DENIS MARTÍNEZ, SIEMPRE EN EL TINTERO
Por Andrés Pascual
Se ha convertido en un vicio establecer un sistema de quejas y lamentos por los “olvidos” que cometen los miembros de la Asociación de Cronistas que votan para Cooperstown: con “el nombre de… que tiene que estar ahí primero que…”, le disparan la montaña de números fríos que justifique que “el bueno es el mío…”
Uno de los casos en que se demuestra menos razonamiento y sentido común es cuando comparan a Orestes Miñoso con Jackie Robinson en detrimento del intermedista del Brooklin…eso no es parcialidad, sino una sonora falta de respeto a sí mismo que en nada beneficia al Idolo de Perico. Entre Robinson y el cubano no existe la mínima posibilidad de comparación, porque el ex colegial de UCLA es símbolo de cambios de una época que no solo afectaron al deporte americano, además de una estrella que también llego tarde a las grandes ligas.
El Salón de la Fama se lo merecen los que ya están y no hay razones para justificar que el suyo no esté elegido bajo sospecha de que otro le haya escamoteado la opción, que es a lo que más se parece la estrafalaria exigencia; o que, como casi se sugiere, se haya dejado a uno para poner al otro con mala intención ¡Ah, que el jugador de mis simpatías, por paisanismo, o por lo que sea tenga meritos y no integre el recinto, son otros cinco pesos.
La más grande injusticia cometida contra un jugador cubano, además de los años que mantuvieron en el limbo a Méndez y a Torriente, ha sido no elevar a Alejandro Oms que, si bien no era como Cristóbal, porque tenía menos brazo, se puede decir que era mejor que el 25 % de los jugadores de ligas negras que están allí. Y ¿David Concepción, Al Oliver, Harold Baines…?
Pancho Coimbre fue un superestrella de la gorra a los spikes y parece que está prohibido mencionar su nombre donde lo escuchen los oficiales que tienen que ver con semejante bochorno en el recinto.
Reconozco a Oliva, a Tiant, a Miñoso; pero una barbaridad, lo que se dice una falta de respeto por la clase en el terreno de juego es que, aparentemente, al Caballero y al Idolo de Ponce los tengan más prohibidos de las listas de candidatos, si cabe, que lo que el talibán las piernas descubiertas de una mujer, porque no es posible.
Y a la hora de la lista anual de flagelados del beisbol, nadie reclama el derecho del nicaragüense Denis Martínez. ¿Tiene el ex lanzador derecho clase como para considerar otra injusticia la miopía voluntaria del jurado? Al modo mío de ver las cosas, sí: 23 años en las Mayores con Baltimore, Montreal, Cleveland, Seattle y Atlanta que se cumplieron a base de coraje limpio, que incluye la lucha contra la adicción a la bebida; record de 245-193 que, en cuanto a victorias, es el pitcher más ganador entre latinos; promedio de limpias de 3.70; con 562 juegos abiertos, 122 completados y 30 lechadas; 3999 2/3 entradas con 2145 ponchados y 1165 bases por bolas.
En 1991, Denis lideró la liga nacional con 9 juegos completos, 5 lechadas y 2.39 clp juego. En 1979 había quedado primero en entradas lanzadas con 292.1 y 18 completos.
Pero, en 1981, temporada corta por la huelga de jugadores, concluyo con 14-5, siendo esas 14 victorias la máxima cantidad obtenida por pitcher alguno en la Americana.
En 1991, lanzando para los Expos de Montreal, encendió a los Dodgers con el fuego perfecto de su slider mortal, su buena curva, su recta que se movía como un “jubo” y, sobre todo, lo que le identificó en el juego: su valor a toda prueba y su determinación ante la victoria.
¿Qué Denis Martínez no tiene condiciones para el Salón porque no ganó 20 juegos (tuvo 4 temporadas de 16)? Entonces habría que revisar a los bateadores que no quedaron sobre .300 ni dieron 300 jonrones ni empujaron 1600 carreras, a ver quién con qué se justifica uno sobre otro
Hay otro detallito de esos que les encanta mencionar a los americanos de la Asociación: el tipo fue un líder con mala suerte, unas veces por militar en un equipo malo y, otras, porque asomó el hocico la traidora lesión…pero estuvo ahí 23 años, que se dice fácil y, bajo cualquier circunstancia, es un número, más que positivo, significativo: fue un pitcher, no una damisela del tiempo actual.
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