EL CASO BRAUN O LA ALEGRÍA CAUTELOSA
EL CASO BRAUN O LA ALEGRÍA CAUTELOSA
Por Andrés Pascual
Confieso que admiro a Ryan Braun desde que era colegial con la Universidad de Miami, con quienes mostraba que su talento no tenía límites e iba en serio; en dos oportunidades conversé con el muchacho: afable, simpático y seguro de sí mismo.
Este jugador me obligó a decirle a “un hombre de beisbol”, encaprichado en negarle las condiciones que tenía Braun que: “eres una vergüenza para el Beisbol Organizado, gente que sabe y ve mas que tu cortan caña en Camaguey ahora mismo”, el tipo se disgustó conmigo y a Pepe Campos, que conduce un exitoso programa radial de deportes en Miami, le ocurrió lo mismo con el scout…
A poca gente ajeno al círculo familiar del jugador le dolió como a mi la noticia de que Braun había dado positivo; lo mismo me pasó con Rafael Palmeiro, en el caso del cubano, todavía creo que hubo una conspiración, ¿Qué nunca se comprobará? bien, pero lo creo. Al caso del superestrella del Milwakee casi no le di crédito para mis adentros, no podía, porque vi a ese pelotero desarrollarse hasta que lo contrataron; pero, como con Palmeiro, escribí en su contra, sobre todo por la negativa a aceptarlo, aunque dudando entre si debían o no.
Como que no trato bien a ninguno de los que entraron en este capítulo, incluso ni a los sospechosos sin pruebas, capítulo definitivamente más peligroso para la moral del beisbol que el escándalo de 1919 por la cantidad que se han involucrado, pues no ando con “paños calientes” con nadie.
Hoy se conoció que Braun ganó la apelación contra los 50 días de suspensión por el test que falló, incluso ESPN.com declaró que las Grandes Ligas estaban “lívidos”; porque es la primera vez que pierden un caso por sustancias prohibidas.
Yo me alegro de que Ryan Braun quede limpio, pero que sea verdad, porque también puede suceder que funcione el nocivo contubernio Sindicato-Beisbol Organizado-cierto tipo de prensa, a través del silencio cómplice y preparado, con miras a trillarle el camino a los pecadores hacia Cooperstown; nadie puede dudar que, si hay justicia con el beisbol, único agredido arteramente por este tipo de delincuente, ningún implicado debe llegar al templo y los 100 que esconden deberían ser dados a conocer.
Si hay buena voluntad, si de verdad las Mayores están “lívidas”, color pálido provocado por la combinación entre el miedo, la sorpresa y la ira, pues regreso al momento aquel en que quería conocer personalmente a Braun y escribir, como hice, positivamente, a favor del estelar jugador de los Cerveceros; de lo contrario, bueno, ya todo el mundo sabe como pienso, no creo que deba repetirlo, porque pudiera ser exageradamente injusto, o descontroladamente alegre.
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