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BEISBOL 007

EL PRIMER GRAN CLUB CUBANO: PIONEROS “ERA DE LA BOLA MUERTA”

luis padronPor Andrés Pascual

Yo escucho o leo a menudo a “eruditos” del beisbol que no conocen sino el de su país y a partir de una época casi siempre demasiado moderna como para confiar en lo que dicen ni en lo que saben.

Nadie puede estar autorizado a comentar sobre beisbol, boxeo, balompié… si solo conoce el suyo y poco o nada del ajeno: “patrá no, no me interesa, no me gusta, se vestían muy feo…”, pero sueltan a bocajarro que hablaron con un pitcher que les dijo que “BABE RUTH NO TOCABA UNA BOLA HOY…”, por supuesto, la del “estrelladísimo” incluida…

Hubieran sido serpentineros de clase D cuando “la candela era brava”; hoy acostumbrados a perder juegos por wildpitchs con hombres en posición anotadora o por golpear a bateadores con bases llenas durante esta era, que no tiene calificativo por lo corrupta y fraudulenta. Pero revise la chequera o lo que acordaron como monto del contrato “a largo plazo” ¿Bigleaguers? Bandoleros es lo que son.

Por lo general, la mayoría abrumadora de los comentaristas del castrismo (de allá o en funciones de quedaditos aquí, que da igual) no conocen el pasado glorioso del deporte republicano, o en condiciones de exilio desde 1961 para el beisbol y 1963 para el boxeo.

Si no es capaz de poder escribir o hablar sobre Cándido Fontanills, Eufemio Abreu, Wilfredo Isla, Indian Torres o Chico Ruiz, ¿Cómo podría hacerlo sobre Julio Gotay, Felo Maldonado, o sobre Manny Jiménez; sobre León Campbell, Sam Garth, Cefo Conde, Jackie Monasterio, Tiant Tineo, Ramón Webster o “Manito” Bernard?

Ni los quedaditos, cada día más atentos y entretenidos en informar sobre “el último desertor”, o en dar a conocer cómo le fue anoche a Industriales contra Matanzas… por lo que ni aquí le dedican tiempo a la historia, parte decisiva de la identidad cultural, entonces siguen sin identidad nacional, es decir, muy lejos de lo cubano.

Y fíjese, muy atractivo para “el historiador de la poesía del diamante”, Roberto González, o para el siniestro (González también lo es) Peter Bjarkman: aunque a veces hacen la salvedad del bate del aluminio y nunca la del mucho menos que mediocre pitcheo castrista más un tabú, “el arreglo de juegos por dinero”, están como encantados por un sortilegio nacido en la llamada tribuna antimperialista, de tal modo que manejan los records de jonrones y las frecuencias “sabiométricas” por veces al bate de esos fraudes como si fueran marcas dignas de reconocerse.

Al modo mío de verlo, es como si las Grandes Ligas comenzaran a investigar y a darle crédito a los jonroneros de bate encorchado o de proceso “secado” y los pusieran en altares para hechos de superior naturaleza. Bueno, en Cuba cualquier pelota juega, pero ¿Aquí?

En medio del “revolú” que armó Jesús Rubio por acreditar a Pinalito (Nelson Pinal, 4to en el Campeonato Mundial Juvenil de Ajedrez de un año entre 1966-1972, Gran Maestro, Ingeniero no recuerdo si eléctrico o civil) como “comentarista de credibilidad” en asuntos de pelota, en vez de dejarlo en la Academia de Centro Habana analizando el rápid-trance que jugó Miguel Najdorf a la ciega contra Cobo en el Capablanca de 1963 y que ganó, se debe confesar que no hay ningún respeto en Cuba por el pasado, mucho mejor, más glorioso y trascendental que esa era de las cavernas permanente que viven desde 1959.

Hay que iniciar la riposta ganadora contra el tanque de basura y de mentiras que dijo el trebejista y que el mexicano, por simpatizar con la tiranía castrista, publicó y certificó.

Por esa razón se me ocurre continuar con el entretenimiento de hacer clubes cubanos más grandes en todo, de acuerdo a la trascendencia y el simbolismo de sus integrantes en la época que les tocó jugar, que el que pudiera confeccionarse con los jugadores que han llegado últimamente, que, nadie lo dude, por los menos 3 tienen condiciones que se están comprobando, por ejemplo, LOS PIONEROS “era de la bola muerta”:

¿Qué quiere decir “anguila”? Una breve descripción del pez, porque es un pez, podría ser: “La longitud máxima descrita fue de 133 cm, con un peso de unos 6,6 kg,[2] y la edad máxima descrita fue de un ejemplar con 88 años.”[3]

No tiene espinas en las aletas, con el cuerpo alargado y anguiliforme de color verde-castaño,[4] cilíndrico en la parte delantera y algo aplanado en la parte posterior.[5]Mandíbula inferior algo más larga que la superior y ligeramente proyectable; abertura de las branquias pequeñas y verticales, restringidas a los laterales; aleta dorsal y aleta anal muy largas y unidas a la aleta caudal,[5] formando una única aleta que va desde el ano hasta la mitad del lomo con más de 500 radios blandos;[6] no tiene aletas pélvicas.[4]

Para el beisbol profesional cubano, Anguila es el apodo de una leyenda, inmortal en el primer grupo escogido para inaugurar el Salón de la Fama del Beisbol Nacional en 1939.

Luis Bustamante fue observado por todos los dueños de clubes de Grandes Ligas en el período 1905-1910, pero no era blanco.

La conmoción que provocó puede resumirse en la opinión de Connie Mack sobre el shortstop: “en ningún lugar existe otro que juegue con tanta seguridad, brillo y elegancia esa posición…” “¡Qué lástima, es único!”

“Anguila” Bustamante no fue un buen bateador, pero valía un club por las carreras que evitaba cubriendo el territorio entre tercera y segunda.

Ese es el torpedero suplente del primer gran equipo de beisbol cubano posible, porque a un negro llamado Pelayo Chacón se le ocurrió jugar a partir de principios de los 10’s y Chacón fue fenomenal, punto de comparación en varias facetas de su juego con una figura de rutinarias visitas al champion (14 temporadas), de quien dicen que su similar es el considerado mejor torpedero de la historia en Grandes Ligas: Wagner, Honus Wagner, la Maravilla de 5 Herramientas de los Piratas.

La inicial no puede ocuparla otro que el Panzón Castillo, el toletero del Fe que evitó el Comité de Ligas Negras durante su existencia para hacerle cupo a algunos que, según los números y los comentarios de la prensa del sector de la época, no lo igualaban al bate ni en Cuba ni en Estados Unidos: JULIÁN CASTILLO, que corría poco, que fildeaba mal, pero que fue un salvaje con la majagua o el roble a cuestas: el “Tata Cuñengue” de José de la Caridad Méndez, el pitcher al que McGraw se refirió con la exageración: “si pudiera darle una mano de lechá y ponerlo al lado de Matty (Cristy Mathewson), en Agosto estaba pescando en la Florida esperando a la oposición para el Clásico de Octubre”.

Dos niños cubanos firmaron en 1910 con los Rojos de Cincinnatti, 15 años uno y 16 el otro, el encargado personal de reclutarlos fue el patriarca de la familia ajena a la nacionalidad nuestra que más hizo por el beisbol cubano: Clark Griffith, uno de los dos Viejos Zorros del pasatiempo; el otro, Mack.

Al año siguiente debutaban con el club de Ohio Armando Marsans y Rafael Almeida, por lo que nadie puede interferir en la inclusión de ambos en un róster abierto de estrellas cubanas pioneras; además, el habanero de familia magnate del tabaco fue el primer gran bateador hispano del beisbol, el primero que bateó sobre .300 en Grandes Ligas, el primero con cantidades significativas de robos de bases y el primero en recibir votos para MVP.

Un par de datos significativos sobre esta estrella: enfrentó a la cláusula de reserva más de medio siglo antes que Curt Flood y dirigió en el Beisbol Organizado casi 50 años primero que Preston Gómez y 16 que Mike González.

A pesar de Strike González, que sería el segundo recibidor, la receptoría titular tiene un dueño: Miguel Ángel González y pare de contar.

Por arriba de Méndez y de la propaganda que le hiciera el Napoleón del Beisbol, de lo buenos que fueron Bombín Pedroso y el Chino González, a nadie se le ocurriría darle la bola para abrir el primer juego a otro que a Papa Montero, porque la clase de Luque no cuenta en placeres ni lo dijo alguien “que lo vio”, sino en Grandes Ligas y tiene la exactitud del día a día en los libros de records.

Pero Méndez es la otra bestia de la yunta y el Chino o Bombín, incluso Maciá, formarían parte del staff estelar.

Si el “Mulo” Padrón fue el primer jugador firmado para debutar en las Mayores, incluso el primero que poseyó su traje (Chicago White Sox), que casi abre la temporada de 1908, un jugador considerado lo mejor del beisbol cubano entre 1901-1910, capaz de pitchear con clase de bigleaguer y de batear y jugar con autoridad de estrella en la tercera base o en los jardines ¿Dónde quedaría? Para solucionar el dilema, en la tercera, o como el primer utility del club y el 3er pitcher de la rotación, porque de algo tiene que valerle que “le vieran tanta clase” que lo firmaron para debutar directamente con los Medias Blancas.

Pionero del beisbol cubano es Cristóbal Torriente también, y nadie le podría quitar el centerfielder y el tercer turno a un inmortal de Cooperstown.

Martín no, porque hablo de la era de la bola muerta y el matancero debutó en 1923, tres después que Ruth se encargó de liquidar el período cuando la saliva era perfectamente legal en las Grandes Ligas.

Inocente Mendieta, Cueto… ya son más de los que este grupo, que llegó a las Mayores por la vía de la agencia libre como escapados del cubil de la tiranía.

Ahora, ni lo que diga yo ni lo que diga Dios si baja del cielo arregla a esa gente ni a los que por acá deambulan, ese problema no se lo pueden curar, nacen así bajo la influencia de un sistema cuyos representantes lo saben todo, pero, mejor que ese todo histórico, también están muy claros en que inocularle el veneno que convertirá al elemento “hombre nuevo” en repugnante, alimentar ese tóxico, es más importante que ordenar las cosas de tal modo que, aunque sea, igualen la gloria verdadera con esta era decadente de bochorno absoluto en el ex pasatiempo nacional.

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