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BEISBOL 007

¡QUÉ VIVA LA VINO TINTO! PERO, CUIDADO, PUEDE EMBORRACHAR

Por Andrés Pascual

El pitcher venezolano Henderson Álvarez “desobedeció” a los Marlins y participará en el dicen que Clásico por su país, lo publicó el Nuevo Herald; sin embargo, los clubes de Grandes Ligas no tienen autoridad para prohibirle a miembros de sus rósters que jueguen en ese peligroso torneo, por lo que no debería decirse desobedeció, sino “desoyó una petición”.

Álvarez llegó al club de Loria en el cambio con Toronto y algunos dicen que es “un prospectazo”, gente del Nuevo Herald, por eso no creo ni que su apellido incluya la “z”: cuando me lo digan o lo lea de quienes saben para proponerlo como tal, o hasta que no lo haga yo mismo, perdón, pero… NO.

Justin Verlander declinó participar, porque: “no voy a estar en forma”, que significa: “me matan a palos y me desprestigian los que no podrían darme un foul en condiciones normales”, malo; o, peor: “puedo lesionarme y, después ¿Quién paga para vivir como vivo?”

El problema del patriotismo se ha viciado tanto que atenta contra el buen juicio: Álvarez no es un miembro fijo del staff surfloridano hasta que no demuestre en el spring training que puede sacar outs, los que manipulan los conceptos patria y libertad en Venezuela no le pagan ni podrían, si de verdad es una buena pieza como recluta y desarrolla, lo que pediría mañana.

Sin embargo, lo que pudiera buscarse es una lesioncita que le costara el puesto de trabajo por ¿Patriotismo? No, por patriotería, que se parece pero no es igual.

En Cuba existe, hasta ahora, un solo nivel de pelota y todo el mundo responde a la convocatoria al equipo de la tiranía ¿Son patriotas? No, esclavos, cumplidores de órdenes con el pretexto de rendirle culto a la patria cuando, en realidad, responden gratuitamente a intereses político-ideológicos.

Félix Hernández, de quien se rumoró que pudiera tener dolores en el codo (tira 5 lanzamientos, es normal), logró 175 millones por 7 años de los Marineros de Seattle, como Verlander y muchos otros estrellas de Grandes Ligas, optó por declinar la invitación a jugar en el pésimo experimento de Bud Selig.

Casi todos los jugadores cubanos que actúan en el Beisbol Organizado quisieran jugar con el equipo de la tiranía, pero no los deja el aparato que controla los sentimientos patrióticos “del pueblo, para el pueblo y por el pueblo”.

¿Cómo se puede definir a un americano o a un venezolano que, por su carrera, porque sabe que juega con fuego al poner en riesgo su futuro si asiste a un evento que no sirve ni para comprar una caja de cigarros, que tampoco pone en alto el nombre de nadie como no sea el de la tiranía castrista si ganan, que desista por propia voluntad de participar? ¿Traidor, antipatriota? Bien ¿Cómo a Céspedes, que quiere estar y los dueños de su patria (porque hay países en que la patria es propiedad privada, como Cuba y Venezuela) no se lo permiten?

Tal vez en Venezuela el sentimiento generalizado y vicioso de patriotismo ha dejado detrás el mínimo detalle que reinstale el sentido común, a fin de cuentas, el germen chavista no se diferencia en nada del castrismo, porque son los Castro los dueños de ambos.

Una cosa debe tener presente Henderson Álvarez: ese tipo de reacciones contra la mano que le da de comer tanto y tan buen alimento, no las puede convertir en rutina de clubhouse y dugout.

Todavía hay otra: si tuviera algún contratiempo con el brazo, ¿De dónde saldría el pagador de la patriotería con cheques iguales para satisfacer sus gustos y necesidades? Cosas como estas son las que ponen a Hispanoamérica a la zaga de un mundo cada día más claro en sus intenciones materiales, además, si de verdad el pitcher quiere “hacer patria”, que se sume como voz de importancia a los movimientos que tratan de liberar a su país del yugo que le bloquea el instinto patriótico a los jugadores cubanos “traidores”.

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Henderson Álvarez

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