El día en que mataron a Bonavena
Se cumplen 37 años del crimen de Ringo. Fue un ídolo popular, fanático de Huracán y uno de los primeros en explotar la exposición mediática. Tiró a Muhammad Alí y enfrentó a Joe Frazier, Jimmy Ellis y Floyd Patterson. Mirá el resumen de su pelea con Alí
Un balazo. Un cadáver. Pasaron 37 años. El balazo lo disparó Ross Brymer. El cuerpo que se derrumbó el 22 de mayo de 1976 a las puertas del prostíbulo Mustang Ranch era el de Oscar Bonavena. Cinco días después, más de 100.000 personas desoyeron el estado de sitio de la dictadura recién estrenada y le rindieron tributo al boxeador, velado en el Luna Park. Desde entonces, Bonavena es un mito popular.
"Chicken", lllamó a Muhammad Alí apenas llegó a Nueva York para combatir en el Madison con quien antes se llamaba Cassius Clay. Fue su pico de popularidad: el combate del 12 de diciembre de 1970 batió las mediciones de audiencias. Alí, que solía pronosticar en qué asalto derribaría a sus rivales y acertó en 13 de 18 vaticinos, había anticipado que noquearía a Bonavena en el noveno round. Justo en ese asalto, Alí fue al piso pero el árbitro no le contó. En el último asalto, sabiendo que perdía en las tarjetas, Bonavena fue por todo. Y se quedó sin nada. En 25 segundos, Alí lo tiró tres veces y le ganó por nocaut técnico. Aquella pelea es parte de la historia del boxeo mundial.
Alí volvió aquella vez a los rings después de haber estado preso. Se había negado a combatir en Vietnam, se había convertido al Islam y era un duro defensor de los derechos civiles. Era un grano en la cultura del establishment que vio en Bonavena a la "gran esperanza blanca" que podría derrotar a Alí e impedirle la pelea por la recuperación del título mundial de los pesados ante Joe Frazier. Alí era el ídolo de Bonavena. De él aprendió el manejo de los medios para promocionarse y con su gracia natural, su desparpajo y cierta inocencia de niño, fue el personaje perfecto para aquel momento. Bonavena inventó una amenaza de bomba en el avión que lo llevó a Nueva York. Ya allí provocó todo el tiempo a su rival, quien no toleró la irreverencia y en los días previos al combate lo fue a buscar al hotel para pelearlo. El combate del Madison casi tuvo un anticipo impensado.
Bonavena no era un improvisado cuando quedó cara a cara con Alí. Lo habían suspendido por morderle la tetilla a un rival en un Sudamericano de Brasil, le prohibieron pelear en Argentina y tuvo que inciarse como profesional en Estados Unidos donde ganó 8 combates hasta que perdió el invicto con el gran Zora Folley. Luego, en 1966 ya pudo pelear en el país, donde hizo 14 peleas, le ganó el título argentino a Gregorio Peralta y perdió con José Georgetti, al que venció en la revancha. Después reinició su carrera en el mercado norteamericano. Le ganó a Karl Mildenberger y a George Chuvalo, pero cayó dos veces con Joe Frazier y Jimmy Ellis y tras el combate con Alí, perdió con Floyd Patterson y Ron Lyle. Había comenzado el final de su carrera. En noviembre de 1975 peleó con Reinaldo Gorosito en el Luna Park, en su última presentación en Buenos Aires, y en febrero de 1976 con Billy Joiner, en el Mustang Ranch. Ya estaba en Reno, Nevada, donde lo matarían tres meses después.
Nunca se supo bien por qué su apoderado en EE.UU. le vendió su contrato a Joe Conforte, un comerciante que abrió el primer prostíbulo legal de Nevada, en 1972, y que tenía sólidos vínculos con la mafia de San Francisco y la familia Bonano, de Nueva York. Conforte sabía poco de boxeo: prometió combates que nunca concretó hasta que decidió pasarle la tutela de Bonavena a su esposa Sally, una mujer de 65 años, casi 30 más que el argentino y su marido. Conforte y Sally estaban separados pero eran socios. Sally y Bonavena se hicieron amigos. Ellos decían que eran sólo eso, para todos los demás eran amantes. Ross Brymer era guardaespaldas de Conforte y matón a sueldo.
Después de la pelea con Joyner se inauguró otra ala del Mustang Ranch. Hubo fiesta. Hubo alcohol. Bonavena, que no bebía, discutió fuerte con Brymer y habría alardeado de ser dueño del rancho. Conforte se enteró y le dijo: "Con mi mujer hacé lo quieras pero no te metas con mis negocios". Y le prohibió volver al Mustang Ranch, advirtiéndole que no podía garantizarle que no corriera peligro. El día siguiente, el 16 de mayo de 1976, el trailer donde vivía Bonavena apareció incendiado. Ringo tenía pensado volver a Buenos Aires pero el fuego se había llevado su pasaporte. Bonavena fue a buscar a Brymer pero no lo dejaron entrar al prostíbulo. La noche del 21, Bonavena la pasó en el casino Harra's y algunas versiones indican que recibió una provocación telefónica. A las 6 de la mañana volvió al Mustang Ranch. Se dice que fue a reclamar su contrato. Fue cuando Brymer le disparó. Y lo mató.
Bonavena había nacido el 25 de setiembre de 1942. Ganó 58 peleas, de las cuales 44 fueron por nocaut. Empató una, con Gregorio Peralta. Y perdió 9. Era el tercer hijo de doña Dominga y Natalio. Vivían en Treinta y Tres orientales al 2100 y el barrio marcó su destino como hincha de Huracán. En el gimnasio de la avenida Caseros, a los 15 años, empezó a practicar boxeo con los hermanos Juan y Bautista Rago. Hoy, una calle de Patricios y una tribuna del Palacio Ducó llevan el nombre del boxeador al que de chico llamaban Titi y de grande, Ringo. Fue Ringo porque en Nueva York coincidó en la calle cuando Los Beatles filmaban en el Rockefeller Center y una fan lo confundió con Ringo Starr. Ya popular, eran habituales sus presentaciones en una TV todavía inocente, grabó discos (¿cómo olvidar el inefable "Pío Pío"?), hizo famosos "los fideos de doña Dominga" y fue personaje de una farándula porteña que recién iniciaba su desarrollo hasta lo que hoy se conoce. "Díganme Ringo" es la biografía que escribió Ezequiel Fernández Moores, un imperdible para conocer a fondo al muchachito de Patricios, una obra maestra del periodismo argentino, una obra hoy dificil de encontrar.
DANIEL LAGARES
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