y el beisbol nacional, le queda tela por donde cortar, porque a la leyenda cubana, más si el tal Feliciano y otros están ahí, le falta Bauta por incluirse, pero si la cosa es como dicen, Arcia no puede faltar, ni los Ariosa ni Raúl Navarro ni Alcibíades Palma ni Agustín Verde.

Pero en boxeo quedan muchos que son parte de la representación genuina de la grandeza cubana, aunque no ganaran campeonatos, porque si a Cuba se le considera en el lugar que la tienen solo por los campeones mundiales y 10 o 15 más, la historia de la disciplina está frita para la memoria.

Y así ha bogado en oportunidades este Salón, con lunares como los “colaos”, oficialmente autorizados para “resolverle a un socio” o a quién sabe quiénes ni por qué.

Si no se arreglan estos detalles, nunca podrá imponerse como la institución que pregonan por su utilidad al designio patriótico. El prestigio hay que ganárselo, no se alquila…

¿Por qué no habilita el Salón de la Fama de Marino Martínez un capítulo de recordación para quienes, sin ser cubanos, se han visto envueltos en la historia de nuestro deporte con letras mayúsculas?

La historia del beisbol nacional no puede escribirse sin los nombres de muchísimos atletas de otras tierras que contribuyeron a construir la leyenda: sin Pop Lois, sin Marcelle, sin Diablo Wells, sin Patón, sin Cool Para, sin Vidal López… el beisbol cubano no hubiera logrado ni la fuerza ni la trascendencia de que gozó hasta 1960 ni sin Bunning ni Jacobs tampoco.

Por circunstancias conocidas se está efectuando la verdadera “tarea del indio” para mantener, ante una opinión pública tan moderna como anticubana (específicamente contra lo anticastrista), la importancia única de, por ejemplo, el beisbol criollo.

Sin que le queden dudas a nadie, la nueva hornada de “criticos” del deporte cubano procedentes de las editoriales castristas, sin preparación para defender el valor histórico de nuestro beisbol o de nuestro boxeo, además de calificar como “integrales”, para quienes el deporte nacional es “uno más”, no tienen ningún interés en conocer por qué razón el beisbol de Cuba tiene matices legendarios en el área.

En Miami y fuera de esta ciudad hay cronistas, historiadores del beisbol no cubanos que merecen mejor tratamiento que algunos “colegas” que por aquí andan, porque conocen la historia de nuestro beisbol como ningúno de los que, desde que empezó esta “nueva etapa”, se van a encargar de elegir al Salón, e incluyo al director Marino Martínez.

Los que, haciéndole gala a la insuficiencia natural como manejadores de lo histórico-cubano para empeños de recintos de famosos, puestos en situación de desconocedores de quiénes deberían ser invitados a formar parte como miembros de un capítulo especial no cubano por su aporte y defensa del más huérfano de los legados en el beisbol ahora mismo, sobre todo por inacción, no pueden eximirse de su irreponsabilidad ante el desconocimiento de quienes tratan de mantener nuestra historia viva mejor que los nacionales en la Isla o de los fabricados allá, que viven de igual forma por aquí en cuanto al desprecio por el pasado glorioso de la disciplina que ni conocen y les han impuesto.

Si Juan Vené (en la foto en la presentación de uno de sus libros), Alberto “Tito” Rondón, René Cárdenas (figuras de amplias y reconocidas trayectorias en todos lados), no caben en el Salón de la Fama del Deporte Cubano como miembros de un capítulo de reconocimiento por la defensa y la promoción de nuestro beisbol, supongo que, a la par con la escasez de la chispa necesaria para identificar méritos obligados, predominen otros sentimientos tal vez considerables en el orden de bajas pasiones.

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Presentaciòn libro de Juan Vene

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