VOCES DE CUBADEBATE
Por Andrés Pascual
Estos castro-comunistas no tienen madre: como si el mundo no existiera, como si no quedara en blanco y negro lo que dicen para uso posterior, con un desparpajo y una desverguenza tremendas, herencia de “su comandante en jefe, ordene”, contradicen cada posición que asumieron antes sin ofrecerle a “sus militantes y simpatizantes” la mínima explicación ante la violación de ética en que incurren cada 24 horas.
Pero el público castrista de allá y de aquí está hecho para esos moldes, por lo general, ni atienden a los cambios “pasionales” por conveniencia oportunista de su dirigencia, los deja en total estado de indefensión e irrespeto.
Industriales fue uno de los equipitos de la tiranía para “hacer olvidar y lo logró, como dijo hace poco el super-plumífero Sigfredo Barros”, a la poderosa y reconocida mundialmente Liga Cubana de Beisbol Profesional de Invierno o Champion para quien conozca a fondo esa época y ese beisbol.
Dicho delante de Sarvelio del Valle q.e.p.d, de Marcelino López q.e.p.d, de Orlando Peña y como respuesta a una pregunta mía: “dos cosa me faltaron por hacer: ganar un Cy Young y jugar con el Almendares…” JUAN MARICHAL. Si ese bochorno nacional, llamado con justicia “la insignia de las series nacionales o del beisbol castrista” tiene a algún jugador no cubano de ese calibre que haya dicho algo parecido en 50 años… Y todo el mundo sabe que no se les conoce, pero, en otro situación, hubieran sino menos conocidos porque no hubieran nacido.
Lo de “insignia o símbolo…” lo dice el Nuevo Herald y lo repite el público militante o simpatizante del castrismo más que del equipito, con intención muy diferente a lo que provocan, porque ese nombre es tan corrupto, tan comprometido con la dictadura como pudo haber sido el Che Guevara o cualquier criminal de la pandilla. Es, sencillamente, un nombre lacra social, apestado.
Cuando en 1961 desapareció el beisbol cubano para darle paso a la caricatura de la pelota castrista, esfuerzo que escondía la conspiración para liquidar al pasatiempo como deporte nacional y fracturar su popularidad, que se ha logrado en la medida que moldearon su famoso “hombre nuevo”, de ningún valor para Cuba positivamente, con Industriales como el intento por mantener “engatusado” al fanático por el color y el fanatismo “a lo Almendares”, nadie protestó, incluso hoy ningún fanático político castrista tiene en cuenta que el decreto dejó sin club y sin pelota a todo el país y a países aledaños como Dominicana o Nicaragua, que oían por radio las transmisiones de la Liga Cubana.
¿Cuánto saben de beisbol los que defienden la presentación de esa cochambre aquí? ¿Qué conocen del beisbol cubano para semejante sacrilegio? Peor aún, no son capaces de tener en cuenta que el champion no desapareció por efectos mágicos, sino como todo lo que oliera a pasado en la Isla, porque no tenían voluntad ni clase para competir contra ese fantasma ¿Qué derecho tiene nadie a defender la existencia de esa morralla de equipo de pelota?
¿Quién les otorgó ese derecho? Porque, quien defiende la existencia de Industriales, más que la celebración de sus 50 años en Miami, defiende a los Castro, dueños de la novena, de la serie nacional y del público; defiende a Che Guevara, al MININT, a los asesinos de los remolcadores, de los 4 Hermanos al Rescate, de los presos, de los fusilados, a los represores sin alma ni escrúpulos…
Incluso los “liberales de la Confederación”, encabezados por ese esperpento de Puello, llaman liga a la seriecita que colocaron en el circuito propiedad de la jauría, que mantuvo años al estadio nacional sin luces y, hasta hoy, sin brillantez de show, campeonatos hechos para salir del paso, ofrecidos gratis para que no puedan exigir ni, parece, ha habido intención de hacerlo nunca por un público infiel, acomodado a su miseria moral y estrujado entre toda la bazofia a que les condenó ese gobierno asesino.
Cubadebate se refirió a la intransigencia otra vez, pero no hizo lo que debía quien se preocupa tanto por uno de sus cumpleaños en Miami, es decir, proponerles el Cerro para la fiesta e invitar al Duque y a todos esos quedaditos de Ajuste Cubano donde quiera que estén.
¿Por qué no lo hacen?, Porque es una provocación y para eso no pueden utilizar la Isla cautiva, lo han hecho a través de otro de sus elementos sembrados aquí, por obra y gracia de la intención americana contra el exilio, para que no queden dudas, el tipo “a cargo rechaza el dinero que pueda buscarse” y sigue con la encomienda de La Habana: “aunque sea en un cañaveral”, es decir, molestar a como dé lugar.
Por eso a Cubadebate y sus administradores, que les importa un pito el beisbol ni el pueblo de Cuba, un pueblo que merece que lo traten así, no ofreció el parque que le robaron a Bobby Maduro, home-club de Industriales.
Si algo debe quedar bien claro con respecto al equipo símbolo del arreglo de juegos, cubil de agentes del MININT y de chivatos en la Serie Nacional castrista, es que apoyar su existencia y su paso por Miami también lo es al robo de todas las propiedades efectuadas por esa jauría bajo el nombre de “nacionalización”, a fin de cuentas, ese símbolo de la delincuencia habanera histórica es el producto de uno de esos robos.
¡Ah! en cuanto a la cantaleta fabricada para “el pueblo hermano de Latinoamérica”, la pelota es política, al deporte lo politizan desde antes de la competencia, en Cuba más que en cualquier lugar y de eso se encargó la tiranía con la desarticulación de la Liga Cubana y al mantener por décadas, sin poder pisar suelo patrio, a los jugadores del champion que eligieron seguir como profesionales después de 1961, incluso sufrir la absoluta prohibición hasta de sus nombres.
Los jugadores de Industriales, desde los chivatos Maximiliano Reyes y Pedro Chávez hasta los agentes del MININT Raúl Reyes y Agustín Marquetti, entre muchos, son parte de la culpa de todo lo que ha sucedido en 52 años de perjuicio contra el beisbol cubano por sus acciones anticubanas y antisociales y por su compromiso absoluto con la tiranía.
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