Genio y figura : Gonzalo Lopez Silvero
Por Andrés Pascual
A la circunstancia política creada en Cuba de mantener como representantes únicos de la gloria nacional a sus “soldados de ideas”, se le responsabiliza con que muchísimos compatriotas, representantes trascendentales del verdadero mérito profesional de la mayor de las Antillas, pasen hoy como perfectos desconocidos para las generaciones de cubanos nacidos o criados durante estos 50 años de censura absoluta en la información. Es el desconocimiento del nombre glorioso y legendario por efectos del “tabú” en Cuba; o por la apatía y el desgano convertidos en olvido imperdonable de los que por aquí andan: peloteros, boxeadores, managers, entrenadores… ¡Qué se yo!
También sucede con el periodismo y la narración deportiva. La gran prensa del sector que ha dejado huella más allá de los límites de Cuba, hoy solo es destacada por algunos cubanos cuando deberían venerarse como lo que fueron o, aún, son: verdaderos maestros del difícil arte de emborronar cuartillas o de describir, a través del micrófono, la acción desarrollada que se enriquece con el comentario agudo, justo e inigualable sobre el gladiador de la moderna Feria del Músculo.
Si algún compatriota es una verdadera leyenda del deporte cubano es Gonzalo López Silvero; sin embargo, a su alrededor se imprime una ambivalencia notoria e injusta que, lamentablemente, nace en los cubiles del aparato político castrocomunista; pero no es capaz de sobreponerse por los cubanos libres como debería, con el resultado de que una de las más grandes y trascendentales glorias nuestras a través del micrófono y la oficina de clubes de beisbol o del boxeo mundial, en Miami, en Puerto Rico, en Venezuela y en Cuba, sea tan desconocido u olvidado hoy como el que nació ayer a las 8 p.m en Luyanó o en Zaire.
López Silvero ha sido, por su clase, por su ética y por sus condiciones ciudadanas, a mi modo de ver, la personalidad cubana que más lejos llegó en ascenso en el sector y en alcance internacional: narrador de primera, con el premio a Narrador del Año en la Cuba de ayer, repitió en Puerto Rico y en Venezuela el éxito por su impecable trabajo; administrador de los Elefantes del Cienfuegos en la Liga Cubana y de varios clubes en el beisbol invernal de Borinquen y de la patria de Rómulo Betancourt, también fue gerente en Triple-A y, junto a Felo Ramírez, narrador de los Cubans Sugar Kings para una emisora comercial; pero Gonzalo fue, durante más de 15 años, una alta personalidad de la Asociación Mundial de Boxeo en tareas que incluyeron la supervisión de este deporte en niveles de campeonato mundial o regional y fue vice-presidente de Productora de Programación Televisiva, una de las empresas sólidas y competitivas en el negocio en español, que vende su programación a Mund-2 y a HBO entre otras. Desde el 2008 se acogió a un merecido retiro y reside en esta ciudad.
Por su humildad y por la estabilidad que manifiesta, acorde con su personalidad de leyenda genuina, no permite que un ego desbordado lo aplaste: Gonzalo es grande en su faena, para muchos que lo hemos tratado personalmente, es un verdadero y trascendental valor de la historia nacional cubana en el sector deportivo.
En esa legión de ilustres olvidados o desconocidos por imposición o por apatía y desgano, acompañan a Gonzalo otros guerreros de la crónica cubana del sector que, sin chovinismos, no son solo lo mejor de la historia de la prensa deportiva en Cuba; sino que, por su clase profesional, contribuyeron a hacer mejores las paginas deportivas; o la labor ante el micrófono de otros países.
Verdaderos maestros del diarismo cubano de competencia: Cesar Temes, Sergio Varona, Rai García, René Molina, Pedro Galiana, Yiyo Jiménez, Eladio Secades, Rafael Rubí, Orlando Sánchez Diago, Fausto Lavilla, Jess Losada, Cuco Conde… de “vacas sagradas” a rehenes de una circunstancia que afecta todo el firmamento nacional e, injustamente, se han convertido en víctimas del veneno que eliminó sus presencias del pasado glorioso de la patria.
La inteligencia, el profesionalismo y la capacidad de respuesta ante “el colegial” ávido de conocer el difícil mundo del deporte, convirtió al amigo y compatriota López Silvero en un evangelio vivo, humilde y modesto de lo que es un gran cubano, en alguien del que no se podrá prescindir a la hora de enumerar personalidades de inigualables condiciones en el gran libro de la historia patria.
A la circunstancia política creada en Cuba de mantener como representantes únicos de la gloria nacional a sus “soldados de ideas”, se le responsabiliza con que muchísimos compatriotas, representantes trascendentales del verdadero mérito profesional de la mayor de las Antillas, pasen hoy como perfectos desconocidos para las generaciones de cubanos nacidos o criados durante estos 50 años de censura absoluta en la información. Es el desconocimiento del nombre glorioso y legendario por efectos del “tabú” en Cuba; o por la apatía y el desgano convertidos en olvido imperdonable de los que por aquí andan: peloteros, boxeadores, managers, entrenadores… ¡Qué se yo!
También sucede con el periodismo y la narración deportiva. La gran prensa del sector que ha dejado huella más allá de los límites de Cuba, hoy solo es destacada por algunos cubanos cuando deberían venerarse como lo que fueron o, aún, son: verdaderos maestros del difícil arte de emborronar cuartillas o de describir, a través del micrófono, la acción desarrollada que se enriquece con el comentario agudo, justo e inigualable sobre el gladiador de la moderna Feria del Músculo.
Si algún compatriota es una verdadera leyenda del deporte cubano es Gonzalo López Silvero; sin embargo, a su alrededor se imprime una ambivalencia notoria e injusta que, lamentablemente, nace en los cubiles del aparato político castrocomunista; pero no es capaz de sobreponerse por los cubanos libres como debería, con el resultado de que una de las más grandes y trascendentales glorias nuestras a través del micrófono y la oficina de clubes de beisbol o del boxeo mundial, en Miami, en Puerto Rico, en Venezuela y en Cuba, sea tan desconocido u olvidado hoy como el que nació ayer a las 8 p.m en Luyanó o en Zaire.
López Silvero ha sido, por su clase, por su ética y por sus condiciones ciudadanas, a mi modo de ver, la personalidad cubana que más lejos llegó en ascenso en el sector y en alcance internacional: narrador de primera, con el premio a Narrador del Año en la Cuba de ayer, repitió en Puerto Rico y en Venezuela el éxito por su impecable trabajo; administrador de los Elefantes del Cienfuegos en la Liga Cubana y de varios clubes en el beisbol invernal de Borinquen y de la patria de Rómulo Betancourt, también fue gerente en Triple-A y, junto a Felo Ramírez, narrador de los Cubans Sugar Kings para una emisora comercial; pero Gonzalo fue, durante más de 15 años, una alta personalidad de la Asociación Mundial de Boxeo en tareas que incluyeron la supervisión de este deporte en niveles de campeonato mundial o regional y fue vice-presidente de Productora de Programación Televisiva, una de las empresas sólidas y competitivas en el negocio en español, que vende su programación a Mund-2 y a HBO entre otras. Desde el 2008 se acogió a un merecido retiro y reside en esta ciudad.
Por su humildad y por la estabilidad que manifiesta, acorde con su personalidad de leyenda genuina, no permite que un ego desbordado lo aplaste: Gonzalo es grande en su faena, para muchos que lo hemos tratado personalmente, es un verdadero y trascendental valor de la historia nacional cubana en el sector deportivo.
En esa legión de ilustres olvidados o desconocidos por imposición o por apatía y desgano, acompañan a Gonzalo otros guerreros de la crónica cubana del sector que, sin chovinismos, no son solo lo mejor de la historia de la prensa deportiva en Cuba; sino que, por su clase profesional, contribuyeron a hacer mejores las paginas deportivas; o la labor ante el micrófono de otros países.
Verdaderos maestros del diarismo cubano de competencia: Cesar Temes, Sergio Varona, Rai García, René Molina, Pedro Galiana, Yiyo Jiménez, Eladio Secades, Rafael Rubí, Orlando Sánchez Diago, Fausto Lavilla, Jess Losada, Cuco Conde… de “vacas sagradas” a rehenes de una circunstancia que afecta todo el firmamento nacional e, injustamente, se han convertido en víctimas del veneno que eliminó sus presencias del pasado glorioso de la patria.
La inteligencia, el profesionalismo y la capacidad de respuesta ante “el colegial” ávido de conocer el difícil mundo del deporte, convirtió al amigo y compatriota López Silvero en un evangelio vivo, humilde y modesto de lo que es un gran cubano, en alguien del que no se podrá prescindir a la hora de enumerar personalidades de inigualables condiciones en el gran libro de la historia patria.
Una Leyenda Cubana frente al microfono |
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