¿Quien expulso el profesionalismo de Cuba?
Por Andrés Pascual
Hace mas de diez anos que escribí sobre este tema en mi columna en el Diario las Américas; sin embargo, hace tres que regresé al asunto en Beisbolazos, revista de Puerto Rico del historiador y comentarista Edwin “Kako” Vázquez, cuando Jorge Alfonso, plumífero “del brazo equivocado” y siempre tan parcial a favor del castro-comunismo y la sección de comentarios de la COCO Radio, escribieron unos increíbles y tendenciosos artículos que, hoy, solo pueden ser posibles porque, cada día, la población cubana que presenció los acontecimientos con el deporte profesional decrece; lo que quiere decir que, con el desgano que muestra la población nacida o criada ya dentro de los contornos temporales de la barbarie por la historia patria, todo puede ser; ahora, lo que es inaceptable es que gente que vivieron esa época, que conozcan todos los acontecimientos, todavía duden y pregunten ¿Qué paso? “Porque pueden existir dos versiones…”
¿Cuántos desconocen estas palabras escritas por Castro a Celia Sánchez en 1958?: “mi guerra no ha empezado aún…será contra los americanos cuando esto acabe. Sierra Maestra…” ¿Cómo debe entenderse lo anterior, sino como una declaración de guerra anticipada a Playa Girón y a los alzamientos en el Occidente y Centro del país “preparados por la CIA”?
Los fusilamientos, el inicio del más bestial presidio político de la historia de América, en el cual lo interesante no fueron los años de sancion (hasta 330) a que condenaron; sino los obligados a cumplir: 275,000 cubanos con mas de 15 y, hasta hoy, un millón en total con la experiencia carcelaria política; los robos de la propiedad privada encubiertos bajo la novísima forma entonces de “nacionalización”, dentro de esta, la expropiación y suspensión de más de 15 periódicos diarios y vespertinos de gran tirada solo en La Habana; la confiscación y destrucción de más de 8 revistas, incluyendo a Bohemia, que era un símbolo nacional; 6 emisoras de televisión con una a color y más 30 emisoras de radio libres, solo en La Habana; la imposición de una ideología basada en la mentira y la exageración de detalles que, viéndolo bien, no existían; la creación de las bases para destruir al país moralmente a partir del pisoteo de la sagrada familia; el ateísmo guevarista; la supresión abrupta del ritmo de vida infantil y juvenil por la aceleración de la madurez de niños y jóvenes para comenzar a utilizarlos con propósitos anticubanos a través de la ideología…pocos niños de la era castrista se criaron con “Piel de Onagro” debajo de sus almohadas…la ejecución en la hoguera de muñecos alegóricos al Tio Sam, profanando cementerios con más odio e inspirando tanto terror como la Santa Inquisición…nada de esto había ocurrido cuando el tirano le escribió aquella carta a Celia Sánchez y otras muchísimas cosas que están en blancas y negras en volúmenes que solo se aceptaría no leer por la tristeza y el dolor que genera revivir un asesinato público contra una nacionalidad que valía mucho más que los carniceros de mentalidad bárbara a quienes aún apoya y aplaude un mundo que en nada se diferencia de aquella población que, hace 52 años, creyó que sabía tanto como para dejar olvidada quién sabe dónde, la cautela y el razonamiento objetivo al apostar cuanto tenían al potro malo de verdad: Castro no fía en sus bodegas…fiaba el dueño que tuvo que soportar cómo gozaron con que le quitaran la propiedad, solo por ver cumplido el placer morboso de la envidia el elemento inútil e inoperante socialmente hablando;
Pero cualquier país del mundo tiene mayoría de pobres y, dentro de este sector, de lacras, de vagos, de perdedores; pero perdedores peligrosos; o, ¿Quién cree que Ramiro Valdés ni Guillermo García eran exitosos en el sentido noble del término? Ladrones sí; asesinos inmejorables ante la historia, sí…
La pelota profesional cubana fue un imperio en la región; una inversión privada y mejorada cada año para total disfrute del público y, desde luego, para que pudiera dejar dividendos que conformaran a jugadores, dueños, promoción…entonces, si se sabe que el robo de la propiedad privada de los medios de producción en Cuba tuvo que ver con hacer al dictador el hombre más rico del mundo; si ese robo tuvo como objetivo cerrar todas las puertas de respiro democrático y que una de ellas, porque crea un estado de independencia en un sector poblacional por la acumulación de riquezas, es la propiedad privada en el país, ¿Quién puede pensar que algo tan sensible como el beisbol profesional para Cuba podía quedar en pie?
El autoritarismo y el control absoluto de la población sellaron el destino del negocio particular en Cuba y con este la capacidad de emprendimiento y las ganas de superación para ser alguien competitivo; la formación cultural y la preparación del pueblo estaba ajena a intereses de disfrute personal, así que un médico se convertiría en un fusil más de ataque al imperialismo por la vía ideológica; pero un pelotero y un boxeador también. En lo material, los tres en andrajos materiales y morales capaces de hacer cualquier cosa por sobrevivir: desde vender croquetas, a arreglar juegos por dinero…
El profesionalismo deportivo cayó arrastrado por la marea destructora que asola al país…
El beisbol cubano profesional cumplió, desde finales del siglo antepasado, el papel de embajador y estabilizador de la amistad y el mutuo reconocimiento y respeto entre los pueblos, leyó bien, “los pueblos”, de Cuba y Estados Unidos por compartirse diamantes beisboleros en ambos países; significativamente, el primer tipo de beisbol integrado del mundo, la Liga Cubana de Beisbol Profesional, aceptó a los jugadores negros americanos desde inicios de 1900 y, el circuito pre-Ligas Negras o las propias Ligas Negras, permitían como únicos jugadores blancos a los cubanos, porque aceptaban a los negros americanos en sus campeonatos.
Ahora, teniendo en cuenta que la dictadura castrocomunista preparaba una guerra a muerte desde 1958, ya en borrador con la carta de marras contra Estados Unidos, ¿Podría quedar en pie algo tan importante que se constituyó en elemento de importancia capital de la identidad nacional, por tanto, de la configuración de la personalidad del cubano, que mantuviera las bases creadas de admiración y entendimiento entre los dos pueblos? Bajo ninguna circunstancia; con la política de odio enfermizo y vicioso contra el vecino del Norte, la pelota profesional nada tenía que hacer en el nuevo esquema de destrucción y pisoteo de la dignidad nacional que se preparaba.
Entonces un día se hicieron disparos al aire por un grupo de “barbudos” que, algunos plomos, rozaron sin gravedad al torpedero cubano de los Cubans Leonardo Cárdenas y a algunos miembros, como Frank Verdi, de los Alas Rojas de Rochester, ¿Sería una casualidad? ¿Realmente festejaban una fecha triste y sangrienta como son todas las efemérides castro-comunistas? No, fue una provocación de alto perfil con intención terrorista; fue la forma de crear las bases para que Frank Schaugnessy, Presidente de la Liga Internacional y el entonces Secretario de Estado, Cristian Herter, comenzaran a entender que el grado de hostilidad castro-comunista sobrepasaba el límite razonablemente aceptable.
Entonces Gus Triandos, catcher de los Orioles de Baltimore que había jugado en la Liga Cubana, se negó a acompañar al club al spring training en La Habana en 1960, alegando que “no iré por mi propia seguridad”, lo que respaldó el shortstop cubano Willy Miranda y el club entendió y suspendió el viaje.
Tanto manipuló la ya prensa oficialista el asunto que, el cronista Eladio Secades, a quien nadie podría acusar de castrista, escribió en su columna de Bohemia, Tres Verdades, un artículo titulado “Campaña de injusto descrédito” contra la acción tomada por el team de Grandes Ligas y contra el propio Triandos; pero, a mediados de año, la Secretaría de Estado y la Liga Internacional, por el incremento de la hostilidad innegable hacia Estados Unidos, retira la franquicia de Bobby Maduro de La Habana y la reasienta en Jersey City con lo que espantó Castro también el sueño convertido en slogan de “Un paso más y llegamos”; pero con una campaña redoblada con intención de culpar al Norte por la acción y otra vez volvió a confundirse el maestro Secades y escribió, de nuevo en Bohemia y en su columna, otro artículo totalmente divorciado de la realidad, cuyo título fue: “Un atropello la expulsión de los Cubans”, en realidad, por la parte americana, el traslado (no expulsión) fue por la acciones terroristas antiamericanas del castrismo, forma indigna y encubierta para comenzar a descabezar a los profesionales cubanos.
El último campeonato invernal se jugó de milagro, los peloteros aceptaron hacerlo por la mitad de su salario. Un jugador de Grandes Ligas ganaba entonces en Cuba 1500 ó más y, en el caso de Orestes Miñoso, su salario era de 3,000 mensuales; el salario mínimo para peloteros de clasificaciones menores iniciaba en 500 dólares; pero, bajo presión político-militar, que incluía la instalación de ametralladoras en los dugouts, muchas veces; con Ciso Camejo, Presidente de la Liga Cubana aterrorizado y sin respuestas por el miedo, se jugó uno de los mejores campeonatos cubanos de todos los tiempos y de los mas reñidos, que cumplió, a pesar de los obstáculos crecientes y sus amenazas, la totalidad del calendario. Un verdadero éxito en lo deportivo y en lo artístico y un sonado fracaso económico, porque el público le dio la espalda al grupo de mejores peloteros en gran mayoría de la región, constituidos en un evento solo con talento nacional: “El Campeonato sin Refuerzos”, despedida del gran beisbol de Cuba, aquel que hizo la historia trascendental.
Entonces, con jugadores cuyo talento en mayoría no clasificaba para actuar en el profesionalismo, verdaderos descartes del beisbol profesional cubano, algunos mayores ya como para darle lucimiento a algo tan grandioso como el champion invernal y procedentes muchos de Pedro Betancourt, de la Unión Atlética o del Centro y el Oriente del país, inició Castro su primera Serie Nacional en febrero de 1962, con desborde popular en las gradas de los mismos que le habían dado la espalda solo un año antes a los mejores peloteros del mundo ajenos a Estados Unidos y a un torneo solo inferior a las Grandes Ligas.
En el medio, la constante detención y multas a los peloteros que llevaban sus autos desde Estados Unidos y, costumbre de 40 años, les mantenían la chapa americana; o el registro constante de cualquier jugador por elementos policiales con el fin de disgustarlos y atemorizarlos y, durante 1960-61, la presión sobre los peloteros tratando de convencerlos para que abandonaran el profesionalismo y se quedaran a construir un “nuevo y libre tipo de beisbol” que, ya se sabe todo lo nuevo y libre que es.
Intentos febriles del legendario Mike González, que incluyeron viajes a Monterrey pretendiendo agrupar a algunos peloteros para el campeonato 1961-62, resultaron infructuosos: Castro decretó ninguna ayuda para el profesionalismo y ya no existía en el país el negocio grande que promovía el apoyo de la estructura; además, los dueños de clubes como Guille Alonso y Cucho Rodríguez habían perdido sus propiedades e influencia, o el urbanista Bobby Maduro y los restantes ejecutivos que, desde finales del sesenta o principios de 1961, ya estaban en Estados Unidos o en Puerto Rico.
¿Queé trajo como consecuencias la expulsión arbitraria y por decreto del beisbol profesional de Cuba por la reacción comunista? Bueno, el debilitamiento de la estructura beisbolera nacional; el decrecimiento de la cantera nacional por la competencia que ha enfrentado el beisbol ante otros deportes lo que, a efectos de una población inferior a 15 millones, ha lesionado seriamente la participación en la pelota; la pretensión de imponer el balompié con justificaciones personales del dictador como: “hay que practicar balompié, que la pelota ni prepara ni forma como exige la Revolución…” Expresión que escupió en Pinar del Río, en la sede universitaria, previo al acto por el 1ero. de mayo en 1988.
Lo otro que causó el castro-comunismo es que nadie sabe cuántos jugadores, entre 1962-presente, han dejado de actuar en Grandes Ligas con valores de mercado muy superiores, posiblemente, a todos los del resto de países del área; cuántas llamadas desde Cooperstown se han dejado de hacer informándole a un compatriota más que entraba al recinto de los inmortales. Y que ninguno, desde 1960 con el exilio de Napoleón Reyes, hubiera tenido que huir o exiliarse y después, con total y absoluta amoralidad, el que dijo que “se había impuesto la pelota libre sobre la pelota esclava”, les tildara de cobardes, de traidores o de desertores por el solo hecho de decidir a su favor dónde colocar su talento como cumplimiento de un derecho que solo Dios otorga.
Con mentiras como esta han impuesto su gestion desoladora |
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