FALLECIÓ MANDRAKE EL MAGO: GIGANTE DE 1951
Por Andrés Pascual
Hacía tiempo que pensaba escribir sobre el outfielder Don Mueller, sobre la clase maestra que brindaba cada vez que dirigía la pelota hacia huecos, por pequeños que fueran, dejados abiertos por los infielders contrarios, bolas que colocaba allí como “puestas con la mano” y que nadie hizo mejor. Por esa forma de encontrar la ruta segura a los jardines con el hit de línea o de rolling entre dos, fue que lo apodaron Mandrake el Mago, porque era una suerte de magia lo que hacía con el bate.
Sin embargo, la noticia infausta, que me obliga a escribir un comentario con mucho de luctuoso, fue la información sobre su muerte en San Luis, el pasado día 28, a la edad de 84 años.
Como muchos peloteros de gran valor que apenas son recordados, transcurrió la vida de Mueller, al que firmaron los Gigantes de Nueva York en 1944 y con los que debutó en 1948.
El outfielder había nacido el 14 de abril de 1927 en la misma ciudad en que falleció.
Don Mueller, bateador zurdo, fue el tipo de jugador que resuelve, que cumple con la encomienda en el club, pero que, como sus números no son de espantar, pues nadie le tiene en cuenta a la hora de recapitular ni de decir un par de cosas por su fallecimiento, la crónica moderna, tan afectada por los batazos salvajes de artilleros hechos a jeringuillazo puro, no conocen esta clase ya en desuso, de peloteros con poco bateo de poder, pero con la habilidad para abrir el rally que pondrá a su club en la línea ganadora, la clase a la que perteneció el pelotero fallecido.
A Don Mueller se le recuerda como al bateador que dio un hit, empujó una y se lesionó al deslizarse en tercera, en el inning en el que Bobby Thompson metió el jonrón que dejó al campo a los Dodgers en el juego de desempate del campeonato del Viejo Circuito de 1951. La lesión le impidió actuar en la Serie Mundial contra los Yanquis; sin embargo, jugó en la de 1954 y produjo para .389 como uno de los que brillaron en la barrida contra Cleveland.
Estuvo en las Mayores durante 12 años, los diez primeros con los Gigantes y los dos últimos con los Medias Blancas de Chicago; bateó para .296 y tres veces se subió al difícil potro de los .300, con guarismos de .333 en 1953 .342 en 1954 y .306 en 1955.
Pelotero que sabía jugar a la pelota, su desempeño en el terreno en una época superior a esta en todo, sugieren que hoy, por la debilidad tan manifiesta de la defensa en grandes ligas, hubiera sido tres veces mejor de lo que fue, lo que es igual a decir que nadie hubiera podido evitar que se hiciera un millonario del juego. Se retiró en 1959.
Un Valioso jugador que pocos recuerdan
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