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BEISBOL 007

Apología de un Chacal

 

Guillermo Rigondeaux and Hisashi Amagasa

 

 

Guillermo Rigondeaux (15-0-0, 10 KOs) no sobrevivió, no rescató como tampoco sudó la gota gorda para vencer al japonés Hisashi Amagasa (28-5-2, 19 KOs). Ganó... por paliza.

 Dicen que una imagen vale más que mil palabras y la instantánea del rostro deformado de Amagasa es la prueba testimonial de lo que aconteció el 31 de diciembre en el coliseo Bodymaker en Osaka, Japón.

Las boletas de los jueces 107-99, 107-99 y 105-101, al momento de detener las acciones en el round 11 y decretar el nocaut técnico, marcan también las diferencias entre uno y otro púgil. No pretendo dar una clase de periodismo y menos cuestionar el uso del lenguaje. No me corresponde. Sin embargo, creo que un sinnúmero de verbos hubieran reflejado mejor la séptima pelea titular del antillano que hoy, sin temor a absolutismos, es por distancia el mejor supergallo (122 libras) del mundo.

Sus dos caídas en la séptima ronda provocaron la avalancha de titulares. Cuestión de criterios e interpretaciones. Los respeto. Pero aquellos que vieron la trifulca deben haber percibido que el doble monarca olímpico (Sydney 2000 y Atenas 2004) en ningún momento estuvo en apuros.

Un buen golpe, mientras se desplazaba hacia el lateral, hizo que cayera a la lona. En ese momento merecía el conteo del árbitro estadounidense Mike Ortega. Pero no fue así. La segunda caída, y que sí vino acompañada de conteo, parecía más producto de un empujón que de un golpe sólido.

Gajes del oficio.

Salvo en ese minuto, Rigondeaux tuvo absoluto control de lo que ocurría en el cuadrilátero. Danzó, defendió y pegó como lo que es: un superdotado. Y lo hizo ante un hombre que le superaba ampliamente en estatura 5'4" por 5'10 ½" y que es un peso pluma (126 libras) natural que bajó exclusivamente para arrebatarle sus fajas de la Asociación y la Organización Mundial de Boxeo (AMB y OMB).

Rigondeaux ridiculiza tanto a sus oponentes que aburre. Y para colmo no sale a "matar". Esta vez no fue así. Salió mucho más agresivo tal y como había pronosticado su entrenador Jorge Rubio al colega Jorge Ebro: "aquí no vamos a correr de ninguna manera. Van a ver a un Rigo distinto, explosivo, lo que él venía haciendo cuando estaba conmigo".

Para no faltar a la verdad, al menos la mía, cuando tuvo al japonés en malas condiciones pudo rematarlo. Lo intentó, pero rápidamente sacó el pie del acelerador.

Ese es un punto que pudiera señalarse en su contra. Aunque la diferencia de talla y peso (el local debió estar cómodamente por encima de las 130 libras al subir al ring) lucen como argumentos sólidos para justificarlo.

Recientemente su compatriota Yuriorkis Gamboa perdió por nocaut ante Terence Crawford, un púgil que lo superaba en tonelaje. Rigo aprendió del traspié ajeno. Es mejor prevenir, que lamentar. Asumo que pensó así. Amagasa, según el sitio especializado www.boxrec.com, nunca ha perdido desde que irrumpió en las 126 libras el 19 de diciembre de 2011. Durante ese intervalo triunfó en los nueve combates que realizó, seis de ellos por la vía del cloroformo. Además, en la última actualización del ranking de la Federación Internacional de Boxeo estaba ubicado quinto en peso pluma. O sea, Amagasa pega duro y no es un advenedizo.

Esa demostración puede que le abra puertas al peleador de 34 años. Al menos eso espera su promotor Boris Arencibia: "Con esta desempeño de Rigo esperamos que los campeones de su división se animen a pelear con él".

Del querer al ser hay un largo trecho. No quiero parecer pesimista y menos cuando acaba de comenzar un nuevo año, pero dudo más que nunca que sus oponentes lo tomen en cuenta. Y estas son las tres razones:

1. En el negocio del boxeo no hace falta ser el más capaz para que te vendan como el mejor.

2. Sus oponentes ya sabían de sus dotes técnicas y ahora, después de ver que destrozó a un púgil mucho más grande, no van a correr el riesgo de sumar una cruz a su récord de derrotas.

3. Oscar de La Hoya, Bob Arum y el resto de los promotores no van a exponer sus inversiones por poco dinero. Ellos saben de negocios, pero también de boxeo. Deben tener claro que Leo Santa Cruz, Carl Frampton y Scott Quigg (los otros tres nombres que suenan en la división) carecen de las herramientas y necesitarán más que un golpe de suerte (como el que pegó Amagasa) para vencer a Guillermo Rigondeaux.

Damián L. Delgado Averhoff

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