EL BOXEO NO ES CULPABLE DEL HUNDIMIENTO DEL TITANIC
Por Andrés Pascual
El pugilismo hizo millonario a Tito Trinidad con la ayuda de promotores, trainers, media y contrarios; aunque para la “conversión” haya prevalecido el 50 % en importancia de sus condiciones naturales para el rudo deporte, así fue, así es y así será siempre.
El Orgullo de Cupey Alto es un personaje genuino de su gente, porque ha logrado mantener su auréola de muchacho decente y sencillo, como le gusta a los pueblos que sean sus hijos-ídolos prodigios, que respondan a sus orígenes; esta clase de “paisano” constituye la escasa legión de reales representantes de la mayoría poco afortunada siempre: en la buenas, pero, sobre todo, cuando se necesita el apoyo y quien lo ofrezca: EN LAS MALAS.
Resulta que hay informes, denuncias... sobre la pérdida de más de 60 millones de dólares de Tito y su padre, no fue por manejos sucios de Don King, tampoco por confiscación bancaria debido a irregularidades con el fisco, no, esta tremenda bancarrota es el resultado de malos menejos por quien fue su consultor, incluso su intérprete personal, en inversiones, si no oscuras, por lo menos turbias, relacionadas con lo federal que, como se sabe, es el chivo expiatorio de casi todas las culpas humanas de los últimos tiempos. Según noticias, el tipo las hizo sin autorización del boxeador ni de Don Félix, que también ha visto cómo se esfumaban 15 millones de su caudal de años de trabajo.
A través del tiempo, el boxeo ha pagado las culpas de bandidos interesados en explotar a los pugilistas que, muchísimos, no tienen la mínima instrucción para decidir bien a su favor y cuidar su capital.
El pugilista no sale de una mansión millonaria de sus padres, en un Cadillac último modelo, hacia el gimnasio para prepararse; sino está en la calle, sobreviviendo de la mejor forma posible, con la violencia como aliada para comer; incluso para levantarse al día siguiente respirando. Ahí los firman, desde ahí se asoman al gimnasio e inician el largo recorrido al éxito que, muchas veces, no se alcanza.
Necesidad de dinero y fama para “vivir como un rico”, Chocolate acostumbraba a decirle a quien le preguntara por lo que dilapidó: “que me quiten lo baila'o” y lo decía sin remordimientos por el despilfarro, que se lo escuché personalmente en un tono, de tal manera conforme, que hablaba con el alma.
Pero, en el caso de Tito, no fue el boxeo ni ningún gánster directo del entorno, sino su consejero desde 1991, ayudado, como siempre en estos casos, por la poca preparación, que lo condujo a no entender ciertas reglas de juego mucho más difíciles que esquivar una derecha.
Todavía le quedan 9 millones, pero le están reclamando el triple; es decir, está en la ruina y es una lástima que, porque no exista la junta de asesoría consultiva a pugilistas, pagada por ellos mismos y bajo jurisdicción federal, este inmortal de Fistiana y otros deportistas profesionales, a riesgo y merced del aprovechado, se conviertan en otro número en la larga lista negra de víctimas de estos delincuentes.
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